Jonathan Haber, el hombre que te enseña a cultivar el pensamiento crítico


El educador y asesor en temas educativos estadounidense Jonathan Haber explica a NIUS las claves del pensamiento crítico, algo que, a su entender, escasea en las sociedades modernas saturadas de información.
Nunca tuvimos acceso a tanta información. Pero la era de la información también es la de la desinformación. De hecho, en estos tiempos de pandemia causada por la COVID-19, hay quienes dicen que se está produciendo otra plaga. Se trata de una “pandemia de desinformación”.
En este contexto, el pensamiento crítico nunca pareció tan importante. Por eso también resulta especialmente oportuna la publicación del último libro del educador, asesor y periodista estadounidense Jonathan Haber. Es un volumen dedicado precisamente a dejar claras las cuestiones más esenciales del “pensamiento crítico”. Se titula Critical Thinking o “Pensamiento Crítico” (MIT Press, 2020).
Haber lleva ya lustros dedicándose a pensar de un modo crítico y a popularizar esta actividad intelectual. Fue en 2008 cuando Haber publicó el primer libro sobre pensamiento crítico. Lo hizo con fines educativos y una excusa política, la elección presidencial estadounidense de 2008.
De ahí que ese volumen se llamara Critical Voter: Using the Next Election to Make Yourself (and Your Kids) Smarter o, algo así como 'El votante crítico: cómo usar la próxima elección para hacer que tú y tus hijos seáis más listos'.
“Mi trabajo sobre el pensamiento crítico empezó en 2008. Mis hijos tenían 5 y 8 años respectivamente. En casa teníamos un candidato favorito y bueno, la campaña empezó con reírnos del otro candidato. Llegó un momento en el que mis hijos eran muy maleducados en sus comentarios sobre el candidato del otro partido”, cuenta Haber en una entrevista con NIUS. No especifica por quién se votó en su casa en aquella contienda política que enfrentó a Barack Obama y a John McCain.
“Mis hijos decían cosas sobre uno de los candidatos que nosotros, los padres, no nos permitiríamos que dijeran sobre otros adultos. Lo decían a partir de lo que nosotros podíamos comentar en casa. Por eso me dije que estaría bien enseñarles a estar abiertos intelectualmente. Eso fue lo que hice. Escribí sobre todo esto en un blog y aquello llevó a la publicación de 'Critical Voter'”, explica Haber.

Doce años más tarde, a Haber le ha dado tiempo a participar en diferentes proyectos educativos, pasando, entre otros lugares, por la prestigiosa Universidad de Harvard. También ha seguido trabajando y escribiendo sobre la temática educativa. El pensamiento crítico se ha convertido en su punto fuerte. Por eso la editorial del MIT ha vuelto a confiar en él para sacar su más reciente volumen sobre este tema, Critical Thinking.
Haber sigue esforzándose en popularizar esta forma de pensar, un modo de procesar la información que, a su entender, escasea. Tal vez esa escasez se note más ahora, dada la abrumadora abundancia de información que cualquier usuario de internet tiene a su disposición.
Separar la buena información de la mala
“Ahora mismo tenemos tanto acceso a tanta información y a tantas opiniones, que, en realidad, todos llevamos el equivalente a la Biblioteca de Alejandría en nuestros bolsillos”, dice Haber, señalando a su smartphone. “Si embargo, no sabemos qué hacer con tanta información. No sabemos diferencia la buena información de la mala”, agrega.
Haber habla en plural y en primera persona. Lo hace en una clara muestra de humildad intelectual. Ésta es una de las condiciones previas para poder pensar de un modo crítico. También, entre otras cosas, hace falta estar abierto a las opiniones de otras personas, muy especialmente de aquellas que piensan distinto al pensador crítico.
“Ahora mismo, todo esto nos está faltando, y mucho”, dice Haber a cuenta de esas “condiciones previas” que posibilitan el pensamiento crítico. “Por ejemplo, aquí en Estados Unidos, los demócratas tendrían que estar abiertos a lo que dicen los republicanos para argumentar de verdad sobre lo que pasa en el país y a la inversa. Pero eso no está pasando”, comenta Haber.
