Olafur Eliasson: la naturaleza viva toma el Guggenheim

La exposición 'Olafur Eliasson: en la vida real' muestra una treintena de obras del artistas danés, uno de los creadores más influyentes del momento
El espectador puede interectuar con sus creaciones por lo que la visita se convierte en una experiencia para los sentidos
Una cascada de más de 11 metros, hecha con un andamio y una serie de bombas, vierte sus aguas en un estanque captando la atención de los bilbaínos que pasean por los alrededores del Museo Guggenheim. Reproduce los mismos sonidos que un salto de agua natural, pero está enclavada en pleno entorno urbano. Esta pieza muestra la característica fusión de naturaleza y tecnología del artista danés Olafur Eliasson (Copenhague, 1967), uno de los creadores más destacados de nuestro tiempo.

En la exposición Olafur Eliasson: en la vida real, la pinacoteca vasca hace un recorrido por su trayectoria desde los años 90 hasta la actualidad con una treintena de sus obras entre instalaciones, esculturas, pinturas y fotografías. Los elementos centrales de la labor artística de Eliasson son su preocupación por el estado de la naturaleza, la exploración de la geometría y su constante investigación del modo en el que percibimos, sentimos y moldeamos nuestro entorno. Su intención es hacer reflexionar al espectador, que se convierte en protagonista también de la obra al poder interactuar con ella. Por todo ello, visitar sus muestras es una auténtica experiencia para los sentidos.

Así, en Beauty (Belleza,1993), por ejemplo, unos conductos emiten una fina niebla en dirección a un rayo de luz procedente de un foco. Mientras el visitante se mueve, aparece un arcoíris en la cortina de agua, que varía de intensidad o desaparece según donde se encuentre. Otra instalación más reciente es Your uncertain shadow (Tu sombra incierta, 2014) donde el espectador puede experimentar con su propia sombra en distintos colores creando un conjunto de siluetas que amplifican sus movimientos.

Las obras de Eliasson son reflejo de la implicación del artista con el medioambiente. Se sirve del agua, el hielo, el musgo, la madera o el humo para crear su universo y concienciarnos de la necesidad de frenar el cambio climático. Muy influido por el paisaje islandés, algunas de sus piezas como Máquinas de olas(1995) replican fenómenos atmosféricos. En Pared de liquen (1994) , creada con musgo de los países escandinavos, el visitante se impregna del aroma y la textura de la obra.

Este creador multidisciplinar, que tiene su estudio en Berlín, donde trabaja con un equipo de artesanos, arquitectos, investigadores y técinos de diferentes especialidades, está convencido de que el arte puede ejercer una considerable influencia en el mundo. Ha creado lámparas solares para comunidades sin acceso a la electricidad o talleres de arte para solicitantes de asilo y refugiados. Por este motivo, fue nombrado embajador de Buena voluntad del Programa de Naciones Unidad para el Desarrollo en septiembre de 2019. En palabras del propio artista "el arte no es objeto, sino lo que el objeto hace al mundo".