El Gobierno plantea elevar el salario mínimo sin datos sobre el impacto del aumento de 2019


El BBVA cifra en 45.000 los puestos de trabajo que no se han creado por el efecto de la subida del SMI a 900 euros en 2019
La Seguridad Social es la que tiene los datos para poder averiguar cuál ha sido el verdadero impacto de la medida
El Gobierno quiere contar con los agentes sociales para pactar los próximos incrementos
El Gobierno tiene una “hoja de ruta” para el salario mínimo y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, está convencida de que se llegará “a un punto de encuentro” con sindicatos y empresarios para subirlo de nuevo. La idea es que pase de los 900 actuales a un entorno de los 1.200. “Quedan 1.400 días por delante”, respondió el presidente Pedro Sánchez el martes cuando le preguntaron cuándo se iba a volver a incrementar.
El problema es que todavía no se sabe cuál ha sido el impacto de la última subida, la que pactaron PSOE y Podemos en 2018. De un día para otro, el 1 de enero de 2019 el salario mínimo pasó de los 736 euros a los 900 euros mensuales, un 22% más. Fue la mayor subida desde 1978. Ambos partidos se apuntan en cuanto pueden el tanto de haber conseguido sacar adelante esta medida. Está por ver si ha funcionado como se esperaba.
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El servicio de estudios del BBVA ha sido el útimo en tratar de ponerle cifras a la cuestión: el año pasado se crearon 45.000 puestos de trabajo menos por culpa de esa subida del SMI. ¿Cómo llegan a ese número? Han comparado la evolución de los ocupados en actividades que tienen tradicionalmente salarios bajos y han visto que crecieron menos que el resto.
“Las repercusiones del incremento del salario mínimo sobre el empleo continúan siendo limitadas”, añade el informe de la entidad. Si la previsión es que en 2019 se crearon cerca de 400.000 nuevos empleos (todavía no se conoce la cifra final), esos 45.000 trabajos que no se dieron de alta suponen algo más del 10%. Y además el efecto no se limita solo un año, sino que tiene un efecto continuo.
El cálculo del BBVA hay que tomarlo con cautela porque es como un brochazo. “El problema es que la subida del SMI coincide también con desaceleración de la economía y los empleos que están más cerca del salario mínimo son más sensibles al ciclo económico”, explica Marcel Jansen, profesor asociado de la Universidad Autónoma de Madrid e investigador en FEDEA. Las cifras del servicio de estudios del BBVA hay que tomarlas con esa cautela. Pueden incluir otros factores que no tengan que ver con el SMI.
“Hay muchas incógnitas que nunca se han tratado y hay que evitar a toda costa volver a subidas muy pronunciadas que no sean anticipadas. Hasta que no tengamos datos, iría con pies de plomo”, opina Jansen. Los datos a los que se refiere los tiene el propio gobierno en la Seguridad Social: el universo de nuestras vidas laborales. Para saber cuál ha sido el verdadero impacto del SMI hay que analizar a las personas que cobran este salario. ¿Qué les ha pasado tras la subida? ¿Han dejado de trabajar en 2019? ¿Les han reducido las horas? ¿Se ha despedido gente en sus empresas? ¿Se les ha sustituido por otros perfiles?
Y ahí es cuando se complica la historia en España: en los informes.
¿Es bueno o malo subir el SMI?
Son varios los que han tratado de responder a esta pregunta ante la subida acordada entre PSOE y Podemos. A modo resumen:
- Noviembre de 2018. El Banco de España dice que el incremento hasta 900 euros supondrá 125.000 empleos menos.
- Noviembre de 2018. La Autoridad Independiente de Responsabilidad fiscal (AIReF), dice que la factura serán unos 40.000 puestos de trabajo.
- Febrero de 2019. BBVA Research dice que 60.000 empleos de coste.
- Mayo de 2019. La AIReF dice que quizá se pasaron de negativos y que no observan impacto en los primeros meses.
- Junio de 2019. El ministerio de Trabajo le dice al Banco de España que rectifique, que las cifras no les dan la razón.
- Diciembre de 2019. El ministerio de Trabajo remite un informe a la AIReF (y que no es público) en el que asegura que la subida no ha tenido impacto negativo, salvo en el caso del empleo doméstico y agrícola.
- Enero de 2020. BBVA Research dice ahora que 45.000 empleos de coste.
¿Quién de todos tiene razón?
En la literatura hay muchísmos estudios sobre la cuestión y ninguno es concluyente. “Todos tratan sobre casos muy concretos y eso hace que no se puedan extrapolar. Todo el mundo puede encontrar un trabajo que le dé la razón. Nadie puede medir a priori todos los efectos, es muy complicado”, argumenta Raül Segarra, estadístico del Observatorio de Trabajo de la Generalitat de Cataluña.
En general los expertos se lamentan porque este debate se ha politizado demasiado. El SMI es un asunto muy relevante y no puede dar bandazos en función de quién ocupa la Moncloa. “El anuncio de que las nuevas subidas las van a negociar es positivo. No solo porque se van a tomar su tiempo sino porque hay que elevar el nivel de análisis”, opina Jansen. “Tenemos que empezar a hacer políticas basadas en evidencia”. En el pacto de Gobierno figura la idea de crear una especie de comisión de expertos que asesore en esta materia.
¿Qué hay que analizar?
Los efectos del SMI no se limitan solo a si se destruyen o no empleos. “Imagina que ves que se han dejado de crear ”x” trabajos pero la desigualdad, que es lo que quieres atacar, se ha reducido. A lo mejor incluso con una menor creación de empleo, pero de mayor calidad y mejor pagado, la valoración final del incremento del SMI podría ser positiva”, apunta Segarra.
También el salario mínimo puede emitir “malas señales”. Si un chico de 16 años sin experiencia ni formación puede ganar 900 euros al mes, ¿qué incentivos puede tener para seguir estudiando? “Nadie habla del diseño del SMI, pero España es el único país donde es igual para todos. No tiene sentido. Tendría que haber diferenciación por edades y regiones”, expone Jansen.
Por otro lado, hay que valorar si las empresas por ese salario prefieren contratar a alguien más formado para el puesto y sacarle más partido (ya puestos a pagar 900 euros...). Eso supondría echar del mercado de trabajo a los que no tienen ningún tipo de formación y a los más jóvenes (que es lo que venía a argumentar el Banco de España).
Es verdad que a la hora de luchar contra la precariedad, la desigualdad y la pobreza se piensa en salarios. “Pero la gente que está en riesgo de pobreza es porque trabaja poco; un mes sí y dos no, o trabaja a media jornada”, opina Segarra. “Existe la tentanción de subir muy rápido el SMI para reducir la pobreza, pero debemos considerar todos los instrumentos necesarios”, apunta Jansen. “A veces parece que subir el SMI es un instrumento milagroso, pero no lo es”.
La cuestión es que no sabemos lo que está pasando con el impacto del salario mínimo en el mercado laboral y quien lo podría saber (el propio ministerio de Trabajo) o no lo ha analizado o no quiere hacerlo público. Quizá ahora que José Luis Escrivá ha cambiado de papel (ha pasado de presidir la AIReF a ministro de Seguridad Social), conozcamos por primera vez si la economía española puede seguir subiendo, y en qué medida, el salario mínimo.