Él, con experiencia como periodista en el Reino Unido, sabe que ese diálogo de besugos de la comunidad política estadounidense no es algo exclusivo de los líderes de su país. De hecho, “tampoco hubo apertura de espíritu en el debate del 'brexit'”, observa Haber.
“Aquel debate pudo haber sido algo racional, por ejemplo, si se hubiera discutido si era una buena idea dejar la Unión Europea. Pero las partes no quisieron tener ese debate. Debatieron sobre miedos más que otra cosa”, comenta Haber. “Me refiero, a los miedos a la invasión de inmigrantes, el miedo al control de la UE, el miedo al colapso económico o a la intolerancia. Se debatió de todo salvo de los hechos que contaban”, abunda.
Los hechos relevantes debieran ser el punto de partida de cualquier persona que quiera pensar de un modo crítico. Sin embargo, ante la masiva cantidad de noticias, opiniones y datos sueltos que se consumen a diario, resulta cada vez más complicado extraer y procesar los hechos importantes.
Faltan pensadores críticos
“Nuestra democracia no está hoy en día en peligro por la falta de acceso a datos u opiniones sobre los hechos más importantes del día, sino por nuestra falta de capacidad para separar lo verdadero de lo falso o de lo desesperadamente partidista”, según Haber.
Para darse cuenta de la importancia de este fenómeno, este investigador señala un hecho chocante del sistema educativo en Estados Unidos. Allí, entre el 95% y el 99% de los profesores universitarios dicen que una de sus prioridades es que sus alumnos piensen de un modo crítico. Sin embargo, “el 75% de los empresarios dicen que los alumnos con hasta 12 años de formación universitaria que llegan al mercado laboral lo hacen sin poder pensar de un modo crítico”, subraya Haber. “Algo está fallando”, añade.
En el sistema educativo de Estados Unidos – aunque también en el de Europa – hay materias que se baten en retirada, como la filosofía. Ésta es una de las fuentes del pensamiento crítico, concretamente de la lógica. “Pero el pensamiento crítico también bebe de la psicología, porque nuestras mentes no son puramente racionales”, dice Haber.
“Somos criaturas emocionales, esto se ha comprobado en los últimos 50 años de estudios. Para ser un pensador crítico, uno tiene que entender las fortalezas y las debilidades del modo en que uno razona”, agrega.
Eso sí, también hay que tener claro conceptos como lo que es un “argumento”, la unidad básica del razonamiento. Ante ellos, el pensador crítico, según Haber, debe parase a analizarlos, usando su conocimiento sobre el tema que aborde ese argumento y técnicas de lógica que puedan ayudar a determinar si el argumento en cuestión es válido o no.
Desmontando la oposición al distanciamiento social
“Por ejemplo, alguien nos dice: 'hemos estado ya meses confinados desde que comenzó la pandemia y, como las muertes siguen subiendo, el confinamiento y la distancia social no sirven'”, ejemplifica Haber. “Ahí se dicen hechos que son ciertos. A saber, los meses del confinamiento y el crecimiento del número de muertos. Pero a partir de esos hechos se saca un argumento falso: que el confinamiento no sirve”, abunda.
Para Haber, ante este tipo de razonamientos, el pensador crítico estaría obligado a decir: “vale, tus premisas son ciertas, pero tu conclusión es falsa”. “El confinamiento y la distancia social nunca se aplicaron para frenar en seco las muertes ni las infecciones, sino para aplanar la curva de infecciones”, explica Haber.
Pensar de un modo crítico, implica, por tanto, bastante más trabajo que leer una noticia y dejarse llevar por lo que invita a concluir el titular. Según Haber, para pensar de un modo crítico hay que informarse para saber, siguiendo el ejemplo anterior, para qué sirven de verdad el confinamiento y la distancia social. Además, hay que practicar el análisis de los discursos de unos y otros para identificar y extraer los hechos y los argumentos.
“No es difícil aprender a analizar la calidad de un argumento. Lo difícil es ser bueno en ello. Se puede enseñar en un día o dos a pensar de modo crítico, pero para ser bueno en ello hay que practicar”, sostiene Haber.
El preferiría que este modo de pensar se enseñara a los niños en las escuelas. Pero hasta que eso ocurra, tal vez convenga seguir la pista a quienes como Haber, se dedican a propagar el pensamiento crítico y, en el mejor de los casos, tomar ejemplo.