'La vida es un juego', el legado que ha dejado Carlos Matallanas es su lección de optimismo y esperanza


Fue diagnosticado en 2013 de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) y su último libro es el mejor testamento que ha dejado
El diagnóstico con final inevitable no le llevó a tirar la toalla en ningún momento de su batalla contra la enfermedad
Hace poco más de un mes salía el libro de Carlos Matallanas, La vida es un juego, en el que el exfutbolista, periodista y analista de fútbol habla de su experiencia con la ELA, una de las enfermedades “más crueles” como reconocía el propio autor en su obra.
Convertido en uno de los rostros más conocidos de la Esclerosis Lateral Amiotrófica, con la que luchó durante años sin tapujos ni miedos, y contra la que recaudó fondos de la mano de futbolistas de renombre como Fernando Torres, ha muerto hoy. Pero siempre será considerado como uno de los grandes símbolos de nuestro país por su batalla incesante contra la ELA.
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Se puede ver ahora su libro como una especie de testamento cargado de lecciones y esperanza para los enfermos y sus familiares. Porque incluso a pesar de no poder asistir a la presentación del mismo, puesto que en aquel momento llevaba ya dos meses ingresado en un hospital, Carlos Matallanas siempre fue un ejemplo de optimismo y positividad.
Desde que fue diagnosticado en 2013, no se derrumbó con la noticia y miró de frente a una enfermedad que había puesto en marcha una cuenta atrás a su esperanza de vida. “Según todas las estadísticas, ya debería estar muerto. Pero, no se sabe por qué, pertenezco a ese pequeño porcentaje de enfermos que salvan el match-ball y se aferran a seguir jugando el partido por encima de la supervivencia media”, se puede leer en su libro.
Aunque era consciente de que la derrota final era inevitable, Matallanas decidió no bajar los brazos ni quedarse con la frustración, la pena o la rabia que puede inducir un pronóstico como el de estos pacientes.
Los estragos físicos que fue dejando en su cuerpo la enfermedad no le impidieron trasmitir todo su optimismo en este libro que puede ser visto como su gran legado. Porque su actitud para plantar cara y no tirar la toalla son el mejor ejemplo que ha dado a pesar de su casi absoluta dependencia. “Mi fuerza y mis ganas de vivir siguen intactas a pesar de mi total inmovilidad”, escribía en un artículo publicado el día que salía a la venta su libro.
El relato de último ingreso hospitalario sobrecoge. Pero la narración que ha hecho siempre de su manera de entender la vida y, en paralelo, afrontar la enfermedad, son un canto a la esperanza.
“Bastante buena suerte tengo simplemente con poder vivir el lanzamiento”, escribía desde su cama de hospital. “No tengo que añadir ni una coma. Porque todas las conclusiones y todos los pensamientos que he sacado en claro de este mal trago ya están escritos en el libro desde el principio. Los aprendí hace mucho tiempo”, aseguraba el pasado 18 de febrero.