Científicos desarrollan un análisis de sangre para detectar el Alzheimer: "Es barato, seguro y fácil de administrar"


Es capaz de detectar en sangre la neurodegeneración del Alzheimer y permite un diagnóstico precoz de la enfermedad
Podría reemplazar las actuales pruebas para diagnosticar este mal: el escaner cerebral y la punción lumbar
Lo han desarrollado científicos estadounidenses, pero un teste española para el diagnóstico precoz del alzhéimer podría llegar al mercado a finales de 2023
Los científicos han desarrollado un análisis de sangre para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer sin la necesidad de imágenes cerebrales costosas o una punción lumbar dolorosa, donde se extrae una muestra de líquido cefalorraquídeo (LCR) de la parte inferior de la espalda. Si se valida, la prueba podría permitir un diagnóstico más rápido de la enfermedad, lo que significa que las terapias podrían iniciarse antes.
El mal de Alzheimer es la forma más común de demencia, pero el diagnóstico sigue siendo un desafío, especialmente durante las primeras etapas de la enfermedad.
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Un diagnóstico más asequible
La investigación, llevada a cabo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos), ha desarrollado una prueba para detectar un nuevo marcador de la neurodegeneración de la enfermedad de Alzheimer en una muestra de sangre, según publica la revista Brain.
El biomarcador, denominado tau derivado del cerebro (BD-tau), supera los resultados de las actuales pruebas de diagnóstico en sangre utilizadas para detectar clínicamente esta enfermedad. Es específico de la enfermedad de Alzheimer y se correlaciona bien con los biomarcadores de neurodegeneración del alzhéimer en el líquido cefalorraquídeo (LCR).
Actualmente, para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer, es necesario detectar tres marcadores distintos: la presencia de placas amiloides, ovillos de tau y neurodegeneración en el cerebro, es decir, la pérdida lenta y progresiva de células neuronales en regiones específicas del cerebro.
"El diagnóstico se consigue a través de una combinación de imágenes cerebrales y análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR). Sin embargo, una punción lumbar puede ser dolorosa y las personas pueden experimentar dolores de cabeza o de espalda después del procedimiento, mientras que las imágenes cerebrales son costosas y requieren mucho tiempo para programarse. Además, muchos pacientes no tienen acceso a escáneres de IRM y PET. La accesibilidad es un problema importante", explica el doctor Thoma Karikari, autor principal de la investigación.
Ambas formas de diagnóstico adolecen de limitaciones económicas y prácticas, lo que imponía la necesidad de desarrollar biomarcadores de AT(N) cómodos y fiables en muestras de sangre, cuya recogida sea mínimamente invasiva y requiera menos recursos. "El desarrollo de herramientas sencillas que detecten signos de alzhéimer en la sangre sin comprometer la calidad es un paso importante para mejorar la accesibilidad", afirma Karikari.
"La utilidad más importante de los biomarcadores sanguíneos es mejorar la vida de las personas y mejorar la confianza clínica y la predicción del riesgo en el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer", asegura el investigador estadounidense. .
Biomarcador exclusivo de la enfermedad de Alzheimer
El desarrollo de un análisis de sangre fiable es un importante paso adelante. “Un análisis de sangre es más barato, más seguro y más fácil de administrar, y puede mejorar la confianza clínica en el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer y la selección de participantes para el ensayo clínico y el seguimiento de la enfermedad”, defiende Karikari.
Los métodos actuales de diagnóstico sanguíneo pueden detectar con precisión anomalías en la beta amiloide plasmática y en la forma fosforilada de tau, dos de los tres parámetros necesarios para diagnosticar con seguridad el mal de Alzheimer.
Pero el mayor obstáculo radica en la dificultad de detectar marcadores de neurodegeneración específicos del cerebro y no influidos por contaminantes potencialmente engañosos producidos en otras partes del organismo.
Por ejemplo, los niveles sanguíneos de neurofilamentos ligeros, un marcador proteínico del daño de las células nerviosas, se elevan en la enfermedad de Alzheimer, el Parkinson y otras demencias, lo que los hace menos útiles cuando se intenta diferenciar la enfermedad de Alzheimer de otras afecciones neurodegenerativas. Por otra parte, la detección de tau total en la sangre resultó ser menos informativa que el control de sus niveles en el líquido cefalorraquídeo.
Aplicando sus conocimientos de biología molecular y bioquímica de las proteínas tau en distintos tejidos, como el cerebro, Karikari y su equipo, que incluye científicos de la Universidad de Gotemburgo (Suecia), se centraron en desarrollaru na técnica para detectar selectivamente la BD-tau, específica del alzhéimer.
