¿De dónde salió el coronavirus? Una misión de la OMS empieza a investigar su origen en China


En el centro de la investigación está el laboratorio virológico de alta seguridad de Wuhan
La probabilidad de una pandemia tipo SARS venía anunciándose desde hace años
Hace 12 años en una remota cueva china se encontró el coronavirus de murciélago más próximo al SARS
Regreso al futuro: los que lo vieron venir
“La emergencia del SARS-CoV ha abierto una nueva era en la transmisión de enfermedades respiratorias graves porque la globalización provoca una rápida propagación por todo el mundo y un impacto económico masivo”.
¿Algo raro en esta frase? No lo parece. Se ha repetido con frecuencia en los últimos tiempos. Sin embargo, si uno se fija, no habla del SARS-CoV-2, sino del primer coronavirus, el SARS-CoV de 2002-2003.
No podía referirse al SARS actual porque ese párrafo se escribió en un artículo científico publicado en 2015 Salió en la revista Nature cuatro años antes de la emergencia del coronavirus que, como predecía el artículo, ha contagiado a medio mundo y ha tenido un “impacto económico masivo”.
Así continúa: “Aunque las medidas de salud pública han podido frenar el brote de SARS-CoV, recientes estudios genéticos han identificado secuencias de virus estrechamente relacionados con el SARS en la población de murciélagos chinos que pueden suponer una amenaza en el futuro”.
No fue el primero ni el último aviso. Ni China tomó medidas para evitarlo ni el mundo se preparó ante una pandemia más que anunciada por zoologos y ecólogos como Peter Daszak en 2018:
A very important cave site in Yunnan Province, China - We've found a series of SARS-related Coronaviruses in bats from this cave that have every genetic element of the original SARS-CoV outbreak virus. pic.twitter.com/4emwgSHg8p
— Peter Daszak (@PeterDaszak) 2 de octubre de 2018
Entra en escena la “mujer murciélago”
Entre los firmantes del estudio de 2015 figura la viróloga china Shi Zhengli, también apodada 'la mujer murciélago' por su extenso conocimiento de estos mamíferos voladores. Un campo inabarcable. Las 1.200 especies de murciélagos son grandes reservorios animales de virus. El virus Hendra, el Ébola, el Marburg, el Nipah, la rabia, los coronavirus… El laborioso rastreo de estos virus siempre conduce a un probable origen murciélago.
Desde 2004, la doctora Shi estudiaba los virus de murciélagos en la China subtropical porque quería rastrear el origen del SARS. Los primeros casos se habían asociado a comerciantes de civetas en el sur de China. La civeta, mamífero carnívoro del sudeste de Asia, había sido probablemente el huésped intermedio. Shi consiguió ir más allá y culminar una búsqueda que duró una década: identificó un virus que tenían los murciélagos de herradura como el pariente más cercano del SARS humano.
Tres años antes, en una cueva remota…
En 2012, uno de los equipos de la doctora Shi se había desplazado a Mojiang, en la provincia de Yunnan para investigar un extraño suceso. Seis recolectores de guano de murciélago en una cueva habían enfermado de una rara afección respiratoria. Murieron dos.
Los médicos temían un nuevo brote del temido SARS 1, pero la prueba dio negativo. Al final atribuyeron la enfermedad a los hongos que abundaban en la caverna.
Sin embargo, el equipo de la doctora Shi no desaprovechó el viaje. Durante meses se adentraron en la cueva con equipos de protección y recogieron cientos de muestras fecales de murciélago. Las enviaron en contendores a 80 grados bajo cero hacia otra ciudad china a 1.000 kilómetros de distancia: Wuhan. Ocho años después, un virus de murciélago encontrado en esa cueva cobraría una relevancia especial por tener el genoma más próximo al SARS-CoV-2.
El laboratorio de máxima seguridad de Wuhan
En la orilla oeste del río Yangtsé a su paso por esta populosa ciudad del centro de China, se encuentra el Instituto de Virología de Wuhan. Este complejo de investigación, renovado en 2018, aloja un laboratorio de máxima seguridad biológica, un BSL-4 (por las siglas en inglés de Laboratorio de Bioseguridad, nivel 4). El centro, por cierto, mantenía una estrecha cooperación con investigadores de Estados Unidos.
