¿Hay que seguir desinfectado las superficies? Los datos restan importancia a esta vía de contagio del coronavirus


La OMS sigue recomendando la desinfección de superficies: aunque el contagio por superficies sea raro, no se puede descartar
Un estudio de muestras de superficies recogidas durante meses rebajaba la posibilidad de contagio a menos de 5 por 10.000
Un experimento con una partida de póker demostró que las superficies eran irrelevantes en el contagio del catarro común
En China, una persona contagiada por el coronavirus estornuda en la mano y después aprieta el botón del ascensor de su bloque. Minutos después, otro vecino del inmueble toca el mismo botón y se lleva la mano a la boca con un palillo y, de paso, con el virus SARS-CoV-2.
De los cientos de estudios que se han publicado desde que empezó la pandemia, este es el único caso conocido y documentado de transmisión del virus a través de una superficie contaminada. Con todo, tampoco cabe descartar que el contagio se produjera por otra vía porque no se secuenciaron genéticamente los virus de cada uno de los infectados para comprobar su relación.
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El temor inicial a los 'fomites'
¿Es como el de la gripe? ¿Más o menos letal? ¿Muy contagioso? ¿Qué debo hacer para no infectarme? Son algunas de las preguntas urgentes que suscitó la llega de la pandemia hace un año. La ciencia ha intentado responderlas a lo largo de todos estos meses, pero aún faltan respuestas definitivas.
Sin embargo, cada vez queda más claro que el contagio vía superficies es extremadamente raro, aunque no descartable, según la información recopilada por la revista Nature. El coronavirus se transmite fundamentalmente a través de los aerosoles, las micropartículas que emitimos al hablar y respirar.
En marzo y abril, los primeros estudios apuntaron que el ARN viral podía sobrevivir unos tres días en plástico y acero inoxidable, cuatro horas en cobre, tres horas y media en una cartulina, aunque en todos los casos su capacidad de contagio se extinguía en cuestión de horas o minutos. También en el crucero Diamond Princess se encontraron restos de ARN viral Diamond Princessen camarotes que llevaban 17 días vacíos.
Estos primeros datos se sumaban a la larga experiencia con otras enfermedades infecciosas y respiratorias. En los entornos hospitalarios, está bien documentado el contagio a través de las superficies contaminadas por patógenos de los enfermos, los llamados ‘fomites’.
Limpieza a mansalva de superficies
Con esta información inicial, las autoridades sanitarias de todo el mundo empezaron a exigir la limpieza constante de superficies, a desinfectar calles e interiores y a recomendar guantes para evitar el contagio. Las imágenes postapocalípticas de operarios municipales -o en España, soldados de la UME- enfundados en trajes de ‘astronauta’ y envueltos en nubes de desinfectante se hicieron comunes en la primera ola por todo el mundo.
A finales de 2020, la venta global de productos desinfectantes había alcanzado los 3.700 millones de euros, un 30% más que el año anterior, según Nature. Sólo la autoridad del transporte de Nueva York se ha gastado 400 millones de dólares en la limpieza de metro y autobuses.
Pero encontrar ARN viral en una superficie no significa necesariamente que sea contagioso, dice en Nature el virólogo de la Facultad de Medicina en la Universidad de Rutgers en New Jersey, Emanuel Goldman: “El ARN viral es el equivalente al cadáver del virus. No es infeccioso”.
La partida de póker de Madison-Wisconsin
A medida que han pasado los meses el foco se ha trasladado al contagio por aerosoles porque apenas se han encontrado casos de transmisión a través de superficies en condiciones reales, no de laboratorio.
Tras varios meses recogiendo muestras en distintas superficies de contacto frecuente en una localidad de Massachusetts, un equipo de investigadores concluyó que el riesgo de contagiarse al tocar una superficie contaminada era mínimo, menos de cinco casos cada 10.000.
Nature cita estudios de años atrás que ya rebajaban a la mínima la tasa de contagio por tocar superficies contaminadas en el caso de otros virus respiratorios.
En 1987, investigadores de la Universidad de Madison-Wisconsin metieron en una habitación a voluntarios sanos junto a otros infectados con un catarro común y les pusieron a todos a jugar al póker.
En el primer experimento, los jugadores sanos no podían llevarse las manos a la cara para evitar que se contagiaran al tocar superficies contaminadas de las cartas, las fichas o la mesa. La mitad se contagió. Pero es que en el grupo que sí podía mover los brazos, también se contagió la mitad.
En el segundo experimento, los infectados tosieron sobre cartas y fichas. Luego los investigadores llevaron esas mismas cartas y fichas a otra sala, pusieron a jugar con ellas a un grupo de voluntarios sanos y les dijeron que se frotaran los ojos y la nariz. En este caso, sólo se podían contagiar por el contacto con las cartas y las fichas. Ninguno se contagió. Estos experimentos apuntaban claramente a que el contagio del catarro sólo se daba por vía aérea.
El principio de precaución
“La transmisión a través de fomites es posible, pero parece que muy excepcional”, señala en Nature la ingeniera ambiental Amy Pickering, de la Universidad de California. “Tienen que concurrir muchas circunstancias para que se produzca el contagio”.
No obstante, impera el principio de precaución. Como se suele decir en las películas de juicios, la ausencia de pruebas no es una prueba de ausencia. “Que no se haya demostrado la viabilidad no significa que no pueda haber virus contagiosos en cierto momento”, advierte el epidemiólogo Ben Cowling de la Universidad de Hong Kong.
La Organización Mundial de la Salud mantiene su recomendación sobre todas las medidas higiénicas y de desinfección. ¿Es necesario seguir lavándose las manos con tanta frecuencia? Eso siempre es recomendable: “Una de las maneras de protegernos es lavándonos las manos, con pandemia o sin ella”, dice el virólogo Goldman