Se buscan jóvenes que quieran trabajar en barcos pesqueros


Los armadores quieren mostrarles la pesca como un oficio moderno, sin paro y bien remunerado
La falta de relevo generacional está convirtiendo en misión imposible encontrar tripulantes para buques congeladores
“En determinados puestos especializados ganarían el equivalente a lo que cobra un diputado en el Congreso”
La falta de jóvenes interesados en cubrir los puestos que van quedando vacantes hace cada vez más difícil asegurar los relevos de las tripulaciones. Los armadores explican que faltan sobre todo oficiales de puente y máquinas. Los profesionales se jubilan y no hay quien quiera ocupar sus puestos.
Por eso desde Anacef, la Asociación de armadores de buques congeladores que faenan sobre todo en caladeros de África Occidental, han puesto en marcha una campaña para intentar ‘pescar’ jóvenes que quieran unirse a sus tripulaciones. La iniciativa está dirigida a los alumnos de las escuelas de formación náutico pesqueras, y estos días están dando charlas en los centros de Tenerife, Lanzarote y Las Palmas.
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Buscan despertar vocaciones dormidas por el desconocimiento de las actuales condiciones de la pesca. “Lo ideal sería firmar convenios con centros de formación para que los alumnos hagan prácticas en nuestros barcos y vean que lo que les contamos es verdad”, explica Juan Martín, director gerente de Anacef.
Quieren mostrar a las nuevas generaciones que la pesca es una buena salida laboral, que el puente de mando de un buque puede ser el mejor despacho del mundo. “Nuestros barcos tienen una tecnología avanzada, las regulaciones en cuanto a jornadas de trabajo a bordo y tiempos de ocio están mucho más regulados”, aseguran.
Pretenden acabar con los mitos que hay en torno a la pesca. Antes, durante los dos meses que duraba la marea, no tenían ningún contacto con sus familia. Pero ahora las nuevas tecnologías han cambiado por completo las condiciones. “Hoy en día desde el barco puedes ver una película de Netflix, hablar por wasap o hacer videollamadas sin coste”, cuenta Juan Martín.
Una profesión sin paro y bien remunerada
Y si no les convencen otros motivos, apelan al bolsillo. “Como es una profesión en la que hay gran demanda se pagan salarios importantes. En determinados puestos especializados ganarían el equivalente a lo que cobra un diputado en el Congreso”.
Los armadores tienen claro que los alumnos que están en escuelas náuticas tienen la percepción de la pesca de hace años y orientan su futuro profesional a otras actividades. Una encuesta realizada por la Secretaría General de Pesca entre 715 alumnos de centros de formación náutico-pesqueros arrojó datos muy significativos:
- Solo el 26% de los estudiantes piensa dedicarse al sector pesquero.
- Un 38% quieren trabajar en la marina mercante.
- Un 30%, en embarcaciones de recreo.
Saben que aún les queda trabajo por delante para derribar mitos sobre la pesca. La campaña incluye el documental 'Memorias de un oficio', que gira en torno a la experiencia de una de esas personas que encontraron en el mar algo más que un sustento. José “Pepe” Sieira, excapitán, habla de su pasión por la pesca y comparte su experiencia profesional con Aarón, un joven estudiante de la escuela náutico-pesquera de Vigo.
Una escasez agravada por el Covid-19
“Esta escasez se lleva produciendo ya desde hace varios años. El cierre de algunas pesquerías a la flota española llevó a la desaparición de buques y también de tripulantes. Como no había tanta oferta de trabajo desapareció el relevo generacional”, explican desde Anacef. Pero la situación se ha agravado además con el covid, ya que en el momento que un marinero se contagia toda la tripulación tiene que permanecer en cuarentena.
La mayor parte de estos buques pertenecen a armadores gallegos, aunque tienen su base en Canarias, ya que faenan mayoritariamente en aguas de Senegal, Mauritania, Gambia o Guinea Bissau. Antes se dedicaban más al pulpo y el calamar, pero ahora sobre todo se pesca jurel y merluza. “Los barcos que están en África hacen mareas de entre un mes y 45 días. Los más lejanos hasta tres meses, pero después también pasan mucho tiempo en tierra”, aclara Juan Martín.