En los BSL-4, las medidas de protección son extremas. Sólo hay una cincuentena laboratorios de este tipo en todo el mundo. Ninguno en España. Embutidos en trajes estilo astronauta, los científicos investigan los patógenos más peligrosos, microorganismos de fácil contagio y difícil cura como el Ébola o el virus de Crimea-Congo. En el BLS-4 de Wuhan, la doctora Shi lleva años estudiando cientos de coronavirus de murciélago.

La fábrica de virus “quiméricos”
El primer coronavirus SARS, también de origen chino, se contagiaba menos que el actual, pero la tasa de mortalidad era más alta. Dejó un balance cercano a los 800 muertos. Ahora pueden parecer pocos, pero el SARS metió el miedo en el cuerpo por todo el sudeste de Asia.
Con vistas a su detección y prevención, la doctora Shi y su equipo estudiaba cómo los coronavirus tipo SARS podían convertirse en un agente aún más infeccioso para el ser humano. Manipulaban los virus para crear variantes “quiméricas” y lo que descubrieron fue la gran capacidad infectiva que podían llegar a tener.
En artículos como el citado arriba advirtieron sobre “la amenaza potencial que suponían algunos virus de murciélago”. Y también añadieron: “La necesidad de prepararse ante futuros brotes debe tener en cuenta el riesgo que supone crear patógenos más peligrosos”.
¿Pudo el SARS-CoV-2 ser un virus quimérico que se les escapó accidentalmente?
Shi Zengli: “Me he quitado un peso de encima”
En diciembre de 2019, la aparición de casos de una nueva neumonía atípica en Wuhan quitó el sueño durante días a la 'mujer murciélago'. Según confiesa en Scientific American, no esperaba algo así en Wuhan, una ciudad alejada de los hábitats tropicales de los murciélagos. “Si la culpa era de los coronavirus, ¿podrían haber salido de nuestro laboratorio?”, se preguntaba en la única entrevista concedida a un medio occidental.
A principios de enero Shi fue la primera en descifrar el genoma del nuevo patógeno y lo comparó con las muestras y archivos de su laboratorio. Encontró un coronavirus de murciélago, el RaTG13, que compartían el 96,2% de su material genético con el SARS-CoV-2.
Parece mucho, pero esa diferencia de un 3,8% significa que los dos coronavirus, el humano y el murciélago, se separaron -los científicos no se ponen de acuerdo- hace 40 o 70 años. “Me quité un peso de encima”, comenta en Scientific American.
El RaTG13 es uno de los virus de murciélago que su equipo se había traído en 2012 de aquella remota cueva de Yunnan donde enfermaron los recolectores de guano.

Teorías de la conspiración
Un momento: ¿un nuevo coronavirus aparece en una ciudad china que aloja un laboratorio de alta seguridad donde se investiga y manipula los coronavirus? La coincidencia es demasiado golosa como para no suscitar todo tipo de teorías de la conspiración. Que si el virus es un arma biológica fabricada por los chinos, que si el virus se escapó accidentalmente de unos laboratorios cuya seguridad dejaba mucho que desear…
La inmensa mayoría de los científicos descarta que el SARS-CoV-2 haya sido una creación de laboratorio. Exhiben como prueba la proteína picuda que da forma a su característica corona, la “llave” de entrada en la célula. Su singularidad y eficacia sólo puede ser obra de la naturaleza, explican, nunca se habría alcanzado a partir de una combinación artificial de datos genómicos conocidos.
La extraordinaria promiscuidad viral
Las zoonosis, cruces de microorganismos desde los animales a los humanos, son un fenómeno recurrente. Más aún desde que la imparable expansión de la especie humana se adentra en territorios antes vírgenes y entra en contacto frecuente con nuevos organismos. Sólo en lo que va de siglo XXI, tres coronavirus han saltado a los humanos: el primer SARS, el MERS y ahora el SARS-CoV-2. Es el resultado de la promiscuidad viral, en palabras de los investigadores españoles Carlos Briones y Juli Peretó.
