María José Climent, artista ciega: “No me hace falta ver, pinto con la imaginación”


Una enfermedad degenerativa le ha quitado la visión pero eso no impide que esta artista sevillana sea capaz de plasmar en el lienzo lo que 've' con su mente
Pintar con las manos sobre lienzos grandes le ayuda a llevar a cabo su obra
Hace ya años que los ojos de María José viven entre tinieblas. Una enfermedad degenerativa ha ido borrando, poco a poco, su visión. Pero la oscuridad de su mirada no impide que esta artista sevillana plasme sobre el lienzo lo que su mente sí ve con claridad.
Mete los dedos en el tarro de pintura dorada. “Lo hago con las manos porque el pincel no puedo verlo”, nos explica. Y así, con delicadeza y, a la vez, una seguridad pasmosa, va dando color a lo que será el sombrero de una mujer de época. A sus pies, Sira, su fiel compañera, una perra guía que no se separa de ella desde hace cinco años. “Siempre a mi vera. A veces, sale manchada de pintura”, cuenta divertida.

La retinosis pigmentaria la acompaña desde que nació. Al igual que a dos de sus seis hermanos. Pero esa pérdida progresiva de visión no les ha impedido hacer una vida normal y cumplir metas. “Yo nunca he leído un libro en papel, ni he visto lo que escribía, pero he estudiado y he trabajado”, defiende María José. Y siempre, dice, se recuerda con un carboncillo y un lienzo bajo el brazo. “Me he pasado la vida dibujando”, sonríe.
En su visión, hay un punto de luz. “Soy capaz de distinguir un color claro de uno oscuro, pero más allá de eso, no sé si es marrón, negro o azul marino”, nos explica. Y es ahí donde entra en juego su don artístico. “Si no tengo a nadie en casa que me ayude con los tonos, lo hago por intuición, a lo que salga”, señala.
Y lo que salen son auténticas obras de arte. “Mucha gente me dice que parece mentira que no vea”. Pero se equivocan porque ella sí ve, con la imaginación. “Me viene la idea a la mente, la memorizo y la plasmo”. No hay más.

Ya ha participado en tres exposiciones. Para las dos primeras, empleó carboncillo y contó con colaboración. A la tercera, se enfrentó sola. 35 obras a todo color. Un reto para los sentidos que superó sin miedo. Ahora, tiene pendiente 'Una mirada diferente', una cuarta muestra de cuarenta y cinco lienzos que la pandemia ha ido retrasando. “Va a ser la exposición más larga de la historia porque yo no dejo de pintar”, bromea.
Visto desde fuera, lo suyo es un ejemplo de superación. A sus ojos, sin embargo, no es más que la pasión que da sentido a su vida. “No tiene mérito”, dice ella porque hace lo que le gusta. Así de simple. Así de difícil.