El exNFL y asesino de seis personas Phillip Adams padecía la ETC que 'descubrió' Will Smith en 'La verdad duele'


Phillip Adams es la última estrella de la NFL que terminó mal por los golpes recibidos en su cabeza
Muchos de los deportistas desarrollan esta enfermedad degenerativa del cerebro que a veces termina en crímenes o suicidios
El boxeo, la lucha libre o incluso el fútbol pueden suponer un riesgo por los golpes repetidos en la cabeza
Phillip Adams jugó durante 20 años en la NFL. Dos décadas de golpes en los partidos y entrenamientos derivaron en un trastorno mental silencioso. Adams mató a seis personas para después quitarse la vida con un disparo en la cabeza el pasado mes de abril.
La autopsia de Adams reveló que padecía una encefalopatía traumática crónica en fase 2 que le produjo su profesión, tal y como ha afirmado la doctora forense Ann McKee, que fue quien examinó el cerebro del exNFL.
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Esa enfermedad degenerativa es propia de personas que se han expuesto muchos años a golpes y conmociones en su cabeza, como lo sucede a los boxeadores. Y está demostrado que provocan pérdida de memoria y arrebatos de ira en los peores casos.
McKee, directora de un centro especializado en la enfermedad en la Universidad de Boston, asegura que de los 24 jugadores de fútbol americano que han muerto entre los 20 y 30 años, buena parte padecían ETC en fase 2, como le ocurría a Phillip Adams. Las personas que llegan a tener una fase 4 en este diagnóstico directamente se considera que tienen demencia.
El caso de Adams ha recordado al de Aaron Hernández, exjugador de los New England Patriots que se ahorcó en la cárcel con 27 años, después de haber sido condenado a cadena perpetua por homicidio. Ambos tenían afectados los dos lóbulos frontales, algo que agravó sus respectivas paranoias.
Otros casos de deportistas de élite con Encefalopatía Traumática Crónica
Phillip Adams o Aaron Hernández no han sido los únicos casos sonados de deportistas de la NFL que han terminado con encefalopatía traumática crónica.
Leonard Marshall admitió haber perdido la memoria; Junior Seau fue encontrado muerto en su casa de California dos años después de retirarse; Brett Favre terminó siendo tartamudo; Ken Stabler llegó a alcanzar la fase 3 de ECT; Joe Perry murió por los golpes recibidos a lo largo de su carrera, en la que le llegaban a administrar sales minerales cuando le daban convulsiones en los partidos; y Andre Waters se suicidó por las misma enfermedad degenerativa.
Y es que esta patología es muy habitual en los jugadores de fútbol americano. De hecho, varios médicos de la liga estadounidense han tratado de poner el foco en esa consecuencia para los deportistas. Aunque la liga profesional siempre ha evitado que las investigaciones lleguen lejos, como así se reflejó en la película de Will Smith La verdad duele
Pero también puede ser un riesgo para otros deportes como la lucha libre, el boxeo o el fútbol.
Chris Benoit, estrella de la lucha libre, se suicidó tras matar a su mujer y su hija; Ashley Massaro también se quitó la vida tras varios años con depresión; Balls Mahoney murió de un paro cardiaco pero fue diagnosticado de ETC; y Andrew ‘Test’ Martin murió de sobredosis pero la autopsia reveló la misma dolencia.
En el Reino Unido se llegó incluso a plantear que los niños menores de 11 años no golpeasen el balón con la cabeza. Sin ir más lejos, el exportero checo del Chelsea, Petr Čech, terminó jugando con un casco protector el final de su carrera tras un golpe brutal que sufrió durante un partido.
Lo que está claro es que tenemos cráneo para proteger al cerebro de golpes. Las personas que por su profesión o su pasión se exponen a traumatismos de forma continua pueden terminar padeciendo graves consecuencias.