Naomi Osaka, Iniesta, Phelps y la ansiedad extrema de la alta competición


La depresión una enfermedad que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo
La actividad deportiva presenta enormes exigencias físicas y mentales y no todos pueden con ello
La depresión es una enfermedad que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un trastorno mental que además de provocar gran sufrimiento, altera la actividad laboral de quien la padece. Incluso (o más) si eres un deportista de élite.
El último caso conocido ha sido el de la tenista Naomi Osaka, pero a lo largo de la historia del deporte profesional se han conocido muchos más.
MÁS
Casos como el del futbolista ex jugador del Barcelona y campeón del mundo Andrés Iniesta quien confesó en 2009 que tuvo que tratarse psicológicamente al verse superado por la ansiedad y estrés que le invadió tras el triplete de su equipo esa temporada, las lesiones y la muerte de Dani Jarque.
Fue como un disparo muy potente (Andrés Iniesta)
"Pasan los días, no mejoras, te das cuenta de que no tienes vitalidad, todo se va volviendo nublado o negro", contó en el documental Andrés Iniesta, el héroe inesperado al recordar ese momento que llegó a su punto álgido con la muerte de su amigo: "Fue como un disparo muy potente que me hizo volver a caer abajo porque no estaba bien".
Otro deportista que sufrió depresión fue el nadador olímpico más condecorado de todos los tiempos (con 28 medallas), Michael Phelps, quien ha llegado a contar que ha pasado por al menos tres o cuatro períodos de depresión fuerte llegando incluso a plantearse el suicidio. Ahora recomienda a otros deportistas que pidan ayuda si llegan a esa situación.
I struggled with anxiety and depression and questioned whether or not I wanted to be alive anymore. It was when I hit this low that I decided to reach out and ask for the help of a licensed therapist. This decision ultimately helped save my life. You don’t have to wait for things
— Michael Phelps (@MichaelPhelps) 26 de mayo de 2019
Edurne Pasaban no solo pensó en el suicidio, también lo intentó. "Cogí los frascos de antidepresivos, volqué en el hueco de mi mano la máxima cantidad que pude y me los trague", confesó en 2019 en una jornada de la Asociación Guipuzcoana de Familiares y Personas con Problemas mentales (AGIFE). La montañera tolosarra cayó en depresión en 2005 y acabó ingresada en una clínica para poder superar la escalada más dura de su vida: "Pasé de jugarme la vida escalando montañas a un hospital psiquiátrico haciendo punto de cruz", explicó describiendo el giro que dio su vida.
El extenista sueco Robin Soderling (se retiró siendo el número 5 de la ATP) confesó que sufrió ataques de pánico y ansiedad tras alcanzar el éxito en las pistas. Fue otro de los que estuvo a punto de matarse. "Llegué a buscar en Google cómo suicidarme", ha contado.
Cada año se suicidan cerca de 800.000 personas afectadas por esta enfermedad, según la OMS. La segunda causa de muerte en el grupo de entre 15 a 29 años. Una edad en la que se encuentran muchos deportistas profesionales.
La actividad deportiva presenta enormes exigencias físicas y mentales. Y no todos pueden con ello. La ciclista estadounidense, Kelly Catlin, plata en Río 2016 y tres veces campeona mundial de persecución, se quitó la vida con 23 años. Según había confesado unos meses antes no podía con la ansiedad que le generaba la alta competición.
Y ese es uno de los problemas. La exigencia que tienen que superar estos deportistas es extrema. Y no solo deportiva. Además deben superar a partes iguales el éxito, el fracaso, la presión mediática y la soledad en la que viven todo esto. Muchos se preparan deportivamente alejados de sus familias y sus amigos son también, en ocasiones, sus rivales deportivos. Demasiado si no estás preparado para ello.
La ciclista olímpica estadounidense, Kelly Catlin se quitó la vida con 23 años
Es el lado oscuro del deporte de alta competición. Una situación que muchos no quieren o saben reconocer. El jugador de baloncesto Alex Abrines, siendo jugador de los Oklahoma City Thunder de la NBA, estuvo 13 partidos inactivo. No había declaraciones oficiales. Finalmente se llegó al cese de su contrato de mutuo acuerdo. Se habló de "motivos personales". Luego explicó que no podía ni salir a la pista. Sufría ataques de pánico. Se apartó del juego y recurrió a ayuda profesional.
🎙️ "Necesitaba separarme. Tardé dos o tres meses en volver a pensar en un balón".
— Liga Endesa (@ACBCOM) 26 de diciembre de 2019
El @alexabrines más sincero.#LigaEndesa pic.twitter.com/PqjT7vOysH
El ciclista Alejandro Valverde (127 victorias en su palmarés), cayó en el hoyo tras finalizar la sanción de dos años por dopaje. Una vez que volvió a la competición, y a ganar, se encontró con unas sensaciones que no esperaba y que incluían "mareos, hormigueos, y miedo". En un reportaje de Movistar Plus Valverde se sinceró: "Soportar la presión es muy duro. Al final somos humanos y los bajones están ahí”.
Pero la sombra de esta enfermedad no solo les tapa la vida mientras compiten, para muchos lo peor llega después. Cuando ya no tienen que vivir con la presión a la que se han acostumbrado. Fue lo que le pasó al ex waterpolista olímpico Jesús Rollán, tras su retiro, se hundió. Entró en una espiral de drogas y depresión que acabaron con él. Se suicidó con 37 años.