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La carrera por la vacuna más allá de Occidente: ¿de verdad ha ganado Pfizer?

  • China se adelantó en los ensayos de la vacuna y se ha adelantado ahora al comenzar a inocularla a la población

  • Rusia comunicaba los datos de eficacia de su vacuna justo después de Pfizer y antes que Moderna

  • Sus proyectos generan desconfianza en Occidente, pendiente de acelerar el desarrollo de las vacunas de las grandes farmacéuticas

El 16 de marzo, Moderna anunciaba que comenzaba los ensayos de su candidato a vacuna. Apenas habían pasado dos meses desde la secuenciación del genoma del coronavirus SARS-CoV-2 por parte de China. El anuncio de Moderna suponía el inicio de la carrera mundial por conseguir una vacuna. Moderna se disparaba en bolsa y acaparaba la atención de todo el planeta. ¿De todo? De casi todo.

Porque en China, ése mismo 16 de marzo pero unas horas antes, otra compañía, de nombre CanSino, anunciaba lo mismo, aunque lo suyo no fuera un ensayo clínico en toda regla ni contara con cobertura mediática. La viróloga Chen Wei, un general de división del ejército de China y seis científicos militares de su equipo habían recibido inyecciones de su vacuna. Una colaboración del ejército con la empresa privada que resulta inviable e inédita a los ojos de Occidente.

Así que habría sido CanSino, realmente, quien inoculó una vacuna de la covid-19 por primera vez en el mundo, aunque los medios de Occidente sólo mirasen a Moderna. Y esto es algo que ha seguido ocurriendo durante todos estos meses. Hay una carrera mundial por la vacuna, con unos 200 proyectos en marcha según los últimos datos de la OMS. De los 51 candidatos a vacuna que se ensayan con humanos, 13 de ellos están ya en la fase III, la última. Y de esos 13, cinco son chinos. Pero apenas se habla de ellos.

Las reticencias que despierta en Occidente la falta de transparencia de los proyectos de vacunas de China o de Rusia hace que sus avances pasen desapercibidos. Mientras, compañías como Moderna, Pfizer o AstraZeneca anuncian a bombo y platillo cada pequeño paso que dan. A este lado del mundo, son estas tres vacunas las que han encabezado la carrera, y Pfizer quien la acaba de ganar. Pero chinos y rusos siguen corriendo, incluso más.

China, de hecho, ya ha inoculado una de sus vacunas (la de Sinopharm) a cerca de un millón de personas en ese país. Por lo que, más allá de Occidente, la carrera la habría ganado Pekín. Los medios oficiales del régimen asiático llevan semanas informando de vacunaciones a trabajadores sanitarios, militares, diplomáticos y otros funcionarios de sectores estratégicos. Aún a pesar de que ni esa ni ninguna de las otras vacunas han publicado todavía sus datos de eficacia de fase III. Mientras, a este lado del planeta, Pfizer y Moderna acaparaban toda la atención por su ajustadísimo final de carrera.

China: la carrera es diplomática

China está vacunando a su población como forma de protegerles de un mundo en el que la covid-19 todavía campa a sus anchas, aunque ya no dentro de sus fronteras. El régimen de Pekín ha logrado contener la pandemia. Al país asiático ya no le urge la vacuna para sí mismo, pero confía en utilizar las que está desarrollando como herramienta geoestratégica. El objetivo sería posicionarse como potencia biotecnológica en determinadas zonas del planeta, según advierten los analistas internacionales.

La contención de la pandemia no es tan buena noticia para sus vacunas, que han tenido que llevar fuera sus ensayos. En China, la escasa incidencia del virus impediría que los participantes se infectasen. Los ensayos de las cinco vacunas chinas se están llevando a cabo, sobre todo, en países árabes y de América Latina. Y el gobierno de Pekín tiene acuerdos con los 15 países donde se están realizando, para suministrarles las vacunas si finalmente funcionan.

Esos países son: Brasil, Chile, Argentina, México, Perú, Turquía, Bahrein, Egipto, Jordania, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Rusia, Indonesia y Pakistán. China ha anunciado que podría producir 1.500 millones de dosis en 2021. Eso supone que todos esos países, que no podrán acceder a las vacunas financiadas por EE.UU. a través de la operación Warp Speed, pueden tener garantizado el suministro de vacunas. La “diplomacia” de la vacuna china contrasta con el “nacionalismo” que promueve la operación Warp Speed, puesta en marcha en su día por Donald Trump.

Las vacunas chinas y la rusa no llegarán a Europa, porque los ensayos no se están realizando bajo supervisión de la Agencia Europea del Medicamento (EMA). Para ser autorizadas deben ser evaluadas por la agencia, pero si no presentan datos no será posible hacerlo. China, sin embargo, dominará la distribución de las vacunas contra la covid-19 en los países en desarrollo.

Correr con equidad: vacunas para todos

En octubre, Pekín daba un paso importante en ése sentido. Se unía a una iniciativa global impulsada por la OMS (el mecanismo COVAX) de las vacunas de covid-19 en el planeta, que lleguen igual a los países ricos y pobres. Hasta la fecha, 184 países participan en COVAX, y de ellos 92 son economías poco desarrolladas. Ni EE.UU. ni Rusia se han unido de momento.

La idea es disuadir a los gobiernos de acumular vacunas y priorizar, en cambio, la vacunación de los grupos de riesgo que lo necesiten en todos los países. Unirse a COVAX le da a China la seguridad de que tendrá vacunas eficaces si sus candidatos acabaran fallando, lo que no es muy probable. Pero es, sobre todo, un movimiento diplomático. Sin la presencia de EE.UU. ni de Rusia, los analistas consideran que China puede ser la potencia que ejerza el control de este mecanismo multilateral.