El zoólogo Peter Daszak, recordaba en Twitter que estos cruces ocurren todos los días. “Hicimos varios estudios de seroprevalencia en el sureste de Asia y descubrimos que un 3% de la población rural tiene anticuerpos frente a los coronavirus de murciélago. Eso significa que 1-7 millones de personas se exponen cada año a coronavirus de murciélago relacionados con el SARS. Es absolutamente ilógico pensar que no es esto lo que ha llevado a la epidemia actual”.
These jumps occur every day. We conducted sero-surveys in SE Asia & found 3% of rural people have antibodies to bat CoVs. That means 1-7 million people per year exposed to bat origin SARS-related CoVs. It's utterly illogical to think that this did not lead to the current outbreak
— Peter Daszak (@PeterDaszak) 16 de abril de 2020
Los primeros casos estaban vinculados al mercado de pescado y animales vivos de Wuhan. ¿Fue allí donde se produjo el salto? No está claro. Ni 34 de los primeros 41 pacientes tenían relación con el mercado ni se encontró rastro del coronavirus en los animales que había allí. El mercado pudo actuar como amplificador del contagio, pero ¿dónde está el origen? ¿quién fue el paciente cero? ¿dónde cruzó entre especies y saltó finalmente -tal vez desde un animal intermedio- a los humanos?

Encontrar una aguja en un pajar
La doctora Shi tardó 10 años en encontrar un virus de murciélago con la secuencia genética más cercana al primer SARS. Pero ni siquiera la OMS da por despejada la incógnita. Así lo cuenta en su página web: “Se cree que el SARS es un virus de origen animal procedente de un reservorio animal aún por determinar, quizá murciélagos, que se propagó a otros animales (civetas) e infectó por primera vez a los humanos en la provincia de Guangdong, en el sur de China”.
El sueño de cualquier virólogo sería encontrar el SARS-CoV-2 o un virus extremadamente parecido en algún animal. Se ha descubierto uno con características similares en pangolines, pero su secuencia genética está más alejada del SARS-CoV-2 que la del murciélago de herradura. Otras hipótesis vuelven a apuntar a las civetas. Pero hasta ahora no se ha encontrado nada concluyente. Los expertos en zoonosis apuntan que quizá ya no circule en el animal huesped o que sólo lo haga en alguna estación del año.
El origen de la gripe pandémica de 2009 se atribuyó originalmente a un origen porcino en el sureste de Asia. Siete años después, la revisión de decenas de muestras de cerdos enfermos permitió situar su origen en granjas mexicanas. Los cerdos habían sido importados desde Europa.
Rastrear el origen exigirá tomar muestras de animales vendidos en el mercado hasta un año antes del brote. Volver a repetir el fatigoso trabajo de la doctora Shi con el primer coronavirus. Buscar una aguja en un pajar. Tal vez nunca se encuentre. Pero, de entrada, la investigación debe empezar recogiendo todos los datos que tiene China. ¿Han contado todo lo que saben?
Buscando respuestas: llegan los investigadores de la OMS
Las teorías conspirativas se han alentado desde el Gobierno de Estados Unidos sin que haya publicado hasta la fecha ninguna prueba que las sustente. El origen del coronavirus –“el virus chino”, que suele decir Trump- es el último frente de la batalla geopolítica entre Washington y Pekín.
La falta de transparencia china no ayuda a despejar dudas. Tardaron semanas en comunicar a la OMS que el virus se transmitía entre humanos y persiguieron al doctor que alertó de lo que estaba pasando (y que murió víctima del coronavirus). Sólo una investigación independiente puede despejar cuánto de todo esto obedece a una malvada conspiración, cuánto a la obsesión controladora del régimen de Pekín y cuánto al temor de que el orgullo nacional chino salga mancillado.
China ha tenido que abrir sus puertas este fin de semana a una misión de la OMS que pretende investigar el origen de la pandemia. La misma semana en la que Estados Unidos ha formalizado su salida de este organismo internacional al que Trump acusa de ser benevolente con los chinos.
Si ya es difícil dar con el origen del virus desde el punto de vista estrictamente científico, será complicado que la credibilidad de la investigación escape a la batalla por la hegemonía global entre China y Estados Unidos.