El Teatro Real levanta el telón con una 'Traviata' para tiempos del coronavirus


Una versión semiescenificada de la ópera de Verdi reabre las puertas del Teatro Real después del confinamiento
Medidas de seguridad extraordinarias entre el público y entre los artistas
Los artistas tienen asignada una cuadrícula de 2x2 metros en el escenario
La Traviata de los tiempos de coronavirus no tiene brindis en grandes salones. Ni bailes multitudinarios. Ni escenas pasionales entre Violeta y Alfredo. La Traviata de los tiempos de coronavirus no se parece en nada a lo que uno imagina cuando piensa en Verdi o en la ópera o en el París del siglo XIX. Porque La Traviata de los tiempos de coronavirus es necesariamente respetuosa con las distancias sociales también en el escenario.
Cuadrados de dos por dos metros dibujados en el suelo y proyectados sobre los muros del escenario aprisionan a los personajes de esta versión improvisada de una de las óperas más célebres de Verdi. Así que pese a los divanes y los veladores y las champaneras es difícil abstraerse de la pandemia. Como si Violeta -perdón por el 'spoiler'- muriera de COVID-19 y no de tuberculosis.
El Teatro Real define el montaje "semiescenificado" de la ópera como una "atmósfera vintage de mediados del siglo XX". Para eso han echado mano de los fondos del Teatro Real, e incluso del fondo de armario de los intérpretes para recopilar trajes, mobiliario y elementos de atrezzo.
Movimientos medidos al milímetro
Los 420 metros cuadrados del escenario han tenido que ser escrupulosamente repartidos entre solistas, coro y banda interna, los 16 músicos que tocan en el escenario. Los solistas están obligados a guardar y guardan una distancia de dos metros durante toda la representación y para ellos son los cien primeros metros cuadrados del escenario. Para el coro (51 cantantes) quedan otros 260 metros cuadrados y para la banda interna los últimos 60.
En el foso, con su máxima dimensión de 140 m2, estará la orquesta con la plantilla completa que exige la partitura de La Traviata: 56 músicos que, si su instrumento se lo permite, tocarán con mascarilla, atril individual y con el metro y medio de rigor de distancia entre ellos. Los instrumentistas de viento tendrán paneles de metacrilato delante de sus instrumentos.
Y en la sala... Pues en la sala el aforo se ha reducido a la mitad: de 1746 espectadores pasa a 869. Al entrar hay que pasar, además de por la habitual detector de metales, por un detector de temperatura. La mascarilla es obligatoria. La pausa se ha aumentado hasta 40 minutos y cada espectador tendrá asignada su zona de aseo y de cátering.
La parte artística
El aforo reducido a la mitad ha obligado a incrementar el número de funciones programadas: de 19 a 27, que se representarán entre el 1 y el 29 de julio. Cinco sopranos (Marina Rebeka, Ruth Iniesta, Ekaterina Bakanova, Lana Kos y Lisette Oropesa) se alternarán en el papel de Violeta. Cuatro tenores (Michael Fabiano, Ivan Magrì, Matthew Polenzani y Ismael Jordi) en el de Alfredo y cuatro barítonos en el de su padre, Giorgio Germont (Artur Rucinski, Nicola Alaimo, Luis Cansino y Javier Franco)
Esta Traviata está muy lejos del final de temporada que el Teatro Real tenía planeado pero, en un intento de hacer de la necesidad virtud, el presidente de la institución, Gregorio Marañón, dice que "pasará a la pequeña historia de nuestra institución como el símbolo de nuestra voluntad de reconstituir el Teatro Real. Será una más de las innumerables iniciativas públicas y privadas que van a permitir, más pronto que tarde, que España, con la energía cívica que le caracteriza, se recupere de esta inimaginable catástrofe".