Solo los privilegiados pueden teletrabajar: la nueva brecha que deja el coronavirus


El teletrabajo es cosa de empleos bien pagados, trabajadores cualificados y mujeres
Un estudio de Funcas señala que más de la mitad de quienes estaban teletrabajando la primera semana de confinamiento tenían estudios universitarios
Tres de cada diez personas ocupadas arrancaron la primera semana bajo el estado de alarma por el coronavirus trabajando desde sus casas. La cifra, un 32%, según una encuesta elaborada por Funcas, supone un extraordinario aumento sobre el porcentaje habitual de quienes teletrabajan en España. Según el Instituto Nacional de Estadística, se sitúa en el 4,3%, un porcentaje pequeño, pero no muy alejado de la media europea que alcanza el 5,2% (aunque con enormes diferencias entre los países).
Las medidas de confinamiento han obligado a desarrollar en tiempo récord la posibilidad de teletrabajar. Tan rápidamente han tenido que adaptarse las empresas que, a comienzos de la semana pasada, un 10% de los encuestados por Funcas estaban en casa... pero sin hacer nada. “Eso significa que hubo gente a la que se le mandó a casa a trabajar, aunque sin dispositivos o sin el material para hacerlo. Se necesitó un tiempo para adaptarse, pero ese grupo ya está teletrabajando”, explica Elisa Chuliá, directora de Estudios Sociales de Funcas.
MÁS
¿Quiénes pueden hacerlo?
Está claro que el teletrabajo no es una opción para todos. Empleos relacionados con la actividad comercial, el transporte, agricultura y pesca, la hostelería, la fabricación industrial, la atención sanitaria o el cuidado de personas son claramente incompatibles con el trabajo desde casa. Quienes sí tienen esa posibilidad son, por ejemplo, técnicos y profesionales científicos e intelectuales, contables, administrativos y otros empleados de oficina, según un estudio de Randstad, que consideraba que el 22,3% de la población ocupada en España estaría en disposición de hacer teletrabajo.
Pero si la posibilidad de trabajar en el hogar está relacionada con el tipo de empleo, parece que también entiende de género. Porque entre las mujeres el porcentaje de las que pueden desempeñar su actividad laboral desde casa es seis puntos superior a la media. Sobre el 32% de los que aseguran trabajar desde el hogar según Funcas, el porcentaje alcanza el 38% cuando responden ellas y se queda en el 27% si se trata de los hombres.
“Esto se puede explicar porque entre los trabajadores con formación universitaria hay muchas mujeres. Pero, sobre todo, porque ellas ya tenían un nivel de experiencia de teletrabajo superior al de los hombres. Quizá porque ellas ya habían buscado las maneras de conciliar y estaban acostumbradas a ámbitos de trabajo en remoto. No quiere decir que lo hicieran por defecto, pero quizá sí que lo habían probado cuando un niño se ponía malo y tenían cierta práctica”, señala Chuliá.
Los privilegiados: trabajadores cualificados y bien pagados
Lo que parece demostrado es que la opción de trabajar desde casa si es necesario tiene muchísimo que ver con el nivel educativo de los trabajadores. La encuesta de Funcas señala que el 52% de quienes estaban teletrabajando a causa de las medidas de confinamiento por el Covid-19 tenían estudios universitarios, mientras que solo el 2% contaban con estudios primarios. Sin embargo, la mayor parte de estos últimos, junto con aquellos que no tenían formación seguían yendo a su lugar habitual de trabajo a pesar de la pandemia.
Y esta tendencia, la de que cuanto más cualificados y mejor pagados son los trabajadores, mayores posibilidades tienen de teletrabajar, coincide con las observadas en otros países. En Estados Unidos entorno al 30% de la población ocupada tiene posibilidad de trabajar en remoto, lo que corresponde a algo más de 41 millones de personas, según la Oficina de Estadísticas Laborales.
Pero allí, como aquí, hay grandes diferencias. El 60% de los que trabajan en actividades financieras o administrativas aseguran que pueden trabajar desde sus casas, por apenas un 10% de los que se dedican a tareas de mantenimiento, construcción o transporte. Y al igual que en España, el 52% de los trabajadores con educación universitaria o superior señala que tiene la posibilidad de hacer teletrabajo, frente a un 4% de los que no alcanzaron el título de secundaria.
Las diferencias, además, se extienden a cuestiones raciales y étnicas. Los datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU. señalan que trabajar desde el hogar es una posibilidad para el 37% de los asiático-americanos y el 30% de los blancos. Las cifras descienden cuando se trata de población negra o hispana. En esos casos el teletrabajo es una posibilidad solo en para el 20% y el 16% de los trabajadores, respectivamente.
Así que, como señala también el grupo británico de expertos Resolution Fundation en su último trabajo sobre las consecuencias económicas del coronavirus, la posibilidad de trabajar desde casa si es necesario es, sobre todo, un fenómeno que afecta a quienes están mejor pagados. El resto, quienes pueden sufrir una fuerte caída de la actividad, o quienes necesitan estar presencialmente para realizar su trabajo son ya los más amenazados por la pandemia. Son ellos quienes tienen que lidiar con el temor a perder sus empleos por un descenso de la demanda o cierre de los negocios y con el miedo y la realidad de poder contagiarse en sus lugares de trabajo.
Por eso, Elisa Chuliá destaca que, en esta crisis, como en la de 2008, el nivel de cualificación marcará la protección de los trabajadores. “Cuando vienen las crisis, los más vulnerables son los que tienen menor nivel educativo. Los mejor formados siempre van a estar mejor protegidos, son los que podrán teletrabajar, los que no serán prescindibles, y los que seguirán siendo reclamados cuando todo pase porque tienen competencias específicas muy demandadas por las empresas”.