El 'Perte Chip', el plan "más ambicioso" de la recuperación ni se imaginaba hace un año


En el Plan de Recuperación para “un nuevo modelo de país tras la pandemia” no figuraba tratar de situarnos en el mapa de los fabricantes de microchips
Ahora se van a destinar 9.350 millones de euros a la construcción de plantas de producción en nuestro país
El Gobierno destaca las fortalezas del país en este sector que hasta ahora no había despegado por una falta de "compromiso, visión y dotación"
Ni rastro. Ni en las más de 350 páginas de resumen del Plan de Recuperación y Resiliencia ni en ninguno de sus 30 componentes. Nada. Ni una sola mención a los chips o a los semiconductores. Resulta que el proyecto “más ambicioso”, ni se imaginaba hace tan solo once meses.
No solo eso: la gran mayoría de la ciudadanía no tenía ni idea de que España tenía este potencial. “Estamos reforzando los activos estratégicos en los que España está mejor posicionada”, explicaba la vicepresidenta económica, Nadia Calviño. Primera noticia para muchos españoles.
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El bautizado como ‘Perte Chip’ puede ser una ocurrencia de última hora para algunos o un ejemplo de la capacidad adaptativa y de anticipación del Gobierno. Ha hecho falta una pandemia, un megaproblema con los suministros y una situación geopolítica complicada para darse cuenta de que no se puede vivir sin chips.
Asegurarse un mínimo suministro ha pasado a considerarse cuestión de “autonomía estratégica” para cualquier país europeo. Nuestro continente solo produce el 10% de ellos a nivel mundial. La Comisión Europea presentó en febrero planes para elevar esta capacidad al 20% en 2030.
¿De dónde sale esta idea?
Desde hace meses muchas empresas automovilísticas han tenido que parar su producción por falta de chips. El crecimiento de la demanda de este producto a nivel mundial ha sido tan enorme que los fabricantes, principalmente en Taiwán y Corea del Sur, no han podido seguir el ritmo. A eso se unen los problemas de la cadena logística marítima: el parón en el puerto de Shanghái es el último contratiempo en este sentido.
“Esos diminutos chips hacen que todo funcione: desde los móviles a los patines eléctricos, los trenes o fábricas inteligentes enteras. No hay mundo digital sin chips”. El foco lo ponía la presidenta de la Comisión Europa, Ursula von der Leyen, durante su discurso sobre el Estado de la Unión el pasado mes de septiembre.
A las pocas semanas, la ministra de industria, Reyes Maroto anunciaba planes para incorporar al Perte de la automoción (el primero que se aprobó) elementos relacionados con los semiconductores. Pero desde entonces el panorama geopolítico ha cambiado totalmente con la guerra de Putin en Ucrania. La UE se ha dado cuenta de la necesidad urgente de acelerar su autonomía energética. La tecnológica también es vital, por lo que pueda pasar... En el mundo actual ya no se puede descartar nada. Así que de un añadido inicial, los chips han pasado a tener su propio plan estratégico: un apéndice con el mayor de los protagonismos superando a la inversiones destinadas a la transición energética (el segundo Perte con mayor dotación).
Puesta en escena sincronizada
El 75% de los 12.250 millones de euros del Perte Chip se destinarán a construir plantas de fabricación de semiconductores en España. La mayor apuesta se centra en producir los chips que utiliza la industria automovilística, un peso pesado en las exportaciones de nuestro país.
“Es el proyecto más ambicioso de todos por su impacto transformador y porque los chips son un elemento clave para la industria y la digitalización”, defendía Calviño en Madrid. A 1.800 kilómetros de distancia, en la ciudad de Davos (Suiza), el presidente se reunía con cuatro principales directivos de grandes multinacionales del sector para explicarles esta apuesta del Gobierno.
Gracias, @PGelsinger, por elegir España para el laboratorio pionero de procesadores RISC-V en @BSC_CNS. Hoy aprobamos el #PERTE_Chip con el que aspiramos a crear un ecosistema sólido para el futuro de la computación en Europa y atraer grandes inversiones en semiconductores. pic.twitter.com/d3DCIDaTDO
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) 24 de mayo de 2022
El Ejecutivo de Pedro Sánchez va a por todas con los chips y habla de convertir al país en un "actor principal" en la industria de los semiconductores. Calviño explicaba la apuesta utilizando términos desconocidos para el gran público como: fotónica integrada, chips cuánticos, nanómetros, empresas fabless... "Tenemos centros de investigación, disponemos de capacidades, pero no estábamos presentes en este sector por falta de compromiso, visión y dotación económica". Poner en marcha una fábrica de semiconductores requiere de muchísima inversión y de tiempo.
Lo cierto, es que los inquilinos de La Moncloa en los últimos años han compartido un mismo anhelo: cambiar el modelo productivo de España. Todos han aspirado a promover este salto hacia actividades de mayor valor añadido, como dicen los expertos. En la práctica supone que la economía genere necesidades de camareros, pero también de trabajos con mayor formación, remuneración y productividad. Ahora resulta que el proceso de revisión de la globalización y la necesidad de ubicar más cerca la producción de componentes clave nos ha planteado esta oportunidad. Y España quiere cambiar al chip.