Dos niñas jugando a disfrazarse crean un reto pictórico: recrear cuadros para entretenerse durante el confinamiento

Su tía, historiadora de arte, les propuso el reto de recrear obras famosas
Bajo la batuta de su madre, Alba y Lucía se meten en el papel de los protagonistas
Cada vez se enfrentan a cuadros más complicados, pero ellas se divierten mientras aprenden algo de arte
A Alba, de 9 años y a su hermana Lucía, de 6, les encanta disfrazarse. Durante estos días de confinamiento y sin saber ya como entretenerse, echaron mano de los trajes que tenían por casa y se hicieron una foto. Se la mandaron a su tía, que es historiadora de arte, y lo primero que ésta pensó fue que la imagen le recordaba mucho a El quitasol, de Goya.
Fue pura casualidad, habían cogido unos trajes de princesas y una sombrilla y sin pretenderlo acabaron pareciéndose a una obra de 1777. “Me llamó mi hermana y me dijo que parecían el cuadro de Goya y que se le ocurría que me podía mandar más obras para que las recreáramos”, cuenta Tamara Viana, la madre de las niñas.

Así fue como lo que comenzó como dos niñas jugando a disfrazarse se convirtió en lo que llaman reto pictórico de supervivencia al confinamiento. “Asumimos el reto enseguida”, cuenta su marido David, “porque había que ocupar las horas de las niñas y como les encanta disfrazarse, la idea era perfecta”.
La jefa de atrezo es Tamara y teniendo en cuenta que no se puede salir a la calle, todo lo que usa en los cuadros se reduce a lo que tiene entre las cuatro paredes de su casa. Asegura que la ropa es lo más fácil. “Tenemos muchos disfraces, pero además como yo coso, a veces hacemos con cualquier tela apaños caseros”.
El más complejo por el momento dicen que ha sido El cambista y su mujer, un cuadro que se puede ver en el Louvre y que está lleno de detalles. “Para hacer la balanza que aparece en el cuadro usé dos platitos de plata, un hilo y como soporte un palito de hacer brochetas pintado de negro”, explica Tamara.

Otra de sus recreaciones ha sido El matrimonio Arnolfini, del flamenco Van Eyck. El vestuario fue un disfraz de vampiresa y uno de Elsa. Y a falta de perro usaron un oso de peluche. Además, Alba y Lucía se metieron totalmente en el papel de la señora Arnolfini y su marido Giovanni. “Mi hermana les cuenta la historia del cuadro y les explica todos los detalles”, cuenta Tamara, “así que además las niñas trabajan las expresiones. Se lo pasan muy bien”.
Empezaron a publicar el resultado en Facebook, poniendo una foto de su recreación junto a la obra original. Y además, un enlace que lleva a una página con información sobre el cuadro. El éxito no pudo ser mayor. Ahora sus amigos y familiares ya están pendientes de la siguiente recreación. "Nos preguntan cuándo hacemos otra", dice divertido David.

Están dejando el listón muy alto, por eso temen no poder cumplir con las expectativas. “Es que mi hermana me manda cuadros cada vez más complicados”, afirma Tamara. Ya tienen en mente su siguiente reto, el Paseo a orillas del mar, de Sorolla. “Estoy esperando a que haga mejor tiempo para recrear una playa en mi terraza, lo haré con varias mantas y un ventilador para simular el viento”. Habrá que ver el resultado. Por lo de pronto, lo que ya han conseguido es que Alba y Lucía se diviertan, se les pase más rápido el confinamiento y además aprendan algo de arte.