Plan de pensiones o fondos de inversión: ¿qué es mejor?

Un plan de pensiones es un instrumento de ahorro e inversión a largo plazo integrado por las aportaciones y su rentabilidad obtenida hasta la jubilación
Un fondo de inversión es un instrumento de inversión en el que un grupo de personas pone dinero para invertirlo en mercados e intentar sacar beneficios
El dinero de un plan de pensiones no puede ser rescatado en cualquier momento, sino en unos casos muy concretos
A lo largo de la vida laboral, muchas personas se plantean poner dinero en un instrumento de ahorro a largo plazo para que, en el momento de la jubilación, puedan disponer de un colchón extra que les permita vivir más tranquilos. Dos de estos productos de ahorro más destacados son los planes de pensiones y los fondos de inversión.
Ambos tienen algunas similitudes, pero también diferencias que hacen que, en unos casos, una de las opciones pueda ser más ventajosa que la otra. A continuación, destacamos los principales argumentos a favor y en contra de los planes de pensiones y de los fondos de inversión.
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Planes de pensiones: pros y contras
Un plan de pensiones es un instrumento de ahorro e inversión a largo plazo en el que se van acumulando las aportaciones que se hacen para disponer de esta suma, en la gran mayoría de los casos, cuando una persona se jubila. Estas aportaciones pueden ser con una periodicidad regular (mensual, trimestral…) o bien de forma extraordinaria (si se da la circunstancia que hay unos meses en los que no es posible poner dinero en este producto de ahorro, se aplaza y se retoma cuando se pueda).
Estas cantidades se invierten con el objetivo de que puedan generar rentabilidad. Por eso, hay cuatro tipos de planes de pensiones según el riesgo que está dispuesto a asumir el cliente teniendo en cuenta que, a pesar de que pueda haber más riesgo, la rentabilidad puede ser mayor.
Los planes de renta fija están orientados a invertir el dinero que se abona en, principalmente, letras del Estado. El tipo de interés acostumbra a ser bajo, por lo que la rentabilidad no es muy alta, pero el riesgo es muy bajo. En cambio, los planes de renta variable no se circunscriben a invertir en una única empresa, sino que se diversifica, lo cual hace que la rentabilidad pueda ser más grande, pero el riesgo es mayor.
También existen los planes de pensiones mixtos, que buscan combinar la seguridad que ofrece un plan de renta fija y una mayor rentabilidad, que es la que ofrece un plan de renta variable. En último lugar, está el plan de pensiones garantizado, que es el más conservador, puesto que supone la recuperación total de todas las aportaciones hechas. Muy raramente ofrece alguna rentabilidad, pero tampoco hay pérdidas.
En este sentido, una de sus ventajas es que hay una amplia oferta y el cliente tiene muchas opciones para escoger la política de inversión y el nivel de riesgo que quiere que adopte su gestor con el dinero que vaya depositando en el plan de pensiones.
Sin embargo, un inconveniente de los planes de pensiones es que la suma obtenida a lo largo del tiempo no se puede rescatar tan fácilmente. Simplemente se puede sacar este dinero y disponer de él en los supuestos de ser un desempleado de larga duración, por el fallecimiento del titular del plan de pensiones, por una incapacidad laboral o una enfermedad grave y por un proceso de ejecución hipotecaria. A partir de 2025, se podrá rescatar el dinero cuando hayan transcurrido, por lo menos, 10 años desde su contratación y activación.
Desde el punto de vista de la fiscalidad, estas aportaciones son desgravadas en el IRPF, lo que supone un ahorro fiscal porque se reduce la base imponible. Este porcentaje que se desgrava depende del tipo marginal que corresponde a cada contribuyente según sus ingresos anuales. Si una persona gana 27.000 euros al año, este porcentaje es del 30%.
Como contrapartida, antes de la aprobación de los nuevos Presupuestos Generales del Estado, se podía destinar un máximo de 8.000 euros por cada anualidad al plan de pensiones. Antes, esta cantidad era el máximo que se podía deducir, pero con las nuevas cuentas, lo máximo que se puede aportar pasan a ser 2.000 euros.
Finalmente, cuando el dinero se rescata, la cantidad que sea se tiene que tributar como rendimientos del trabajo.
Fondos de inversión: ventajas e inconvenientes
Un fondo de inversión es un instrumento de ahorro en el que un grupo de personas pone parte de sus ahorros para que sean invertidos en mercados que le puedan aportar una rentabilidad. Esta gestión la realiza un experto, que se encarga de analizar la situación para decidir en qué es mejor invertir a partir de lo que se haya pactado con los clientes, como es el riesgo que están dispuestos a asumir a cambio de obtener más beneficios.
En un fondo de inversión, participan tres partes: los partícipes (que son las personas que hacen aportaciones al fondo), la sociedad gestora (que se encarga de invertir el capital) y la entidad depositaria (se ocupa de custodiar el patrimonio del fondo y de controlar la actividad de la sociedad gestora).
Uno de los principales argumentos a favor de los fondos de inversión es que la liquidez que ofrece es más alta, casi siempre, que la de un plan de pensiones. En esta línea, a diferencia de un plan de pensiones, los fondos de inversión permiten disponer y rescatar la cantidad que se precise siempre que se quiera.
Como ocurre con el plan de pensiones, la política de inversión puede ser más conservadora o bien más atrevida y arriesgada.
En cuanto a la fiscalidad, a diferencia del plan de pensiones, no hay una cuantía máxima de aportación anual, puede ser ilimitada. Cuando el dinero obtenido se rescata, se tiene que tributar como ganancia o pérdida de patrimonio en la base del ahorro.
Lo que determina qué producto de ahorro interesa más es el objetivo que tenga cada persona en relación con el dinero que va a depositar y que va a obtener cuando lo rescate. No es una mala opción, por ejemplo, optar por los dos instrumentos al mismo tiempo, siempre que los recursos lo permitan.