Mo Katir, la leyenda de un chaval de Murcia que sueña con la medalla olímpica

Katir llegaba a los Juegos Olímpicos de Tokio habiendo batido tres récords históricos: el de 1.500 de Fermín Cacho, el de Isaac Viciosa en 3.000 y el de 5.000 de Alemayehu Bezabeh
Su padre llegó en patera a finales de los años 90 y posteriormente llegaron Mo, con solo cinco años, y su madre.
Mo Katir, con solo 23 años, se ha convertido en el mediofondista más impactante de la historia del atletismo español. Katir llegaba a los Juegos Olímpicos de Tokio habiendo batido tres récords históricos de tres leyendas: el de 1.500 de Fermín Cacho (de hace 24 años), el de Isaac Viciosa en 3.000 (de hace 23 años) y el de 5.000 de Alemayehu Bezabeh (de hace 11 años). Los tres récords los había cazado en 33 días, entre el 10 de junio y el 13 de julio.
El martes, en su primera aparición en unos Juegos Olímpicos, Katir demostró que tenía opciones de medalla. Entró primero en su serie de 5.000 con el mejor tiempo de las semifinales "Mi sueño era ser atleta olímpico. Luego, una vez en la salida, el objetivo era entrar en la final".
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Muleño nacido en Marruecos
La historia de Mohamed Katir El Haouzi es la de un niño que nació en Marruecos de padre marroquí y madre egipcia. Su padre llegó en patera a finales de los años 90 a nuestro país y posteriormente llegaron Mo y su madre. El pequeño solo tenía 5 años. Los tres se instalaron definitivamente en el pueblo murciano de Mula (17.000 habitantes). El campeón no recuerda nada de Marruecos. Pese a sentirse muleño y llevar en España desde niño, Katir consiguió la nacionalidad española hace tan solo dos, en 2019.
En Mula han vivido los Juegos volcados con su atleta. En el ayuntamiento lleva días colgada una pancarta en la que se lee "Mohamed Katir, orgullo muleño". Nadie allí duda de que es español. Cada vez que alguien le pregunta él repite "soy muleño".
Explosión en 2021
Mohamed Katir cambió de entrenador en otoño de 2020. El murciano Gabriel Lorente comenzó con él un plan en el que se añadieron entrenamientos en altura en Sierra Nevada y sesiones más exigentes, lo que le ha llevado a la élite mundial en pocos meses.
Fuera de la pista de atletismo Mo dice ser un chico normal. Le gusta la poesía y Machado y tiene otro sueño para cuando todo esto acabe: llegar a ser bombero.