La subida de los precios provocará un gasto extra de 2.500 millones en pensiones


El aumento de la inflación muy por encima de lo previsto obligará al Gobierno a compensar a los pensionistas
Los expertos consideran que el aumento de los precios energéticos no se está trasladando aun ni a otros productos de consumo ni a los salarios
El encarecimiento imparable de la energía en los últimos meses, con récords diarios en el precio de la luz, ha provocado que el Índice de Precios al Consumo (IPC) se haya disparado en septiembre hasta el 4%. Los expertos coinciden en que este aumento será transitorio, pero no por eso dejará de tener consecuencias importantes. Una de ellas, recaerá sobre las cuentas de la Seguridad Social que tendrá que abonar a los pensionistas una paga extra para compensar la diferencia entre la revalorización del 0,9% que se aplicó a comienzos de año y lo que realmente subirán los precios este año.
El consenso de diferentes organismos señala que la subida media de la inflación durante 2021 estará en el entorno del 2,6% (2,4% según Funcas; 2,7% para el BBVA; 2,6% para AFI…). Es decir, habría una diferencia de 1,7 puntos más respecto a la revalorización inicial. Teniendo en cuenta que la última nómina de las pensiones, la correspondiente al mes de agosto, ascendió a 10.233 millones, un incremento del 1,7%, supondría 174 millones más al mes. Multiplicándolo por las 14 pagas que reciben los pensionistas al año, la compensación por la subida de los precios rondará los 2.500 millones de euros.
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La revalorización de las pensiones para 2022, que se incluirá en los Presupuestos Generales del Estado, tendrá que tomar como referencia el IPC correspondiente al próximo mes de noviembre. Tras el aumento en ocho décimas registrado en septiembre, las previsiones señalan que volverá a subir en octubre, para comenzar a moderarse a finales de año. Así que diferentes expertos consultados calculan que la tasa anual de inflación para fijar la subida de las pensiones podría situarse entre el 3,5% y el 3,8%.
Subidas salariales
A pesar de esta subida de los precios de la energía, los indicadores no reflejan que se el incremento se esté trasladando ya a otros productos de consumo, ya que la inflación subyacente (la que no tiene en cuenta los precios de la energía sigue en niveles bajos y cada vez está más distanciada de la general).
“No estamos viendo que esto esté sucediendo, pero la preocupación es que si los precios tan altos de la energía, de la electricidad en particular, se dilatan mucho en el tiempo, se pueda dar cierta traslación al resto de bienes y servicios”, explica María Romero, socia directora del área de Economía de Analistas Financieros Internacionales (AFI).
Tampoco se nota la subida de los precios en los salarios que hasta agosto han registrado un incremento pactado en los convenios que ronda, de promedio, el 1,5%. “Es verdad que hay ciertos sectores que están mostrando una dificultad para contratar y decidan premiar los perfiles más idóneos con un incremento salarial, pero es extraño que suceda con tanta gente en paro y en ERTE. No deberíamos ver un traslado a eso porque la productividad tampoco está evolucionando positivamente y no creemos que vaya a producirse”, asegura Romero sobre los riesgos de una espiral inflacionista.
Lastre para la recuperación
El aumento de los precios como consecuencia del mayor coste de la energía, del encarecimiento de las materias primas, del transporte y de los cuellos de botella en los suministros provocados por la salida a la crisis del covid es ahora el gran peligro para la recuperación.
La opinión mayoritaria de los expertos, desde los organismos de análisis económico hasta los responsables de los bancos centrales es que estamos ante un fenómeno transitorio… que está durando más de lo que se esperaba hace unos meses.
Por lo que respecta a la energía, lo que marcan los mercados de futuros, es que el precio del gas, que triplica el de hace un año y es el responsable de buena parte del incremento de la electricidad, comience a moderarse a partir de marzo de 2022. Otros aspectos de la subida, los relacionados con los derechos de emisión, son más permanentes y seguirán estando en niveles altos de forma más permanente.
“En general se sigue descontando que esta situación sea temporal, pero el miedo es que la subida de los precios sea más permanente y duradera. En el momento en que empiece a extenderse la convicción de que va a durar más se empezarán a ver subidas en las primas de riesgo y en los tipos de interés y caídas en los precios de los activos, y eso no se está viendo aun de forma clara e intensa”, dice María Jesús Fernández, Economista Senior en la Dirección de Coyuntura y Estadística de Funcas.
Alerta esta experta que si el episodio de subidas dura más tiempo del previsto, será difícil que no acabe trasladándose a los precios finales al consumo y puede llevar a un escenario diferente al que prevén los bancos centrales con vuelta de la inflación a tasas del 2% a finales de 2022.
“Todo depende de lo que dure esta etapa de precios altos de materias primas y eso es difícil de prever. Si sube la inflación se moderará el esperado crecimiento del consumo”, explica. Y eso tendría, calcula, efectos importantes en la recuperación, ya que el menor impulso del consumo limitaría el crecimiento de este año e impediría que el PIB aumentara por encima del 6%.