Las dos vidas de Philippe Lançon, el periodista que sobrevivió al atentado de 'Charlie Hebdo'

Su libro ‘El Colgajo’ narra el viaje de reconstrucción de su mandíbula
El relato ha vendido 300.000 ejemplares en Francia
Superviviente de la masacre que dejó 12 muertos y 11 heridos, vio morir a algunos de sus mejores amigos mientras las balas impactaban contra ellos
La historia de Philippe Lançon es la de un viaje. Un viaje que ha durado cuatro años y que empezó en el mismo momento que su segunda vida. La primera daba comienzo en 1963, la segunda aquel 7 de enero de 2015 ante la mirada de un encapuchado que le apuntaba con una Kalashnikov en la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo. Le disparó dos veces mientras trataba de esconderse bajo su escritorio. Pensó que estaba muerto. Le había destrozado la mandíbula.
Lançon entra en la sala de prensa acompañado de la plana mayor de Anagrama. Jorge Herralde no se separa de él ni de su barba desaliñada que disimula los estragos de 18 operaciones. El terrorista “desestabilizó” ese órgano clave en la comunicación, que “habla, besa y sonríe” como él recuerda. Se pronuncian sus ojos, tímidos e inquietos, conscientes de que esa boca magullada es el blanco de todas las miradas.
Superviviente de la masacre que dejó 12 muertos y 11 heridos, vio morir a algunos de sus mejores amigos mientras las balas impactaban contra ellos.
De periodista a objetivo terrorista
Philippe Lançon ha estado años sin dar entrevistas. Obedecía a recomendaciones de la policía que lo custodiaba las 24 horas del día porque era objetivo terrorista. Mientras se habituaba a su nuevo rostro, cuya reconstrucción narra en El Colgajo (Ed. Anagrama), el libro que ha escrito “para entender qué me pasó y quién soy hoy”. Periodista y comentarista cultural, su trayectoria profesional se ha movido por medios de centro-izquierda. El día del atentado podría haber ido al Libération y esquivar el tiroteo, pero decidió pasarse por Charlie Hebdo, su otro empleo.

La imagen de la solapa de su libro muestra al Lançon de la primera vida. El de ahora no permite planos cortos del rostro. Una cicatriz en el labio inferior y el maxilar irregular indican una lesión, aunque de menos envergadura de lo esperado. Lançon perdió la mandíbula entera, las balas le arrancaron la parte inferior de la cara. Los cirujanos se la reimplantaron con trozos de su peroné. Si uno observa fotografías del pasado puede apreciar las diferencias entre los dos rostros y ambas miradas.
Sonríe poco y tiende a agachar la cabeza. Se considera un hombre serio, a pesar de que mantiene que el humor le ha salvado en todo este viaje. Ríe al recordar anécdotas y al hablar de su pasión, la literatura. Evita las preguntas directas sobre el atentado y prefiere comentar las reflexiones que le ha dejado.
El colgajo, término que describe una operación de mandíbula
“Este no es un libro político ni sociológico, es un cuento”, comienza. “Es lo que pasa en la vida de un hombre víctima de un atentado. El atentado es el de Charlie Hebdo. La víctima soy yo”, comenta, pero se aleja de los victimismos. El título ya es una declaración de intenciones, El colgajo es el término quirúrgico para describir la operación de mandíbula a la que fue sometido: “No quería un título patético ni sentimentalista”, recalca. Como una operación concibe él su viaje: “La voluntad de reconstruir algo”, cuenta. En francés, Le Lambeau puede ligarse con la expresión je suis en lambeaux, que en castellano se traduce como estar hecho pedazos.
También estaba hecho trizas por dentro. Sabía cómo quería que empezara su libro: “La víspera del atentado fui al teatro con Nina”. Pero después estuvo un año y medio para encontrar la segunda frase. Necesitaba acabar la parte más dura del tratamiento, y la terapia emocional. Luego, sólo necesitó seis meses para acabarlo. Mezcla de crónica y memoria, lleva vendidos 300.000 ejemplares en Francia.
“Parece que mi pasado fue vivido por otra persona”
“Tengo problemas para vincular la realidad con lo que he vivido antes. Parece que eso fue vivido por otra persona y esa persona ya no existe”, comenta Lançon. Tal vez por ello, a veces habla de él en tercera persona. El Lançon de ahora ha tenido que luchar a diario contra el terror: “El miedo no es el problema sino saber controlarlo”, cuenta. “Al ver jóvenes árabes con mochila en el metro tenía muchísimo miedo. Nunca bajé porque si lo hubiera hecho la primera vez lo seguiría haciendo”, recuerda.
18 operaciones de mandíbula
En cambio, el dolor físico le acompaña cada día. Tras 18 operaciones, aún le quedan algunas intervenciones a las que enfrentarse: “Es una desestabilización permanente”, cuenta. “Cada sensación es absolutamente nueva y eso lo hace sumamente desagradable”.
El odio, en cambio, nunca fue un enemigo. Para él no existe. “Me concentré en adaptarme a mi nueva vida en el hospital, no había espacio para el rencor o el odio”, recalca. “No sentía odio porque sentirlo no me ayudaba en nada”, reconoce. Tampoco le interesa el terrorismo: “Leo las noticias y no me enseñan nada. Ya entendí todo lo que tenía que entender”, explica para todos aquellos que quieran leer entre líneas.