La voz de las familias que piden la despenalización de la eutanasia: 'Yo no quería que muriese, pero tampoco quería verle sufrir'

Han presentado un millón de firmas en el Congreso
Se han recogido a través de tres campañas diferentes en la plataforma Change.org.
Mi mujer era la felicidad. Alegre, divertida, extrovertida… y luchadora. Txema Lorente se emociona al contarlo. Maribel Tellaetxe, su mujer, tenía alzheimer. Murió en marzo. “Por suerte”, dice Txema. Antes de dejar de ser ella, le había pedido que la ayudara a morir si algún día no le recordaba. Ya no lo hacía.
Txema acaba de registrar en el Congreso de los Diputados 374.000 firmas recogidas a través de la plataforma Change.org solicitando despenalizar la eutanasia.

“Nos conocimos cuando ella tenía 13 años y yo 15. Fue un flechazo. Solo nos separamos cuando se fue, cuando perdió la mirada y no me recordaba”. Txema vuelve a emocionarse. “Su madre también tuvo alzheimer, ella la cuidó. No quería que nosotros pasáramos por eso”, cuenta.
Danel Lorente, muy cerca escucha lo que dice Txema y asiente. Es el pequeño de los tres hijos de la pareja. Son tres hermanos, David (49 años), Ruth (46 años) y Danel (44 años). Todos luchan porque se despenalice la eutanasia.

“En la nochebuena de 2013 me hizo prometerle que si algún día no recordaba mi nombre la ayudaría a marchar. Lo hubiera hecho, pero murió antes de un infarto cerebral”, confiesa Danel.
Si lo llega a hacer, lo más probable es que se encontrara en una situación similar a la de Ángel Hernández. En marzo de 2019 ayudó a su mujer, María José Carrasco, a terminar con su vida. Tenía esclerosis múltiple en fase terminal. De común acuerdo buscaron la manera de acabar con el sufrimiento. Ángel le suministró la sustancia que le ayudó a morir, lo grabó y lo difundió. Ahora está pendiente de juicio. Será juzgado por un Juzgado de Violencia sobre la Mujer. 60.000 firmas se han recogido en Change.org en su apoyo. También se han entregado este viernes en el Congreso de los Diputados.

“He retirado todas sus fotos y recuerdos de casa. No los volveré a poner hasta que todo se solucione. Entonces podré llorarla otra vez”, cuenta Ángel. "Estoy seguro que acabaré en la cárcel pero no me da miedo”, dice.
Ángel y María José se conocieron hace 38 años. Los dos asistían a una academia de interpretación. Unos amigos organizaron una cena y allí coincidieron. “Fue un flechazo. Era guapa, inteligente, me enamoré al segundo”. En 1983 empezaron los primeros síntomas de la enfermedad, empezaron a caérsele las cosas. Luego comenzó a hablar más lentamente. Le costaba hablar y hasta pensar. “María José no quería acabar así, lo planificamos todo muy bien, lo único que le daba miedo era pensar que me pudiese pasar algo a mi por hacerlo", comenta Ángel.
Fue muy duro. Pero hay que seguir luchando
Mientras Ángel habla se le acerca una mujer. Discretamente le saluda. Ángel le da un beso. Es Maribel Teigell, la viuda del doctor Luis Montes. El que fuera excoordinador de Urgencias del hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid) y presidente de la Asociación Federal Derecho a Morir Dignamente. Murió hace un año de un infarto. En 2005, la Comunidad de Madrid le llevó a los tribunales tras dos denuncias que aseguraban que había aplicado eutanasia a 400 enfermos. Las denuncias eran falsas. El caso acabó archivado. El dolor emocional que sufrió el doctor Montés no.

“Lo pasamos muy mal. Fue muy duro. Pero hay que seguir luchando. Por eso estoy aquí. Para apoyar a los que siguen en la lucha. Se trata de defender el derecho de cada uno a decidir”, dice Maribel.

Un poco más allá, resguardándose del sol bajo un árbol cercano al Congreso de los Diputados está Asun Gómez. Refugiada tras sus gafas de sol mira a sus compañeros. Ella también ha presentado firmas de Change.org en el Congreso. 99.000 firmas recogidas por su pareja Luis de Marcos para que le dejaran morir. Inició la campaña en mayo de 2017. Cuatro meses después moría de muerte natural. Tenía esclerosis múltiple.
Era tan inteligente que cuando le diagnosticaron la enfermedad le dio la vuelta
“Luis era pura vida. Deportista, divertido, muy vital”, cuenta Asun. Se conocieron en el trabajo. Luis era técnico de televisión. Asun redactora. “Era tan inteligente que cuando le diagnosticaron la enfermedad le dio la vuelta. Decidió que había que luchar. Empezamos con campañas para que se potenciase la investigación de estas enfermedades. Luego, empezamos a luchar por la eutanasia”.
Yo no quería que muriese, que quede claro. Pero tampoco quería verle sufrir.
Desde que le diagnosticaron la enfermedad, hasta que solo podía mover el cuello, pasaron tan solo cuatro años. “Nos dijo la doctora que le llevaba que el suyo era un caso voraz”, comenta Asun con voz temblorosa. Le cuesta hablar sin emocionarse. "Yo no quería que muriese, que quede claro. Pero tampoco quería verle sufrir. Todavía siento que está vivo”, dice. Y en cierto modo es así.
Luis Marcos, María José Carrascosa, Maribel Tellaetxe, el doctor Montes son las caras detrás de un movimiento cada vez mayor a favor de la eutanasia. Sus peticiones se han unido hoy en el Congreso. Entre todas las firmas suman un millón de apoyos para que se despenalice.