Cómo curar una quemadura

Las causas más frecuentes de una quemadura son la exposición solar, el contacto con líquidos y sólidos calientes o con el fuego
Según la gravedad y profundidad de la quemadura, se distingue entre cuatro grados de quemaduras
Se considera que es imprescindible la atención médica a partir de las lesiones de segundo grado, sobre todo cuando afecta mucho a la epidermis y a la dermis
Las quemaduras son una de las lesiones domésticas más comunes. Tocar una taza de café demasiado caliente, tocar sin un guante una bandeja que sale del horno o incluso cuando en verano algunas personas pasan muchas horas expuestas al sol son algunas de las causas más frecuentes de quemaduras. Hay otras que ocurren menos, como las que son fruto de un incendio o por el contacto con productos químicos, cuya gravedad es más elevada.
Precisamente, según el grado de afectación y profundidad de estas quemaduras sobre nuestro organismo, la cura es moldeable en cada caso. El tipo de lesión e impacto que tienen en la piel son determinantes para configurar el tratamiento a recibir.
Tipos de quemaduras
Una quemadura es una lesión de la piel u otro tejido del cuerpo que se manifiesta por el contacto con el fuego, líquidos y sólidos calientes, sustancias corrosivas y cáusticas o incluso por radiación solar.
Las quemaduras pueden incidir únicamente en la capa más superficial de la piel o afectar a capas más profundas y subcutáneas. Teniendo en cuenta la profundidad de la lesión, las quemaduras se clasifican en cuatro grados:
- Quemadura de primer grado: Es la que afecta a la capa más superficial de la piel, a la epidermis. En estos casos, la zona lesionada se pone roja y causa molestias. Un ejemplo recurrente son las quemaduras tras haber estado mucho tiempo expuesto al sol.
- Quemadura de segundo grado: Esta lesión incide en dos capas, la epidermis y la dermis. A su vez, se distingue en quemaduras IIA (afecta a la epidermis y de manera parcial a la dermis), IIAB (lesiona la epidermis y la dermis de manera intermedia) y IIB (afectan de una manera muy similar a ambas capas). La piel se pone de color rojo, se puede producir hinchazón e incluso puede aparecer alguna ampolla.
- Quemadura de tercer grado: Además de lesionar la epidermis y la dermis, también repercute en tendones o músculos, por ejemplo. También reciben la denominación de quemaduras dérmicas de espesor total. Las quemaduras de este tipo son mucho más graves y es imprescindible acudir al médico. Su recuperación es mucho más lenta y, en algunos casos, queda cicatriz para siempre.
- Quemadura de cuarto grado: Su afectación es aún más superior que las quemaduras de tercer grado. A este tipo de quemaduras también se lo distingue como quemaduras subdérmicas. Las heridas que causa son tan profundas que no queda ninguna estructura de la piel que permita su recuperación y curación. Son heridas que superan los cinco centímetros y su causa tiene que ver, muy habitualmente, con incendios, cables de electricidad o productos químicos.
El tratamiento para las quemaduras
El periodo de recuperación y curación de una quemadura depende de la gravedad de la misma. Este mismo baremo es importante para saber cuándo hay que ir al médico.
Para las quemaduras más leves, lo primero es tranquilizar y calmar a la persona que se haya lesionado. Seguidamente, si el tejido de ropa no está pegado a la zona de la quemadura, es importante retirarla.
Con el objetivo de evitar infecciones y daños mayores, un primer paso es enfriar la zona afectada con un chorro de agua fría durante unos 5 o 10 minutos. No debe usarse hielo para refrescar la zona, ya que aún puede lesionar más el tejido. Tras este proceso, es conveniente lavar la herida con agua y jabón y, después, aplicar alguna crema hidratante o ungüento como aloe vera o vaselina.
Otro factor importante es tapar y cubrir la zona lesionada con una gasa estéril pegada ligeramente. Para seguir aligerando el dolor, si sigue siendo molesto, los analgésicos como el paracetamol o el ibuprofeno pueden ayudar a minimizarlo. Las quemaduras de primer grado suelen curarse en cuestión de 72-96 horas.
En cambio, las de segundo grado pueden persistir hasta tres semanas. El procedimiento tiene que ser el mismo, aunque durante un período más prolongado. Ante la aparición de ampollas, es fundamental no romperlas, ya que si se abren, la posibilidad de infección es más grande.
El vendaje hay que renovarlo a diario y no hay que rascar la herida por mucho que pique. En paralelo, evitar la exposición al sol es importante para una cura correcta. Cuando hay heridas, cabe destacar que es fundamental poner antiséptico para evitar infecciones.
¿Cuándo hay que acudir al médico?
En términos generales, se considera que, en función de la gravedad de la lesión, a partir de las quemaduras de segundo grado (del subtipo IIAB o IIB) es imprescindible consultar con los profesionales sanitarios y seguir las pautas que estos establezcan.
Así pues, cuando las quemaduras abarcan a manos, pies, cara, ingle, glúteos o músculos, cuando afectan a dos capas de la piel o más o cuando las quemaduras son de más de cinco centímetros, hay que recurrir a la atención médica.
Si una quemadura tarda más de lo habitual en curarse, también es importante pedir consulta con el médico. Lo mismo hay que hacer si hay signos de infección, síntomas fuera de lo habitual o cicatrices destacables.