No hay que quedarse quieto ante las obras de Soto que hay en el Guggenheim

Se exponen más de 60 obras de este artífice del arte cinético. Algunas, de gran formato, permiten al visitante penetrar en ellas
La muestra incluye la espectacular instalación 'Sphère Lutétia', que está junto al estanque del museo
La exposición, que se podrá ver hasta el 9 de febrero, recoge cinco décadas del trabajo del artista venezolano
Nada puede ser más fascinante que interactuar con una obra de arte. Es lo que sucede cuando un visitante se encuentra frente a una de las más de 60 obras de Jesús Rafael Soto (Ciudad Bolívar, 1923- París, 2005) que estos días se exponen en el Guggenheim Bilbao.
'Soto. La cuarta dimensión' es una de esas exposiciones en las que el visitante puede jugar con las obras. Si uno entra en la sala, situada en la planta baja de la pinacoteca de titanio, lo primero que siente es que las paredes se mueven gracias a los efectos ópticos de algunas de las obras. Las piezas se basan en la geometría. Líneas rectas y curvas. Perfectas y equilibradas, pero que no están pintadas planas en un cuadro. Tienen volumen, que lo crea mediante materiales que planta delante como el hilo de nailon. Y es precisamente ese volumen el que crea la magia en las retinas de nuestros ojos.

Apetece detenerse unos minutos delante de algunas de ellas y dar un paso a la izquierda y otro a la derecha; un paso hacia delante y otro hacia atrás, viendo como ante nuestros ojos se produce una sensación mágica de falso movimiento que nos hace pensar y disfrutar a partes iguales. Es como si las obras cobrasen vida al paso del espectador.
Para Manuel Cirauqui, comisario de la exposición, "el trabajo de Soto, precisamente porque rompe los esquemas de la visión, nos permite darnos cuenta de que hay mucho que se nos escapa. Hay mucho en el mundo visible que no podemos ver o que vemos de forma fugaz".
Para entender esta pasión por el movimiento y el arte, hay que remontarse a sus años de estancia en Paris, donde convive con obras abstractas especialmente de Malévich y Mondrian. Las admira, pero él quiere ir más lejos y activar la imagen creando un movimiento, una experiencia. De ahí la utilización de determinados materiales que crean un efecto óptico en la pintura. "Esta exposición trata de plantear una mirada nueva sobre el trabajo de este venezolano afincado en Francia. Un artista fundamental para entender la evolución de la abstracción, de algo que podríamos llamar la expansión de la pintura en el espacio y en el tiempo", señala Cirauqui.
Artista bohemio
La exposición cuenta también con varias obras de gran formato. Son las denominadas Penetrables que, como su propio nombre indica, permiten al visitante introducirse en la obra e interactuar con ella. Aquí está no solo permitido, sino que es indispensable tocar la obra. Estas grandes estructuras están hechas de colgantes de plástico o metal que chocan entre ellos creando una sinfonía musical que sorprende al visitante. No es casual. Es algo buscado y querido. De hecho, Soto era un gran amante de la música, pasión que heredó de su padre que era violinista y por eso, en estas obras, se crea música con cada movimiento. Como cuenta Cirauqui, este artista era un virtuoso de la guitarra y tenía una gran afición a la música folclórica de centro-américa, especialmente de su tierra Venezuela. Cuando llegó a París se ganó la vida tocando con “bastante eficacia” en cafés y restaurantes. De ahí, que parte de sus obras rezumen musicalidad. “Era el típico artista bohemio”, confiesa el comisario.

A estas piezas se suman sus Volúmenes virtuales, trabajos verticales que evocan grandes figuras geométricas suspendidas en el aire o Extensiones, piezas de suelo de las que emerge una masa cromática a veces opaca o a veces sutil como un halo. También están sus Progresiones, obras en las que las formas aéreas parten desde el suelo y el techo para encontrarse.
En medio de la sala, también se pueden encontrar obras hechas con material reciclado que el artista trabajaba y daba forma. Materiales de deshecho, a quienes regalaba una segunda vida. Son sobre todo alambres enredados que enfrentaba a obras estructuradas y lineales, creando la idea de desintegración de la materia.
Obras en el exterior del museo
Si todo lo aquí dicho no les convence, pueden tener un ejemplo de cómo es su arte sin necesidad de entrar en el museo. La obra de Soto se puede disfrutar también en el exterior. Allí, en el estanque, aparece majestuosa la obra, Sphère Lutétia, que con sus juegos ópticos nos da una idea de lo que vamos a poder encontrar en el interior.

Esta es la primera muestra de Soto en España desde hace 37 años. La última fue en el Palacio Velázquez del Retiro madrileño en 1982. La exposición, que estará hasta el 9 de febrero, recoge cinco décadas del trabajo del artista venezolano permitiendo al espectador apreciar toda la trayectoria vital de Jesús Rafael Soto, a quien le encantaba desafiar las posibilidades perceptivas del ojo humano.