Por qué los científicos relacionan el aumento de infartos e ictus repentinos con la covid y no con la vacuna


En febrero de este año, un macroestudio confirmaba que el riesgo de enfermedad cardiovascular se dispara tras la covid, aunque haya sido leve, durante al menos un año después
La infección altera el receptor ACE2, y eso puede provocar "microtrombosis, envejecimiento de los vasos sangíneos, vasculitis... que acaben desencadenando un ictus o un infarto"
"El mecanismo de las vacunas de ARNm consiste en generar la proteína S y exponerte a ella. No se replica ni se distribuye a los órganos donde están los vasos sanguíneos”
“Lo primero que hay que saber es que hay evidencias, antes de que hubiera vacunas, de que se ya producían fallecimientos por accidentes cardiovasculares o cerebrovasculares”. José Manuel Bautista, bioquímico y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, comienza explicando esto, cuando se le pregunta por la posible relación entre la covid y las muertes súbitas -por infartos e ictus-, de cuyo aumento alertan médicos y neurólogos.
Pero Bautista alega muchos más motivos, más argumentos científicos para explicar esa posible relación, que él califica de “lógica desde el punto de vista biológico”. Y no tantos para vincularla con las vacunas de la covid.
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“Los trombos y las trombosis, en la covid, se han visto desde el principio, antes de que hubiera vacunas", recuerda el científico, "y eso es lo que puede acabar desencadenando infartos e ictus. Yo estoy convencido que la causa es la infección, la desregulación que produce esa infección”. Y explica por qué.
El virus, el ACE2 y los trombos
Bautista recuerda el papel clave que juega en la covid el receptor ACE2, por el que el virus consigue entrar en las células e infectarlas. “Ese receptor está en muchos tipos celulares, está presente en muchos sitios, y su alteración por la infección provoca daños vasculares”. Habla de “la omnipresencia del ACE2 y la importancia que tiene para mantener factores relacionados con la protección de todo el sistema vascular”.
A ello se refería también, hace unos días, el neurólogo Tomás Segura, cuando explicaba que el receptor ACE2 “se expresa mucho en las arterias”. Y advertía: “Parece razonable que, si un virus entra por el receptor ACE2 y se lo lleva, entonces deja de hacer su función como protector antitrombos. Es más fácil que haya trombos”.
Daños en órganos vascularizados
“La gran variedad de daños que produce la covid, en muchos casos, lo único que tienen en común es que todos los órganos donde se producen están vascularizados, es decir, que pasan venas y arterias por ellos, pasa sangre a través de ellos”. Bautista habla del cerebro, del hígado, del corazón… “Lo único que tienen en común esos órganos es que tienen vasos sanguíneos y en esos vasos hay ACE2, que regula mucho el estado normal de esos vasos”.
Cuando se produce la infección, “la alteración de ese receptor ACE2 causa mucha reactividad en su entorno, y puede desencadenar microtrombosis, envejecimiento de los vasos, vasculitis (inflamación de los vasos), y todo eso, al final, puede acabar desencadenando un ictus o un infarto”, explica el científico.
Y esto, además, se ha demostrado al hacer autopsias de personas fallecidas por gripe y por covid. “La diferencia es que en los muertos por covid hay daño vascular, y en los de gripe no”, asegura Bautista.
Explica que en las autopsias de personas fallecidas por covid, por ejemplo, se ven “muchas microtrombosis (vasos microcapilares obstruídos), tanto en el pulmón como en muchos otros órganos, y los que han fallecido por gripe, no”. Y recuerda que sobre los daños vasculares de la covid hay bastantes evidencias científicas. Son varios los estudios publicados al respecto, antes y después de que hubiera vacunas.
Daños vasculares de la covid a largo plazo: evidencias científicas
“Hay muchos estudios sobre el daño cardiovascular y cerebrovascular de la covid”, insiste Bautista. En este, por ejemplo, de octubre de 2020, aún no había vacunas y ya se estaban viendo muertes súbitas cardíacas. En este otro, de abril de 2020, se da cuenta de accidentes cerebrovasculares en personas jóvenes como consecuencia de la covid.
En marzo de 2021 se publicaba este otro estudio sobre los daños cardíacos, en concreto, provocados por la infección. Y en él, se señalaba que “la mayoría de los pacientes recuperados continúan sufriendo insuficiencia cardíaca según las imágenes de resonancia magnética, lo que indica que las secuelas cardíacas a largo plazo de COVID-19 pueden no limitarse a casos graves de infección”. Es decir, que haber pasado la covid, aunque sea leve, se convierte en un factor de riesgo a nivel cardíaco.
A mediados de 2020, un estudio de los daños en el corazón de pacientes recuperados de covid advertía de las secuelas que puede dejar el virus en este órgano. Los investigadores vieron daño cardíaco en el 78% de los pacientes, lo que podría generarles problemas importantes a medio y largo plazo.
Desde entonces hasta ahora, han seguido apareciendo evidencias sobre esta relación entre los daños que produce la infección por covid y el aumento del riesgo vascular a medio y largo plazo. Recientemente, en febrero de este año, un nuevo estudio, publicado en Nature, lo confirmaba: el riesgo de enfermedad cardiovascular se dispara tras la covid, aunque haya sido leve, durante al menos un año después.
