El precio de la carne, la leche, los quesos, el azúcar y el aceite todavía no ha tocado techo

Muchos precios industriales asociados a la fabricación de productos alimentarios siguen sin dar muestras de cambio de tendencia
La pasta es de los pocos alimentos que ha estabilizado su subida en el eslabón de la producción
La evolución de los precios industriales es un buen indicador adelantado de la evolución de estos productos en el IPC
Ya lo decía el Banco de España hace unos días y los datos le han dado razón: hay alimentos que todavía no han tocado techo. Los precios industriales relacionados con la fabricación y conservación de productos como la carne, la leche, el queso, el azúcar o el aceite de oliva siguieron encadenando subidas el pasado mes de febrero, según los datos del INE (Instituto Nacional de Estadística).
Se trata de un buen indicador adelantado del coste de estos bienes en la cesta de la compra. Dicho de otra manera: es complicado que veamos una estabilización del coste de la leche, por ejemplo, si previamente en sus procesos de fabricación los precios no se han moderado. Esa fase es la que todavía está por llegar en una amplia variedad de productos que consumimos casi a diario.
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El Gobierno reconocía la semana pasada que la traslación del menor coste de los insumos (energía, materias primas, fertilizantes, etc.) estaba siendo "más lenta de lo que se desearía". Aunque se esperan buenas noticias del índice general, el IPC a secas, "todo apunta a que la inflación bajará este mes de marzo", aseguraba la vicepresidenta económica Nadia Calviño este lunes, en los alimentos todavía quedan meses de malas noticias para el consumidor.
Procesamiento de la carne, en máximos históricos
En febrero, el precio de muchos procesos industriales ligados al sector de la alimentación siguió instalado en su tendencia alcista. En algunos casos, como el procesamiento y conservación de la carne, estamos hablando de tasas de crecimiento de casi el 27%, un nuevo máximo histórico.
Este dato apuntaría a que todos los productos relacionados con el procesado de carne y su conservación van a seguir aumentando en los próximos meses en la cesta de la compra del consumidor. El incremento no tiene que ser igual al de la industria, pero la tendencia claramente sí.
El mismo caso observamos con productos como el queso, con una tasa interanual de precios industriales por encima del 23%, también máximos históricos. Lo mismo ocurre con la leche y otros derivados lácteos. En el caso del pan, que comenzó un poco más tarde y de manera más moderada la escalada, tampoco se intuye el techo en el coste de su fabricación.
El azúcar o el aceite de oliva están viviendo momentos de grandes subidas sin atisbo de cambio de rumbo y también en niveles que no se habían visto nunca. El proceso de fabricación del primero supera un encarecimiento del 51%. En el caso del segundo, la cifra es del 56%. El aceite de oliva es un producto mucho más volátil y el único con experiencia en el pasado en este calibre de oscilaciones.
¿Todo sube?
En algunos casos contados sí que se observa cambios de tendencia. Todavía no se ha terminado de digerir todo el shock de precios, pero las curvas ya están en pendiente descendente. Eso indica que ya no suben más y que han iniciado el proceso de estabilización, pero no que se corrija el encarecimiento acumulado.
El epígrafe de 'otros aceites' ilustra perfectamente esto. Fue además uno de los primeros alimentos en reaccionar rápidamente a la invasión rusa de Ucrania, ya que este país es un gran productor de aceite de girasol. En abril de 2022 la fabricación de este producto se había encarecido un 47%. El último dato de febrero se sitúa ya en el 5,9% de tasa interanual, en gran parte por el llamado efecto escalón: subió mucho el año pasado, ahora menos, y el escalón de subida es inferior.
Algo parecido se observa en la fabricación de piensos para animales de granja: ya 'sólo' suben su precio un 15%, la mitad que en el verano.
El caso de la pasta
Desde el inicio de la invasión rusa los cereales también se convirtieron en un elemento de preocupación. Ucrania era una pieza clave en el mercado de exportaciones mundial de este producto. Moscú llegó a bloquear el envío de 20 millones de toneladas de trigo y maíz desde los puertos ucranianos con salida al mar Negro.
La pasta fue, al igual que el aceite de girasol y sus sustitutos, uno de los alimentos que más rápidamente reaccionó a esta situación. Se unía también el incremento del coste de la energía en los procesos industriales para fabricar el producto. Y ahora, en la normalización en la que estamos instalados, han sido los espaguetis y sus hermanos los macarrones los primeros en ilustrar el camino de vuelta.
En este gráfico se puede observar cómo el precio de fabricación de la pasta escaló hasta el 38% en la primavera pasada y ahora está en el 0,8% de tasa interanual. Esto en cuanto a coste de industria. Luego en el IPC vemos un movimiento parecido con algunos meses de retraso -suelen ser cuatro de media--. En el índice de precios al consumo la pasta todavía es hoy un 11% más cara que hace un año. Lo lógico sería que fuera todavía más a la baja en los próximos meses.
Este camino es el que se espera que se reproduzca con el tiempo con otros productos. Los precios de materias primas y de la energía han retornado a niveles más normales. Ahora falta que esa moderación se traslade al segundo eslabón de la cadena: los procesos industriales. Pero esa señal para muchos alimentos todavía no ha llegado. Y por eso seguirán subiendo muy probablemente en nuestra cesta de la compra.