Benedicta Sánchez, nominada a actriz revelación con 84 años: "No es justo que gane yo el Goya"

Benedicta Sánchez nunca había soñado con hacer cine, pero fue al casting para acompañar a su hija y Oliver Laxe, director de "Lo que arde", quedó prendado de su personalidad
Fue al casting de Lo que arde (Oliver Laxe, 2019) por curiosidad. Su hija Emma la convenció diciéndole que era en Navia de Suarna (Lugo), y a Benedicta Sánchez le apetecía conocer la zona. Gracias a esa curiosidad por la vida, que a sus 84 años sigue intacta, hoy Benedicta Sánchez está nominada al Goya como mejor actriz revelación.
Hablamos con ella después de comer, y la conversación prometida de cinco minutos se convierte en 50. A Benedicta se le da bien hablar, y le gusta contar su vida.
"Perdona que me pillaste con la boca llena y sin dientes", dice con humor, tras explicar que ha estado toda la mañana con el diseñador Adolfo Dominguez preparando el traje que llevara en los Goya. "Soy difícil de vestir porque no tengo cuerpo de mujer, ni caderas ni pecho. Creo que se lo he puesto complicado", confiesa divertida.
Cuenta Benedicta (O Corgo, Lugo), que ella ni sabía lo que era un casting, ni pensaba que la iban a coger, porque el papel era para una "chavala de 60 años", y claro, a sus 84 le quedaba un poco lejos. Pero Oliver Laxe la vio, le hizo unas cuantas preguntas y así empezó todo.
La seleccionaron para interpretar a Benedicta (llamaron a su personaje igual que a la actriz), una anciana que recibe, sin preguntas y con amor incondicional, a su hijo recién salido de la cárcel donde ha estado cumpliendo condena por pirómano.
"Fue fácil. A mi la cámara me da igual. No me importa una o cincuenta. Si estuviera haciendo algo malo, vale. Que me tengo que desnudar, o hacer pis...¡Qué más me da si se me ve el cuerpo! Eso es natural, no es pecado", comenta Benedicta por teléfono.
A Málaga, donde se celebra la ceremonia de los Goya, irá en avión desde Galicia un día antes. No sabe todavía con quién, pero no le importa. Todo este lío que se ha montado con su nominación para los premios del cine español no le afecta mucho.
Se lo toma con la calma con la que da la edad, y la forma de ver la vida de una mujer, que se atrevió a dejar su Galicia natal para vivir en Brasil 20 años. Que cuando el amor se acabó, decidió separarse de su marido (1962) aunque en esa época poca gente lo hacía. Que cuando quiso tener una hija, la tuvo con un amigo con el que no se quiso casar.
Moderna, entonces y ahora
Una mujer moderna, entonces y ahora, que cree que es la vida la que marca el camino. "Todo vino porque sí. No porque yo lo pidiera. Le puedes llamar karma o como quieras. De repente viene algo que no esperabas", reflexiona esta vegetariana por convicción desde hace más de 60 años. Le gustaban tanto los "animalitos", que no podía entender que alguien se los comiera.
Benedicta tiene las cosas muy claras, y no es por la edad, dice, siempre fue así. Hay que ser claro y tenerlo claro en la vida. "Siempre me gustó llamar a las cosas por su nombre. Antes no se podía decir nada. Cuando escuché la cancion Fai un Sol de Carallo (Os resentíos, 1986) dije, ¡ahora sí!. Que se pueda decir pene, sin que nadie se ofenda, porque es culto pero no carallo... (pene en gallego) ¡No lo entiendo!".
La actriz que no quiere un Goya
Cuenta Benedicta que ella no soñaba con hacer cine, pero una vez que la eligieron lo dio todo. "Cuando Oliver me vio esperando me dijo: "Siéntese", y yo le pregunté: "¿Por qué, si no estoy cansada?", ríe. Luego hablaron, y el director gallego ya no tuvo que buscar más. Había encontrado a la madre de Amador, su protagonista.

"Hay una cosa que no entendía. Como puedo estar en el huerto recogiendo verduras, que se me acerque mi hijo que ha estado en la cárcel y me diga: "Madre, me voy a quedar", y yo siga recogiendo verduras", confiesa Benedicta.
"Me tenía que acercar despacito y preguntar: '¿Tienes hambre?' Eso no es normal. Yo jamás podría hacer eso. Yo chillaría y saldría corriendo a abrazar a mi hijo", comenta la anciana.

Oliver Laxe le explicó que así era el carácter de su personaje y Benedicta al final lo entendió. "Desde el momento en que capté lo que quería todo fue sobre ruedas", dice tras explicar que eso no fue lo que más le costó del rodaje.
"Me cuidaban demasiado. Cuando mi hijo Amador va a por la vaca que se escapa, yo quería correr también, pero no me dejaban. Eso es un placer mío. Correr. Pero claro, si empiezas y a la vieja se le rompe la pierna hay que buscar otra vieja", cuenta riendo.
En el rodaje se lo pasó bien y ellos disfrutaron con ella. "Me llevaba muy bien con los chicos. Los de sonido, los de iluminación... todos. En general me llevo mejor con los hombres. No soy machista, no, no, no (reflexiona divertida), pero con las mujeres no tengo esa conexión".
Quizá por eso, porque conectó con el equipo, confiesa que todo esto no lo lleva mal. El rodaje le gustó, y la película, pero lo de los premios ya no tanto. Competir insiste, no va con ella: "A mi es que competir me revienta. Colaborar sí, colaborando me siento enorme. Pero competir, no, no y no", dice sobre los Goya.
A mi edad ganar un Goya no me lleva a ningún lugar
"Hay tres chicas más y se si lo dan, voy a ser muy feliz. Porque no es justo. ¿Para qué quiero yo un Goya?. Me alegraría por el pueblo, el director, por el equipo... pero a mí me da igual. A mi edad ganarlo no me lleva a ningún lugar", reflexiona Benedicta.
Y nos despedimos de una mujer divertida y sabia de 84 años que se ha ganado el título de aspirante con más años a un Goya como actriz revelación. Si gana volverá a hacer historia pero eso a ella no le importa.
"¿Cómo es eso qué dicen y que suena a una palabra fea...¡Mucha mierda!, pues eso, mucha mierda (rie), pues que haya mucha mierda que eso no contamina".