La cesta de la compra de las familias sufre el mayor cambio de su historia

El covid provoca variaciones nunca vistas en la estructura y el peso de los distintos artículos que conforman el IPC
Los servicios de comida para llevar y la fruta disparan su importancia entre las familias, que reducen notablemente su consumo en restaurantes, gasolinas, automóviles, ocio y turismo
La composición de la cesta de la compra ha sufrido el mayor cambio de su historia como consecuencia del covid. El confinamiento, el cierre de establecimientos no esenciales, las restricciones horarias, los cierres perimetrales y, en general, lo inusual que fue 2020 para las familias ha modificado las pautas de consumo como nunca antes había sucedido.
Todos estos cambios se han reflejado en la estructura de ponderaciones del Índice de Precios de Consumo (IPC) para 2021 que acaba de publicar el INE. Es decir, del peso relativo de cada artículo que compone la cesta de la compra.
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El IPC recoge los bienes y servicios que conforman esta cesta de la compra y se obtiene, básicamente, del consumo y la importancia relativa de cada uno de ellos por parte de los hogares. Dos aspectos que el año pasado variaron de forma radical. Como indica el propio INE, la pandemia afectó “significativamente al consumo de los hogares” durante 2020.
Nuevos hábitos
Si pensamos en nuestros hábitos de consumo durante el año pasado coincidiremos en que, sobre todo a partir de marzo, hemos aumentado notablemente el gasto en alimentos, en servicios de comida para llevar a casa o en productos de limpieza. Por el contrario, lo hemos reducido notablemente en hostelería, automóviles, gasolinas, ocio y turismo.
Confinados y con bares y restaurantes cerrados o con horarios limitados hemos comido en casa de forma mucho más habitual, por lo que hemos comprado más alimentos. Hemos extremado la limpieza doméstica. Hemos utilizado la fórmula del teletrabajo más que nunca, lo que ha provocado que usemos mucho menos el transporte y el consumo de gasolinas se ha desplomado. Apenas hemos salido por ocio y menos aún hemos viajado por turismo.
Todos estos cambios se reflejan en la tabla de ponderaciones de 2021 y 2020. En ella podemos observar cómo ha cambiado la importancia relativa de cada uno de los 12 grandes grupos de gasto de los artículos que componen la cesta de la compra del IPC.
Habitualmente los cambios de ponderaciones son muy reducidos. Pero esta vez han sido los mayores registrados en la historia de este indicador. Así, por ejemplo, el peso de ‘Alimentos y bebidas no alcohólicas’ en la cesta de la compra ha aumentado 4,13 puntos. Para darnos una idea de la magnitud del cambio, desde 2001 el mayor aumento de un año a otro en cualquier grupo del IPC había sido de 0,7 puntos.
Entre los grupos que pierden peso, el de ‘Transporte’ (que incluye las gasolinas) ha bajado casi tres puntos. Hasta ahora el mayor descenso había sido de 2,2 puntos.
Qué artículos ganan y pierden peso
Si acudimos al mayor detalle que proporciona el IPC, que es a nivel de “subclase”, los artículos que más peso han ganado dentro del consumo de las familias como consecuencia de la pandemia han sido los servicios de comida rápida y de comida para llevar, alimentos como la fruta, el queso, el pan, la carne o el vino de uva y los productos de limpieza para el hogar.
Es preciso aclarar que productos como las mascarillas o el gel hidroalcohólico no estaban incluidos en la cesta de la compra hasta ahora por su escasa relevancia. Este año no se han incorporado productos nuevos al IPC, pero fuentes del INE apuntan que el año próximo, con el cambio de base de este indicador, podrían entrar a formar parte de la cesta, siempre que su consumo sea lo suficientemente significativo.
Las mayores bajadas de ponderación se han dado en la hostelería, los automóviles, las gasolinas, el ocio y el turismo (tanto en paquetes como en transporte y alojamiento).
Llama la atención que muchos de los artículos que más peso pierden dentro de la cesta de la compra tienen elevadas ponderaciones, como los bares y restaurantes o las gasolinas, entre otros. Es decir, los más importantes en el gasto de las familias.
Reglas de juego
Uno de los aspectos más debatido durante 2020 entre los expertos económicos era si el IPC estaba reflejando la realidad de los precios, ya que se estaba construyendo y calculando en base a unas ponderaciones que no se ajustaban a las pautas de consumo durante la pandemia.
Junto a Eurostat (la oficina estadística europea) los técnicos de precios de los estados miembros decidieron mantener invariables las estructuras de pesos relativos durante la pandemia. Y que, como es habitual, cambiarlas sólo cuando toca (en el caso de España, en febrero de cada año). Su argumento fue que cambiar las reglas de juego a mitad de partido no era la mejor solución.
Para estos técnicos, aunque la medición de la inflación fuera ligeramente mentirosa en algunos meses de 2020, era la mejor posible.
Adaptación de la estructura
Habitualmente las ponderaciones del IPC se calculan con la información obtenida de la Encuesta de Presupuestos Familiares de dos años antes, que se ajusta con información más reciente sobre precios y otras fuentes relativas al consumo.
Pero, según fuentes del INE, esta fórmula “no es representativa del comportamiento del consumidor a lo largo de 2020”, y tampoco recogería “adecuadamente” la situación actual. Es así, ya que los productos que han reducido su consumo durante la pandemia tendrían un peso mayor que el que deberían tener. Y, al contrario, los bienes y servicios que han aumentado su importancia en la cesta de la compra tendrían una importancia menor a la que deberían tener.
Por todo ello, Eurostat acordó que, de forma excepcional, los estados miembros deberían actualizar esta vez las ponderaciones de sus IPC con la información de gasto más reciente posible.
En el caso de España, el INE se ha centrado en los productos más afectados por el covid-19, identificando las fuentes de datos que puedan proporcionar información de, como mínimo, la primera mitad de 2020. Esta información no sólo procede del gasto de los hogares, sino también de los ingresos de las empresas que suministran estos productos, del número de unidades consumidas y de sus precios.
De este modo, para 2021 las ponderaciones van a reflejar correctamente la estructura de consumo de las familias. Pero si la situación mejora, como todos esperamos, y se vuelve a la normalidad, los hábitos de gasto seguramente volverán a cambiar de forma sustancial.
Entonces habrá que fijar una nueva composición de la cesta de la compra, para que los expertos estadísticos puedan medir la evolución de los precios de la forma más fiable.