Por qué el temporal de frío se traduce en electricidad más cara


La menor participación de las renovables en el mix energético encarece el precio de la energía
La eólica y la solar son las energías más baratas de producir
La llegada de Filomena con nieve y bajas temperaturas ha provocado un aumento del precio de la luz, que este jueves ha marcado su segundo máximo histórico en el mercado mayorista. En la subasta que se realiza para fijar los precios del día siguiente el megavatio por hora ha alcanzado los 95 euros. Este nivel solo había sido superado en otra ocasión, y también sucedió en enero. Fue el día 13 del año 2002, cuando el precio medio diario llegó a los 103 euros MWh.
Esta subida de la electricidad se debe, en primer lugar, a un aumento de la demanda por el frío. Así se explica que los cinco mayores registros de precios coincidan con días de los meses de diciembre y enero de diferentes años. Este jueves, con media España bajo la nieve la demanda eléctrica fue un 10% más elevada que el martes pasado. Pero, además, en el precio influye también cómo se genera la energía que consumimos estos días, cuando se producen situaciones meteorológicas como la que deja la borrasca.
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Las renovables, a medio gas por el frío
En las últimas jornadas el tiempo ha dejado mucho frio e intensas nevadas, pero también ausencia de viento. Esto provoca que la energía eólica, que durante el mes de diciembre generó hasta el 38% de toda la electricidad, esta semana se haya quedado por debajo de su producción habitual aportando apenas un 26% del total hasta el pasado miércoles.
Esto es clave porque esta energía -junto con la solar- es a día de hoy más barata de producir que las que utilizan combustibles fósiles. Es decir, cuanto mayor proporción de energía renovable se incluya en el total generado, más barato es el resultado final.
Como en la primera semana de 2021, coincidiendo con la ola de frio, la eólica ha podido participar menos de lo normal en la generación de electricidad, otros tipos de energía han entrado en juego. Lo ha hecho, como siempre, la nuclear porque sus centrales están constantemente en funcionamiento, también la hidráulica (que ocupa el tercer lugar en las fuentes de generación del diversificado sistema eléctrico español) y la de ciclo combinado.
Esta última es la que se encarga de dar estabilidad al sistema, ya que puede asegurar la oferta cuando las renovables no están en condiciones de hacerlo. La cuestión es que este carácter de “reserva” resulta caro por el funcionamiento de las centrales de ciclo combinado, que se alimentan principalmente de gas natural, y que producen o no energía (se encienden y apagan) dependiendo de las necesidades.
Además, el encarecimiento del gas y de las emisiones ha impulsado el precio de la energía en toda Europa.
Aumento de la factura
Cuando se producen episodios como el que está dejando la borrasca Filomena, en los que aumenta la demanda de energía y los molinos parados no pueden aportar su parte habitual, se incrementa la generación con las centrales de ciclo combinado, que de media supone el 10% del mix eléctrico, y provoca una subida del precio. Este jueves a mediodía, el gas generaba el 24% de todos los kilovatios.
De esta forma, la asociación de consumidores Facua ha calculado que, con los datos de los primeros siete días de 2021, la factura eléctrica del usuario medio (336 kilovatios hora mensuales y con una potencia contratada de 4,4 kilovatios) se situaría en 80,71 euros. Una cantidad que supondría un aumento de más de un 19% respecto a los 67,67 euros de las mismas fechas del año pasado.
Los retos de las renovables
Aunque bajo fenómenos meteorológicos como el actual con menor participación de las renovables la energía se encarece, lo cierto es estas fuentes (eólica, solar, térmica renovable…) que en total suponen cerca del 47% del sistema, tienden a abaratar el coste de la factura eléctrica.
El problema es que son intermitentes (ya sabemos que no siempre hace viento ni sol) y además no se puede almacenar la energía producida a través de ellas. Por eso el sector de las renovables trabaja para desarrollar sistemas que permitan el almacenamiento de los excedentes. Las tecnologías que marcan el camino del futuro son las de las baterías y el hidrógeno.
El uso de este gas para almacenar energía producida por las renovables es una de las apuestas del Gobierno para los próximos años. Lo demuestran los 1.500 millones de los fondos europeos para la recuperación que se destinarán hasta 2023 al desarrollo de este sistema. Si los proyectos llegan a buen puerto quizá las próximas Filomenas no se noten en la factura de la luz.