Blanca y otros pioneros del deporte español: cuando no éramos nadie


Recordamos a cinco talentos improbables que abrieron camino en España
Se sobrepusieron a prejuicios y falta de tradición para llegar a lo más alto en su disciplina deportiva
La figura de Blanca Fernández Ochoa pone en valor el empuje y la audacia de los pioneros del deporte en España. La primera medallista olímpica española abrió el camino a miles de mujeres que en distintas disciplinas vieron que ese techo de cristal podía derribarse. Ella se suma a una prestigiosa lista de deportistas españoles que -surgiendo de la nada, sin referentes en los que mirarse-, vencieron los prejuicios de un país canalla para triunfar en deportes sin raíces en nuestro país. Estos son algunos de ellos.
Manolo Santana (Madrid, 1938)
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Puso el tenis en el mapa español en una época en la que el tenis era un deporte de ‘señoritos’, de gente pudiente que lucía raqueta y bronceado en los clubes privados de Santander o San Sebastián. A principios de los años 50, Manolo Santana era un joven recogepelotas de diez años que pasaba las horas el Club de Tenis Velázquez de Madrid. Aquel adolescente se convertiría en uno de los dominadores del tenis en los años 60. Ganó Roland Garros en 1961 y 1964, las dos veces frente al mismo rival, el italiano Nicola Pietrangeli. En 1965 levantó el trofeo de campeón del US Open y un año después se coronó en Wimbledon, la catedral del tenis. Después llegarían Orantes, los Sánchez Vicario, Carlos Moya y por supuesto el eterno Rafa Nadal.
Francisco Fernández Ochoa (Madrid 1956-Cercedilla 2006)

De la sierra madrileña, al oro olímpico en Japón, un recorrido improbable con el que Paco Fernández Ochoa dejó boquiabierta a España en 1972. Hijo de un empleado de la estación de esquí de Navacerrada, Paco fue el primero de la saga de ocho hermanos que despuntó en el deporte blanco. En los juegos olímpicos de invierno de Grenoble (1968) no pasó del puesto 23 en el eslalon gigante. Cuatro años después, en Sapporo 72, en la isla japonesa de Hokkaido, se coronó con un oro que colocó a España en el mapa mundial del deporte blanco.
Ángel Nieto (Zamora, 1947-Ibiza, 2017)

Creció en el Vallecas de posguerra. Poco aficionado a los estudios, acabó de aprendiz en un taller mecánico. Su relación con Paco Bultó (dueño de Bultaco) le llevó a los circuitos. Se pasó 21 años compitiendo, desde su primera victoria en 1965 hasta su última carrera en 1986. Sus 12+1 títulos mundiales le convierten en el motociclista español más laureado de la historia y el segundo del mundo, sólo por detrás de Giacomo Agostini. Ganó 6 mundiales de 50 centímetros cúbicos y 7 de 125 a lomos de las míticas Derbi, Bultaco o Garelli. Él abrió el camino a Ricardo Tormo, Aspar, Crivillé… y a la generación que hoy domina motociclismo mundial, liderada por Marc Márquez.
Severiano Ballesteros (Pedreña, 1957-Pedreña 2011)

En los últimos años del franquismo, el golf en España no pasaba de ser un pasatiempo, una modalidad de ocio sofisticado sin vocación competitiva. Por eso la irrupción de un joven cántabro, criado en las praderas de Pedreña supuso una rareza que se miró con admiración y sorpresa. Severiano, ‘Seve” saltó al circuito profesional con una técnica y un temperamento que no se ha volvió a ver hasta la llegada de Tiger Woods. El español sumó cinco campeonatos del mundo Match Play, dos Masters de Augusta (fue el primer europeo en conseguirlo y el más joven de la historia), tres abiertos británicos y cinco Ryder Cups como jugador con el equipo europeo, y otro como capitán. Cuando 'Seve' inició su carrera apenas había 8.000 federados en España. Hoy hay 271.000.
Javier Fernández (Madrid 1991)

¿Un patinador sobre hielo en España? Sí. Y de los mejores del mundo. En un país con sólo 15 pistas de hielo, (y 2.000 federados, incluyendo el hockey y la velocidad) el madrileño Javier Fernández tenía tantas posibilidades de ser una estrella mundial del patinaje como un torero japonés de salir por la puerta grande de la Maestranza. Pero Javier Fernández, desde sus comienzos en el Club Igloo de Majadahonda se impuso a toda lógica para proclamarse campeón mundial en 2015 y 2016, y campeón de Europa en siete ocasiones. Para ello tuvo que emigrar, primero a Nueva Jersey, luego a Toronto.