También Europa se ha unido a esta alianza, a través de la Comisión Europea. “Ninguna región del mundo es segura mientras no estemos todos seguros. Solo será posible una recuperación mundial si se dispone de vacunas seguras y eficaces para todos aquellos que las necesiten”, ha dicho Ursula Von Der Leyen, presidenta de la Comisión.

El 31 de agosto, la UE anunciaba una ayuda de 400 millones de euros para COVAX. El pasado 12 de noviembre la revisaba al aza: aportará otros 100 millones más. 500 millones “para garantizar el acceso a una futura vacuna contra la COVID-19 en los países de renta baja y media”.

Europa también impulsa la carrera

Europa tiene garantizadas ya miles de millones de dosis de algunas de las vacunas más adelantadas en la carrera. Una carrera que también ha contribuido a acelerar, aunque aquí no haya habido una operación de apoyo a las vacunas similar a la lanzada por Trump en EE.UU.

El programa estadounidense Warp Speed ha destinado 9.000 millones de euros a impulsar el desarrollo de algunas vacunasWarp Speed, como la de Moderna, AstraZeneca, Novavax, Janssen y Sanofi. No la de Pfizer, sin embargo, que tiene a gala haberse “autofinanciado en su totalidad”, como explican a NIUS fuentes de la farmacéutica. “Decidimos autofinanciar nuestros esfuerzos para poder avanzar lo más rápido posible”.

Pero la Comisión Europea presentó, el 17 de junio, su propia “Estrategia de la UE para las vacunas de la covid-19”, con el mismo objetivo: acelerar el desarrollo, la fabricación y el despliegue de vacunas en Europa. Y lo están consiguiendo, sobre todo, a través del mecanismo de compra anticipada, que exponen en el documento de la estrategia.

“A cambio de los derechos anticipados de compra de un número específico de dosis, la Comisión financia parte de los costes de investigación de parte de los productos". El pago inicial se considera un pago anticipado de la compra final que después harán los estados miembros.

Así, la UE ha firmado ya contratos con cuatro farmacéuticas, que le garantizan unos 1.400 millones de dosis de sus vacunas: las de AstraZeneca, Sanofi-GSK, Janssen, Pfizer-BioNtech y Moderna. Con esta última ha cerrado el contrato hace sólo unos días, para el suministro de 160 dosis.

No es fácil saber cuánto se ha desembolsado. Esos contratos no se han hecho públicos, y son muchos, de hecho, quienes critican el secretismo que está rodeando las negociaciones entre la Comisión Europea, los estados y las farmacéuticas, a costa de las vacunas de la covid-19.

Al margen de esta estrategia, cada Estado está haciendo lo suyo, poniendo su granito de arena para dar impulso a la carrera. BioNtech, la empresa alemana que ha desarrollado la vacuna de Pfizer, recibía del gobierno alemán 375 millones de euros.

En España, el Ministerio de Ciencia ha destinado casi 8 millones de euros a 12 proyectos de vacuna contra la covid-19 que se están desarrollando en nuestro país. En marzo, el gobierno ya anunció una inversión de 29 millones de euros para financiar la investigación de vacunas y tratamientos. Y se han invertido 2,8 millones más para potenciar las infraestructuras necesarias para la producción y envasado de las vacunas en nuestro país.

Rusia, por libre: la vacuna está lista

Rusia anunciaba los datos de eficacia de su vacuna, denominada Sputnik V, justo después de los de Pfizer y antes que los de Moderna. El 11 noviembre, el Centro Gamaleya publicaba los resultados de sus ensayos: la vacuna tiene una eficacia del 92%. En esas pruebas han participado 40.000 voluntarios, aunque sólo 16.000 habrían recibido las dos dosis de que consta la vacuna.

Hace unos días, revisaban al alza esos datos. Según un segundo análisis, la vacuna rusa tendría una eficacia del 91,4% 28 días después de la primera dosis, y del 95% tras 42 días. Sus responsables aseguran que genera una "respuesta inmune estable" y que estos resultados "abren la vía a la vacunación masiva en Rusia contra la covid-19 en las próximas semanas".

Pero hay varios puntos que suscitan dudas, fuera de ése país. Los datos de eficacia se refieren a tan sólo 20 casos confirmados, lo cual rebaja la confianza sobre la verdadera eficacia de la vacuna. Además, la vacuna se administra en dos dosis, pero Rusia ha evaluado su eficacia con los resultados obtenidos sólo tras la administración de la primera dosis.

Los expertos critican que Rusia haya querido correr demasiado y consideran que es demasiado pronto para anunciar cifras tan prometedoras. Y recuerdan que el protocolo de los ensayos con la vacuna Sputnik V ni siquiera se ha hecho público todavía.

A pesar de todo ello, Moscú acaba de anunciar que la vacuna ya está lista para ser distribuida y Putin ha pedido al Gobierno que ponga en marcha la campaña para administrarla a la población. Rusia producirá más de dos millones de dosis de la vacuna Sputnik V, lo que permitirá poner en marcha una campaña de vacunación masiva de médicos y profesores, los dos grupos que consideran prioritarios.

Pero con la vacuna rusa ocurre lo mismo que con la china: la falta de transparencia, tanto en su proceso de desarrollo como al presentar sus datos de seguridad y eficacia, no genera la confianza suficiente. Rusia participa en la carrera, y corre como el que más, pero más allá de sus fronteras, sus éxitos son recibidos con mucha cautela.