Para ello, diseñaron un anticuerpo especial que se une selectivamente a la BD-tau, haciéndola fácilmente detectable en la sangre. Validaron su ensayo en más de 600 pacientes en distintas etapas de la enfermedad. Las pruebas demostraron que los niveles de BD-tau detectados en muestras de sangre de pacientes con Alzheimer mediante el nuevo ensayo coincidían con los niveles de tau en el LCR y distinguían con fiabilidad el alzhéimer de otras enfermedades neurodegenerativas. Los niveles de proteína también se correspondían estrechamente con la gravedad de las placas amiloides y los ovillos de tau en el tejido cerebral de las personas que habían muerto con la enfermedad de Alzheimer
Mejorar los ensayos clínicos
El próximo paso será validar la prueba en una gama más amplia de pacientes, incluidos aquellos de diversos orígenes raciales y étnicos, y aquellos que sufren diferentes etapas de pérdida de memoria u otros síntomas potenciales de demencia. Los estudios incluirán también adultos mayores sin evidencia biológica de la enfermedad de Alzheimer.
Los científicos esperan que el seguimiento de los niveles sanguíneos de BD-tau pueda mejorar el diseño de los ensayos clínicos y facilitar la selección e inscripción de pacientes de poblaciones que históricamente no se han incluido en las cohortes de investigación.
"Existe una enorme necesidad de diversidad en la investigación clínica, no sólo por el color de la piel, sino también por el nivel socioeconómico, subraya Karikari. Para desarrollar mejores fármacos, los ensayos deben incluir a personas de distintos orígenes y no sólo a quienes viven cerca de centros médicos académicos".
Estos proyectos son cruciales para garantizar que los resultados de los biomarcadores sean generalizables a personas de todos los orígenes, y "allanarán el camino para que esta analítica esté disponible comercialmente para su uso clínico y pronóstico generalizado", concluye el investigador.
El test español para el diagnóstico precoz del alzhéimer
Es un hecho que el alzhéimer se está diagnosticando demasiado tarde, pero ¿cómo detectarlo antes? En ello trabajan la científica Marta Barrachina y su equipo del Instituto de Investigación Biomédica Bellvitge (IDIBELL). Llevan años ensayando el que, esperan, se convertirá en el "primer test epigenético de diagnóstico precoz del alzhéimer”. Su objetivo es que llegue al mercado a finales de 2023.
El test servirá, sobre todo, a los neurólogos que ven a pacientes en una fase inicial de la enfermedad, cuando se tienen los primeros lapsus de memoria, que se pueden dar a partir de los 50 o 55 años y pueden ser, - o no- señales de un alzhéimer incipiente. Es ahí donde será clave: para detectar a los pacientes que tengan elevadas probabilidades de desarrollarlo. Porque en el alzhéimer, “puedes estar más de 20 años con la enfermedad sin tener ningún síntoma”, por lo que es probable que cuando llegue el diagnóstico ya sea demasiado tarde.
En este caso no se trata de un test de uso común para la población, como el que se está desarrollando en Estados Unidos, sino de una prueba que será útil para el propio paciente pero fundamentalmente para médicos y farmacéuticas. “Servirá para seleccionar mejor qué pacientes entran en los ensayos clínicos y tener los pacientes correctos para poder demostrar la eficacia de los fármacos que están en estudio”. Porque si los fármacos se ensayan con los pacientes adecuados, tendrán más probabilidades de éxito. Es decir, será importante para "lograr fármacos curativos", explicaba a NIUS recientemente Marta Barrachina.
"En el momento en que haya un fármaco en el mercado, el neurólogo ya puede promover una terapia preventiva con esos pacientes”, advertía la científica. Es decir, si mejora el diagnóstico, mejoran los ensayos, y si de ellos salen fármacos, se podrán usar con esos mismos pacientes", destacaba.
Para el paciente, este test supone un simple análisis de sangre, que se procesa en el laboratorio, como cualquier otro. Pero en este, se extrae la sangre, se secuencia el ADN y se miran ciertos biomarcadores que aparecen en etapas iniciales del alzhéimer. El resultado que arroja es “un porcentaje de progresión a enfermedad de alzhéimer”. Es decir, “la probabilidad de tener alzhéimer”.
Para calcular esa probabilidad no basta con los biomarcadores, "han de analizarse con un algoritmo predictivo, que es el que te da esa probabilidad de alzhéimer”, aclaraba Barrachina. Lo interesante de sus ensayos es que hacen un seguimiento clínico de los pacientes, durante años. Si la persona acaba desarrollando alzhéimer, cuando vuelven atrás y analizan la sangre de las primeras veces que visitó al neurólogo la información que obtienen es valiosísima.
De momento, este test lo han ensayado ya con 350 pacientes. Con “resultados prometedores”, defendía la investigadora. En estos momentos están en fase de ampliar los ensayos hasta 750 personas. Con el mismo objetivo: conseguir “optimizar la selección de pacientes”.
Barrachina aseguraba a NIUS que este test “será una herramienta más, para que el neurólogo haga un diagnóstico más preciso”. Pero es que de ése diagnóstico más preciso pueden salir, en el futuro, mejores ensayos clínicos y mejores fármacos.