La Biblia del Oso: la traducción del libro sagrado que sorteó a la Inquisición

La obra del monje jerónimo Casiodoro de Reina vio la luz, hace 450 años, en el taller de Thomas Guarin en Basilea
Se fraguó en el Monasterio de San Isidoro del Campo de Santiponce (Sevilla) entre reuniones clandestinas donde se profesaba el protestantismo
Considerados herejes, Casiodoro y otros muchos heterodoxos de la época fueron perseguidos por el Santo Oficio
Un 28 de septiembre de 1569 veía la luz en Basilea la Biblia del Oso tras un ingente trabajo de Casiodoro de Reina, un monje jerónimo que huyó de la Inquisición acusado de herejía. Mientras el Santo Oficio de Sevilla lo quemaba en efigie durante el auto de fe de 1562, él se disponía a recorrer media Europa en busca de la libertad para poder cumplir su gran sueño: traducir las sagradas escrituras al castellano. Algo que, al fin, llevó a cabo en Suiza en la imprenta de Thomas Guarin. Era el nacimiento de la Biblia que hoy en día continúa guiando a los protestantes de lengua hispana de todo el mundo.
Aunque es casi imposible certificarlo, los historiadores ven claro que ese acontecimiento comenzó a fraguarse en el Monasterio de San Isidoro del Campo, de Santiponce, y en una Sevilla en la que un grupo de heterodoxos se entregaba a las ideas de la Reforma protestante de Martín Lutero en la más absoluta clandestinidad.

El Monasterio se convirtió en un lugar de retiro en el que, además de analizarse textos prohibidos, algunos de sus religiosos “iban más allá y ponen en marcha algunas de las claves de la Reforma. Por ejemplo, había discusiones sobre si adorar las imágenes de los santos, de la virgen…”, relata a NIUS la escritora y actual directora del Centro Andaluz de las Letras (CAL), Eva Díaz Pérez.
Por ello, parece claro que allí se coció todo el movimiento que desembocó en la Biblia del Oso. “Por el trasfondo jerónimo de Casiodoro, el amor por el estudio de la Biblia de esta orden religiosa y por la vivencia espiritual que había en San Isidoro del Campo en aquellos años, podemos suponer que la idea de traducir la Biblia ya hubiese surgido en Sevilla y que incluso empezase su traducción, pero no podemos confirmarlo”, cuenta Doris Moreno, profesora de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona y autora de la biografía Casiodoro de Reina. Libertad y tolerancia en la Europa del siglo XVI.
Podemos suponer que la idea de traducir la Biblia ya hubiese surgido en Sevilla y que incluso empezase su traducción"
España, entonces, era una nación de intolerancia católica, en la que ir contracorriente mandaba a los insurgentes a la hoguera. En Sevilla, por ejemplo, ese infierno se representaba en forma de la Cárcel del Castillo de San Jorge, en Triana, y de los quemaderos situados en la zona de lo que ahora es El Prado. Aún así, existieron valientes que buscaron “la transformación integral del país en sintonía con los cambios que se producían en la Europa protestante”, explica Moreno.
Si se trata de encontrar un punto de inflexión para lo que pasó después, éste estaría en la persona de Alonso Manrique, como narra el periodista y escritor José María Rondón: “Es arzobispo de Sevilla e inquisidor general desde 1523 y jugó un papel destacado. Simpatizante y protector de Erasmo, cuando se instaló en la ciudad inició un vasto programa de reforma pastoral que incluyó la atracción de algunos de los mejores predicadores de la época. Alrededor de ese fuego inicial, el protestantismo prendió en los monjes jerónimos y familias de mercaderes conversos y jurados de la ciudad a través de encuentros discretos en lugares discretos de Sevilla”. “La Inquisición acechaba”, puntualiza el autor de Semana Santa insólita. Delirios y visiones heterodoxas de la Semana Santa de Sevilla.

Así fue cómo los monjes se adentran en lo prohibido y cómo, casi paralelamente, surge la llamada Iglesia de la Nueva Luz. Estaba formada por un grupo que se reunía de forma secreta para tener discusiones y debates en torno a los libros que les llegaban clandestinamente. “Son personajes importantes de la ciudad, gente incluso de la aristocracia, acomodada, comerciantes. Son personas acaudaladas y eruditas, de nivel. Incluso, estaba relacionado el canónigo magistral de la Catedral de Sevilla”, relata Eva Díaz Pérez.
Entre esos rebeldes de alcurnia se encontró “el predicador de Carlos V, Constantino de la Fuente, que murió en las cárceles inquisitoriales”, apunta Doris Moreno. “El viejo emperador, retirado en Yuste, cuando supo que la Inquisición había detenido a Constantino, al que tanto había admirado como predicador, exclamó: “si Constantino es hereje, gran hereje es”. Pero en España no sólo la ciudad del Guadalquivir fue un foco del protestantismo. También se hizo notar en Zamora, en Palencia y, sobre todo, en Valladolid, como describe Miguel Delibes en su obra El Hereje.
Julianillo traía todos estos libros escondidos en odres de vino de Borgoña porque se supone que comerciaba con eso”
Todos se convirtieron en proscritos, empezando por un Casiodoro de Reina (1520-1594) que se beneficiaba del arriesgado trabajo de Julianillo Hernández, clave en la expansión de las ideas de Lutero en nuestras tierras. Como recuerda Díaz Pérez, Julianillo era “un arriero que traía literatura prohibida de Ginebra a Sevilla, aunque se supone que eligió este oficio para introducir libros en España. Es el punto de conexión con la Europa de la Reforma”. “Julianillo traía todos estos libros escondidos en odres de vino de Borgoña porque se supone que comerciaba con eso”, detalla la autora de Memoria de cenizas, una brillante novela que describe la herejía protestante en la Sevilla de aquella época.
Casiodoro, que pudo nacer en Montemolín (hoy localizado en Extremadura pero entonces territorio de la diócesis de Sevilla), empleó más de una década en acabar “una gran obra”. “La Biblia del Oso fue una traducción completa de las sagradas escrituras, desde sus lenguas originales, a un castellano rico y fresco”, recalca la profesora Moreno.
¿Y por qué ese nombre? Por el grabado de su portada, en el que aparece un árbol y en él un panal, mientras un oso lame su miel y abejas revolotean a su lado. Actualmente, la Biblia del Oso es el texto sagrado que siguen usando los protestantes de lengua hispana de todo el mundo, “aunque en la revisión que hizo otro monje de Santiponce, Cipriano de Valera, en 1602”, señala Doris Moreno. En los primeros años de su existencia, fueron muy pocos los ejemplares que llegaron a España porque la Inquisición se encargó de destruir y quemar todos los que cayeron en sus manos.
Frustrado por el protestantismo
A Casiodoro de Reina (como a los también exiliados Antonio del Corro o al propio Cipriano de Valera) también le acabó frustrando en cierta medida el protestantismo. Y es que sufrió de cerca su intolerancia, como antes le había pasado con el catolicismo. “Casiodoro sale huyendo de la España católica pero después se encuentra con algunos episodios desagradables fuera. El caso más tremendo es el de Calvino, que quema a personajes como Miguel Servet, destruye libros... Es alguien que al final terminó haciendo lo mismo que la Inquisición”, acaba Eva Díaz Pérez.
Así fue el apasionante origen de la Biblia del Oso, que vio la luz en una Europa de cambios religiosos muy profundos gracias a la tenacidad de Casiodoro de Reina.