‘La niña de la palangana’: la fotografía que ha conectado dos mundos y dos tiempos, años después

'La palangana', del fotógrafo Jesús Jaime Mota, muestra a una niña lavándose los pies y ha recibido varios premios
Su hijo vuelve a la India, años después, para entregársela a su protagonista
Cuando su padre, fotógrafo de profesión, viajó a la India y realizó la fotografía ‘La palangana’, Alejandro Jaime era todavía un niño. Pero ya entonces sabía que seguiría los pasos de su progenitor y miraría la vida, a través del objetivo de una cámara. “Esa foto le dio muchas alegrías. Ha sido la más vendida de su galería y con ella consiguió premios nacionales e internacionales”, cuenta, orgulloso, a NIUS.
La protagonista de la instantánea es Kanchan. Una niña que entonces tenía diez años y a la que fotografió en un gesto cotidiano. Se lavaba los pies en una palangana, antes de ir al colegio. La pequeña mira al objetivo mientras su abuela, al fondo, presencia la escena. Ahora, casi quince años después, Alejandro ha cerrado el círculo que comenzó su padre, el fotógrafo Jesús Jaime Mota, ya fallecido. Ha viajado a la India para encontrar a ‘la niña de la palangana’. Su deseo era conocerla y regalarle la fotografía que siempre lo ha tenido fascinado.

Localizarla ha sido una odisea. “No sabía nada de ella, ni siquiera su nombre”, reconoce Alejandro. Así que empezó por el principio, Pachewear, el pueblo en el que fue tomada la imagen. Con la ayuda de la gente de la zona que todavía recordaban, incluso a su padre, el joven averigua que Kanchan tiene ahora 22 años y dos hijos, fruto de un matrimonio concertado. No vive ya en el pueblo, sino con la familia de su marido en Dudu, una pequeña ciudad a treinta kilómetros de allí.
Sin embargo, encontrarse con ella no es fácil. “Al estar casada, necesitaba el permiso de su esposo y éste se negó”, relata Alejandro que, pese a las dificultades, sigue en su empeño y decide recurrir a Ranjit, el padre de la joven. Un hombre pequeño, de estatura, con una gran sonrisa que le dice: “No te preocupes. Mi hija Alia va a ir a buscar a su hermana”. Y lo cumple. Al día siguiente, Kanchan aparece en la casa. Casualidades del destino, vestida de amarillo. El mismo color que en la fotografía.
La joven esboza una pequeña sonrisa. “Estaba muy extrañada con la situación, pero cuando le enseñé la foto se alegró”, nos cuenta Alejandro. No recuerda el momento en que le hicieron la fotografía, pero se alegra de tener un recuerdo de su infancia. Quizás el único. Su vida no ha sido fácil. “Su cara es más madura, pero no se ha borrado la pureza de su mirada”. Kanchan no consiguió acabar los estudios y se dedica, como la mayoría de las mujeres del entorno rural de la India, a cocinar, lavar, limpiar y cuidar de su familia.
“Tal vez, ella no termine de apreciar el valor que esta fotografía tiene para mí”, reconoce Alejandro, pero se queda con la satisfacción de saber que la niña, a la que su padre fotografió, está bien. No descarta volver, algún día, a la India. Y que algo haya cambiado para que Kanchan pueda decidir, por sí misma, si reencontrarse con él o no.