Un ejemplo de cómo nos afecta la inflación: un mueble de Ikea, un 14% más caro


El caso de la multinacional sueca sirve para ilustrar cómo las empresas están empezando a trasladar el aumento de los costes a sus productos
La inflación despide 2021 en el 6,7%, su nivel más elevado en tres décadas
Los contratos de alquiler y de muchos servicios se revisan de acuerdo al IPC de fin de año
Misma cómoda de tres cajones. Color, blanco. El famoso modelo Malm de Ikea se vende a 79 euros, hay disponibilidad, pero cuesta diez euros más que el año pasado. Supone una subida del 14% y no ha cambiado nada del mueble. Simplemente es más caro y no es el único producto del catálogo que ha sido revisado al alza.
La subida no es una estrategia de la multinacional sueca para ganar mucho más dinero. Un portavoz explicaba hace unos días que no les había quedado más remedio que repercutir el aumento del coste de “materias primas, transporte y logística”. Contestaba así a una clienta del Reino Unido que no entendía por qué los productos de su cesta de compra online habían subido tanto de un día para otro. La empresa emitió un comunicado este jueves para anunciar que sus productos subirán de media un 9% en 2022.
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El de Ikea no es un caso aislado e ilustra bien uno de los caminos que recorre la inflación. Las empresas están trasladando el incremento de costes a sus productos. Este fenómeno, algo más contenido en meses anteriores, va a ir a más en el año 2022, según un reciente informe del Banco de España: el 60% de las compañías prevé aumentar sus precios a lo largo del año que viene.
Una primera señal clara de que esto está ocurriendo ha sido el dato del IPC de diciembre, un 6,7%, el nivel más alto en tres décadas. La última vez que se vio una inflación así Barcelona era sede de los juegos olímpicos y Felipe González (PSOE) ocupada la Moncloa. La cifra ha superado muchas previsiones revisadas hace apenas unas semanas.
“Es un indicio de que estamos en una segunda fase del proceso inflacionista, que es la del traslado de los mayores costes de producción hacia los precios finales al consumo. Es difícil estimar la magnitud del traslado y cuánto tiempo puede prolongarse, lo que añade incertidumbre a cualquier previsión de inflación", explica María Jesús Fernández, economista senior de Funcas. "En cualquier caso, muy probablemente, ésta se encontrará en niveles más altos de lo previsto en 2022”,
Inflación alta significa pérdida de poder adquisitivo para muchas familias (sus ingresos y ahorros pueden comprar menos cosas). Muy pocos trabajadores tiene una cláusula de revisión salarial que les compense por un repunte tan alto de los precios: menos del 20%. El porcentaje ha caído desde niveles del 70%.

Por no hablar del efecto que puede tener para muchos inquilinos en alquiler si se toma de referencia el dato de IPC de diciembre para revisar el contrato. Para un piso de 700 euros mensuales supone pagar casi 50 euros más de golpe. También muchos contratos de servicios están indexados a la evolución de los precios.
La culpa, del gas y la luz
La subida de la electricidad y de los costes energéticos explican la mayor parte de la deriva de los precios, aunque recientemente se han sumado los alimentos frescos (no al mismo nivel de intensidad). El Banco Central Europeo (BCE) ha revisado al alza su previsión de inflación para 2022 pero aún así, el pronóstico sigue siendo que la tormenta energética remitirá en primavera y los precios volverán a una senda más moderada. La crisis de suministros, los cuellos de botella, terminará resolviéndose también.
Pero cuando el BCE realizó sus nuevas previsiones no contaba con el mes de diciembre que hemos vivido. El precio del gas se ha disparado todavía más y los mercados auguran niveles altos incluso pasado el invierno. Esta tensión, si no cambia, supondrá todavía más inflación y menos crecimiento. Porque el alza de los precios de la energía y de suministros también tiene ese efecto: resta fuerza a la recuperación económica.
Los temidos 'efectos de segunda ronda'
A los economistas lo que realmente les preocupa es un nombre técnico llamado "efectos de segunda ronda". Se refieren a la activación de un mecanismo difícil de parar.
- Como suben los precios, los trabajadores piden una compensación...
- ... Y esto a su vez repercute en el coste de los productos de las empresas...
- ... Que suben precios y generan más inflación.
Vamos, una espiral inflacionista que forzaría al banco central a mover ficha antes de tiempo (subidas de tipos de interés) y retirar ayuda para apuntalar la salida de la crisis.
La buena noticia es que los expertos todavía no ven esta espiral inflacionista en acción: las revisiones salariales se hacen a niveles por debajo del 2% y el todavía elevado nivel de paro resta fuerza a los trabajadores para pedir alzas superiores. Sin embargo, el riesgo existe y aumenta con la prolongación de este repunte temporal pero persistente que estamos viendo del IPC.
El precio de una cómoda de tres cajones es una señal de que las empresas ya no aguantan con el argumento de que todo esto es transitorio.