En ese estudio, los investigadores hallaron tasas de enfermedades cardíacas (entre ellas, infartos) o accidente cerebrovascular (ictus) mucho más altas en personas que habían pasado la covid que en personas similares que no habían tenido la enfermedad. Y se trata de un estudio masivo, realizado con datos de salud de más de 11 millones de personas en EE.UU.
“Un estudio gigante muestra un aumento sorprendente de las enfermedades cardíacas y vasculares a largo plazo”, advertía la revista Science en febrero, al informar sobre ese estudio.
Lo que vieron los investigadores es que, un año después de pasar la covid, el daño vascular aumentaba de forma importante. En el año posterior a la infección, los pacientes presentaban mayor riesgo de problemas cardiovasculares, sobre todo. ¿Cuáles? Arritmias, inflamación del músculo cardíaco, coágulos de sangre, accidentes cerebrovasculares, infarto de miocardio e insuficiencia cardíaca, entre otros. Además, el aumento del riesgo fue “evidente incluso entre aquellos que no fueron hospitalizados con covid”.
“Los resultados son "impresionantes... peores de lo que esperaba", confesaba entonces Eric Topol, cardiólogo e investigador del Scripps Research. “Si alguien alguna vez pensó que la covid era como la gripe, este estudio debería ser uno de los conjuntos de datos más poderosos para señalar que no lo es”.
¿Posible relación con las vacunas de ARNm?
Dando todo esto por sabido, puede que todavía haya gente que dude, que quiera pensar que los casos de muertes repentinas pueden deberse a la vacuna, y no a la covid. Entre otras cosas, porque esa hipotética relación se ha estudiado menos. Bautista explica que no es fácil hacerlo. “Es difícil investigarlo, porque tenemos un 90% infectados y un 90% de vacunados, es muy complicado obtener grupos para estudiarlo, conseguir un estudio bien hecho”, advierte.
Y aporta argumentos que descartarían esa hipotética relación. “Los estudios del efecto de la vacuna no se han evaluado con tanto detalle, eso es cierto, pero también es cierto que la proteína S que se inocula en las vacunas es una cantidad relativamente pequeña, y que además es inmediatamente reconocida por el sistema inmune. En la vacuna, la proteína no se multiplica. Simplemente se expone al sistema inmune y ahí ya se desencadenan todas las reacciones inmunitarias, tanto celulares como humorales”.
Muchas de las críticas de quienes piensan que la vacuna pueda tener algo que ver van dirigidas a las vacunas de Pfizer y Moderna, al tratarse de vacunas de ARNm, diseñadas con una tecnología nueva. Pero Bautista insiste: “El mecanismo de estas vacunas consiste en generar la proteína S y exponerte a ella. Esa proteína se expresa sólo temporalmente, y además no va a los vasos. Entra en unas cuantas células musculares y no se replica, ni se distribuye a los órganos donde están esos vasos sanguíneos”.
La covid y los daños en el endotelio
Bautista recuerda que “sólo la replicación del virus puede hacer que se extienda ese daño vascular y generar una pérdida de regulación del endotelio. El virus sí infecta vasos, arterias y todos los órganos por donde pasan estas”.
Esto lo sabe bien Segura, que es jefe de Neurología en el Hospital de Albacete. El neurólogo y su equipo han estudiado los daños vasculares que produce la covid y los que producen las vacunas. “En nuestro laboratorio hemos estudiado cuál es el daño endotelial que produce la covid y cuál las vacunas. Y hemos visto que es mucho más agresiva la covid”, asegura. Y recuerda que el SARS-CoV-2 es un virus muy dañino para el endotelio, el tejido que recubre las arterias.
En 2021, Segura y su equipo publicaron un estudio en la revista Brain sobre el impacto cerebrovascular de la covid, y “al analizar las muestras de los pacientes, vimos que el endotelio de las arterias del cerebro estaba completamente destruido”.
Bautista añade, además, otro argumento. Si lo que estamos viendo fuera achacable a las vacunas, y no a la covid, lo habríamos visto hace tiempo con otras vacunas. “Muchas otras vacunas podrían haber producido algo parecido. La exposición a un antígeno mediante una vacuna hubiera producido anteriormente un efecto de trombosis, y eso no se ha visto”.
Investigar las muertes, hacer autopsias
El catedrático de la UCM lo tiene claro. Ya no son sólo las evidencias científicas al respecto, también su experiencia como biólogo molecular. Y “el sentido común”. Todo apunta, dice, a que “es más probable que una infección de un virus que puede mantenerse de forma velada, que ha alterado el daño de los vasos sanguíneos, pueda ser la causa de estos daños vasculares a largo plazo”. Y añade: “Además, no hay que olvidar que hay muchos virus que producen daños a largo plazo”.
En ese sentido, Bautista se suma a la petición que plantean varios científicos de que se investiguen las muertes repentinas que se están produciendo. No todas, pero sí en los casos de personas jóvenes. Para ver si, efectivamente, están aumentando y por qué.
Hace unos días, el médico especialista en enfermedades cardiovasculares José Luis Carrasco, planteaba la necesidad de realizar autopsias, en esos casos. Bautista lo suscribe. “En los casos de muerte súbita en gente joven, sería conveniente hacer autopsias de los que fallecen por este tipo de causas, para ver si hay presencia de virus, procesos inflamatorios… Yo estoy a favor de que se investigue todo esto”, zanja el investigador.