"Nos hemos metido prácticamente en la boca del cráter": así trabajan los drones científicos en el volcán de La Palma


Los drones del IGME son clave en el seguimiento del volcán de La Palma: "Somos los ojos de los científicos"
Pilotados por geólogos, han llegado a volar a menos de 100 metros del cono del volcán, y a sólo 35 de la colada de lava
En la isla hay decenas de drones, zona de exclusión y un controlador específico: los drones científicos del IGME tienen prioridad
“En algunos casos, hemos llegado a menos de 100 metros del cono. Y, por encima de las coladas, hemos estado a unos 35-40 metros sin problema”. Habla Carlos Lorenzo, geólogo y experto en drones del IGME, que lleva una semana sobrevolando La Palma para vigilar, minuto a minuto, la evolución del volcán. “Nos hemos metido prácticamente en la boca del cráter. Nos hemos convertido en los ojos de los científicos”.
Son un equipo de tres personas, trabajando 24 horas al día, con cuatro drones. Acompañados en todo momento por el personal del Grupo de Emergencias y Salvamento del Gobierno de Canarias (GES), que les da apoyo logístico y aporta otros tres drones. Todo lo que sale de estos aparatos llega al Comité Científico del PEVOLCA que gestiona esta emergencia. A veces, incluso, en el mismo momento en que el dron lo está grabando.
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“En muchos casos emitimos en directo, mientras volamos lo están viendo. Gracias a los drones, ellos saben la posición de las bocas, de las grietas, lo que está pasando en el cono, si la lava está fluyendo a mayor o menor velocidad… todas estas cosas se estiman siempre con los drones”, explica Lorenzo. ¿Pero cómo funcionan? ¿En qué condiciones trabajan en La Palma estos días? ¿Por qué son tan útiles para los científicos?
Drones "convencionales" pilotados por científicos
No hay drones específicos para volcanes. Lo que hay es geólogos que se convierten en pilotos de drones. Y eso es lo que marca la diferencia, en estos casos. “La peculiaridad es que quien pilota el dron es un científico, ese es el mayor valor que le damos. Porque cuando pilotamos, estamos entendiendo lo que vemos. Yo no estoy viendo una imagen bonita que venda en los medios, estoy mirando que el cono no tenga fracturas en su base, por ejemplo… Son drones diferentes porque quien los está volando es un científico”.
Pero no es ése el único valor de los drones que están utilizando en La Palma. Están respondiendo mucho mejor de lo esperado. “Es sorprendente, pero estos drones aguantan muchísimo la temperatura, más de lo que pensábamos. Hay una marca en concreto, que es la que llevamos nosotros, que está aguantado muy bien estas temperaturas tan altas”.
Estamos hablando de más de 1000 grados centígrados, cuando sobrevuelan el cono del volcán. Por encima de las coladas, pueden estar a más de 500. “Lo notamos en las cámaras, se deforma un poco la imagen, sabemos cuándo hemos llegado al límite del dron”, explica Carlos Lorenzo. “Los drones están sufriendo mucho porque, además, hay mucha ceniza en el aire y eso afecta a los estabilizadores”.
Más altura y más distancia que en condiciones normales
El IGME está utilizando dos tipos de drones para su trabajo en La Palma. Unos con cámara convencional, otros con cámara térmica. Estos últimos, no sólo para los vuelos nocturnos. “Son casi más útiles de día que de noche, porque aquí, de día, hay una luz muy dura. Con los convencionales no consigues ver cómo es la lava, saber si es fría, si es seca... Pero con las cámaras infrarrojas y térmicas podemos saber realmente el estado de la colada, si sigue activa o si se está empezando a enfriar”. Es importante saberlo, porque si se enfría, por ejemplo, “eso quiere decir que se va a mover menos”.
Y por las noches, esos drones les permiten volar con muy poca visibilidad. “Hay que tener en cuenta que volamos entre cables, con montañas por delante… si no tuvieran esas cámaras térmicas, no veríamos cómo llegar. Llevan sensores anti-choque, además”, explica Lorenzo.
Legalmente, estos aparatos pueden volar a una altura de 120 metros y a una distancia máxima de 500 metros desde el que lo pilota. Pero en la emergencia de La Palma, las condiciones cambian. “En estos casos, nos permiten más altura, hasta 500 metros. Y nos estamos pudiendo desplazar hasta a 4 kilómetros de distancia desde el punto de despegue”, asegura Lorenzo.
Prioridad para los vuelos científicos en la isla
Los drones del IGME y el GES no son los únicos drones que sobrevuelan La Palma estas semanas. Pero sí los que tienen prioridad absoluta sobre todos los demás, porque son clave en el trabajo de los científicos, en la toma de decisiones. “Nosotros aportamos la información visual sobre la geomorfología, sobre la velocidad de la colada… o, por ejemplo, si creen que se ha abierto una nueva boca, tenemos que ir rápido a verificarlo”.
¿Quién establece esa prioridad? El controlador aéreo que está en la zona, un técnico específico para drones. “En la isla, de hecho, se ha abierto un espacio aéreo exclusivo para drones, y ahí nos dan prioridad a los vuelos científicos. Le mandas un plan de vuelo y te da el permiso. Eso hay que hacerlo en cada vuelo, para estar seguros de que no interceptas con otros drones ni hay posibilidad de colisión. Nadie puede volar en esta zona si no está autorizado por el controlador aéreo”, advierte Lorenzo.
Esto es muy importante, porque explica que, en La Palma, los drones han proliferado mucho estos días. Ya se cuentan por decenas. “La primera semana había más de 17 operadoras de drones en la isla, ahora habrá como 30. Y cada una puede tener más de siete drones… multiplica”. Pero asegura que ellos, al tener prioridad sobre los demás, no están teniendo problemas para realizar su trabajo.
"Cambios enormes a diario" en la zona eruptiva
Lorenzo se marcha este viernes de la isla, toca relevo. Le preguntamos cuál es su impresión de todo lo que ha visto y sigue viendo, a través de los drones, qué nos depara el volcán... “No me atrevo a pronosticar nada. Este volcán te sorprende cada día”.
Hay una cosa en concreto que le sorprende mucho, como geólogo, cuando se pone a los mandos de los drones, cada día. “Lo que más me sorprende es la modificación diaria de la morfología. Lo que vemos cada día es distinto del anterior, pero muy distinto. Hay muchas modificaciones con respecto a lo que vimos el día anterior”, cuenta sorprendido.
Las coladas de lava también se van modificando día a día, explica, pero Lorenzo insiste: “A diario vemos variaciones enormes, sobre todo, en la zona eruptiva. Ahí los cambios son tremendos”. ¿Esto quiere decir que queda volcán para rato? “Sí, yo creo que aún nos quedan algunas semanas por delante”.