Existe un Festival de Cine de Mierda y se celebra desde hace ocho años en Sueca

Cinco largometrajes y cien cortos se presentan hasta el 29 de septiembre en “el festival más imbécil del panorama mundial”
El público del Centro Municipal Bernat y Baldoví elige a los ganadores de los 900 euros de los Premios Shit y Morralla
Los responsables del certamen han tenido que elegir entre más de 3.000 producciones llegadas de lugares como Suiza, Japón, Estados Unidos o Brasil
En cada proyección del Festival de Cine de Mierda (CIM) de Sueca (Valencia), el espectáculo está en la pantalla, y también en el patio de butacas. “El cine tiene que tener interacción. El público no viene a estar callado: grita, silba, aplaude”, cuenta Josep Lledó, organizador del festival.
Emociones que surgen a golpe de amputaciones, chorros de sangre, vísceras y mucho humor. 'Frikis', personajes inclasificables, adolescentes con ganas de diversión y público más anónimo llenan cada tarde-noche la sala para participar en un homenaje sin prejuicios al cine gore, trash y de serie B.
"El festival más imbécil del panorama mundial"
Cuatro jóvenes –Josep Lledó, Pura Matosses, Carmen Llàcer y Eugeni Alcañiz–, compañeros de trabajo en una televisión local y amantes del audiovisual, decidieron crear un espacio donde producciones de bajísimo presupuesto tuvieran una oportunidad de proyectarse en pantalla grande. Con la idea rodando en sus cabezas, faltaba darle nombre al festival. Se le ocurrió a Josep.
“La palabra mierda se utiliza mucho como expresión en nuestra comarca. Además, Sueca se conoce como la mierda seca”. Si a esto le unimos la temática de las películas y los cortometrajes, “el nombre estaba claro”. Desde entonces, han pasado ya 8 años y en este tiempo, espectadores y crítica no dudan en calificarlo como “el festival más imbécil del panorama mundial”.
5 largometrajes y 100 cortos
El CIM ya se ha convertido en un referente dentro de su género junto a festivales como el Horrorvision de Barcelona. De las dificultades de los inicios para completar el cartel, han pasado a recibir este año más de 3.000 producciones llegadas de todo el mundo (Suiza, Japón, Estados Unidos o Brasil) a través de una plataforma de Internet y en su propia página web, de las que han seleccionado 5 largometrajes y 100 cortos.
“Elegimos aquellas que se han hecho con interés o con gracia. No nos importa que tengan fallos técnicos o que la imagen no sea de calidad. De hecho, si apreciamos que tienen demasiado presupuesto las descartamos”, señala Pura Matosses, organizadora del festival.
El CIM comienza ha empezado con la película valenciana Harvey Johnson. Un filme de aventuras, acción y mucha sangre. En el estreno, como es habitual, estará todo el equipo de rodaje. “Aquí el público puede hablar con ellos, a veces les ovacionan, les felicitan y otras les dicen lo mala que ha sido la película”.
El viernes 27 tiene lugar la proyección de Forgotten Scare, un documental sobre el cine de culto belga, desconocido en España. Por la noche, llegarán los clásicos filmes neerlandeses, con una sesión sorpresa comentada a tres voces por el showman Toni del Hostal y dos personajes más.
El momento cumbre de esta edición llegará el sábado, con la proyección de Mutant Blast, una película ambientada en medio de un apocalipsis zombi, dirigida por el portugués Fernando Alle, ganador del primer CIM.
Las sesiones más golfas
Hasta el próximo domingo 29 de septiembre se celebra este festival que tiene como uno de sus principales atractivos las sesiones golfas del viernes y el sábado, donde el público llena las 400 butacas del Centro Municipal Bernat y Baldoví de Sueca. Desde las 6 de la tarde y hasta las 2 de la mañana se proyectan sin descanso películas y largometrajes. “Los asistentes se pican entre sí para ver quien aguanta más sin salirse de la sala”, cuenta Josep.
Premios de bajo presupuesto
En este festival todo es de bajo presupuesto, incluido los cuatro premios. 900 euros se reparten los ganadores de los Premios Shit, para la mejor película y el mejor corto, y los vencedores de los Premios Morralla, para el peor film y el peor cortometraje. “Tiene mucho mérito hacer una película buena, pero hacer una mala también es difícil. Lo importante es que no te aburra, que no te deje indiferente como pasa en muchas ocasiones con el cine comercial”, señala Josep Lledó.
Unos premios que elige el público democráticamente. “Después de cada sesión los espectadores votan y deciden los ganadores”, explica Pura Matosses.