El sector turístico pide apoyos para superar el peor momento de su historia


El Gobierno presenta este jueves un plan de impulso para el sector turístico
Ni en los peores sueños. De todos los grandes empresarios que han empezado a compartir su visión sobre la situación en la cumbre de la CEOE, ya sabemos que ninguno había imaginado vivir una situación como la actual. Ni hombres curtidos en mil batallas de la vida y hechos a sí mismos como el millonario Juan José Hidalgo, presidente del conglomerado Globalia, que reconocía que era “imposible” salir adelante por sus propios medios. Ni la presidenta del mayor banco español, Ana Botín, con experiencia de crisis en varias latitudes. “Esta es la más grave que he vivido”, reconocía hace dos días.
Y esas 48 horas de cumbre han sido suficientes para ver reflejadas dos realidades muy distintas: serán todos empresarios pero las necesidades, las preocupaciones y las urgencias son distintas. Mientras los directivos del Ibex-35 hablaron el primer día de seguridad jurídica, de no revertir reformas eficaces (léase reforma laboral), de no subir impuestos… la segunda jornada se vio arrasada por la realidad del sector que más está sufriendo: el turismo. El corto plazo manda por encima de cualquier otra cosa y el panorama que dibujaron los máximos representantes de este sector es muy negro.
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El 12% del PIB se enfrenta a un abismo imposible de sortear, según ellos, sin millones de euros de ayudas de por medio. El gasto público es su único salvador. “Si no nos ayudan vamos a durar menos que un telediario”, explicaba gráficamente Hidalgo.
“Hay tres millones de personas que viven de nuestro sector. Los ERTE y los avales del ICO, las ayudas a los autónomos, hay que sujetarlos sí o sí hasta que la demanda empiece a funcionar”, proponía el máximo directivo de AC Hoteles, Antonio Catalán. “Somos un sector que debería salir en ‘V’ si somos capaces de que el Gobierno lo sujete todo”.
“Los ERTE tienen que ser más flexibles y la idea de aplicar un IVA super reducido al sector ayudaría a ganar competitividad en esta situación”, sugería el presidente del Grupo Barceló, Pedro Simón Barceló. “Gastar en lo público no significa necesariamente gastar mal. Hay que asegurarse de que el turismo forma parte del programa de reconstrucción europeo”. Una forma fina de pedir ayudas directas para hacer frente a la caída de ingresos que, según auguran algunas consultoras, no se limitará solo a este 2020.
Informes de analistas son mucho menos optimistas respecto a la vuelta a la normalidad y hablan ya de “sectores zombies”. Las agencias de viajes es uno de los que más papeletas tiene para pasar a ese bando, según algunos análisis. Los hoteles y el transporte terrestre se enfrentan a unas necesidades de liquidez tremendas. “El sector turístico es el que más ha utilizado las líneas ICO que hemos lanzado”, explican desde el Gobierno. La cuestión es si será suficiente. Para el sector de los cruceros, por ejemplo, llegar al 10% de ocupación respecto al año pasado sería todo “un logro”.
Los empresarios del sector tiran de comparativa internacional: en Alemania, Francia o Italia se está haciendo más que aquí. La limitada capacidad de maniobra (‘espacio fiscal’, en la jerga económica) con la que partía España en esta crisis empieza a pasar factura y se nota en las cifras. Berlín ayuda a Lufthansa, París a Renault, y aquí tenemos que ver cómo Iberia anuncia planes para reducir su flota de manera estructural.
El único sector que de momento ha salvado la bola de juego 3.750 millones de plan de apoyo y a gusto de todos los implicados. Este jueves el Gobierno ha anunciado que presentará otro plan, pero para impulsar el turismo. Desde el ministerio de Industria, Comercio y Turismo se espera que la apertura de fronteras con nuestros socios europeos a partir del día 21 imprima “dinamismo”. "El sector turístico tiene que pasar del plan de choque y de la hibernación del al plan de reactivación y de reanimación", sostenía la ministra Reyes Maroto, tras el consejo de ministros. Pero son los propios empresarios los que admiten que no ven la luz.
“Así no se puede trabajar”
Cabe la posibilidad de que el jueves el tema de los ERTE siga sin aclararse y esto tiene de los nervios al sector. A 14 días de que finalicen los ERTE por fuerza mayor, todavía no conocen cuáles serán las nuevas condiciones a partir del 1 de julio. “Así no se puede trabajar”, se lamentaba en su turno de palabra Jorge Marichal, presidente de la Confederación hotelera y de alojamientos turísticos (CEHAT).
El día anterior los directivos el Ibex-35 se habían limitado a alabar la idoneidad de este mecanismo. “Hemos sido capaces de responder mejor a esta crisis gracias a los ERTE. Nos han salvado de un colapso social”, reconocía Botín. “No hay que retirar ni descafeinar las medidas que ayudan al tejido empresarial”, apuntaba Pablo Isla, presidente de Inditex.
Pero la propuesta que el Gobierno ha puesto encima de la mesa es descafeinada: no tanto por el tiempo (propone prolongar los ERTE hasta septiembre y la patronal pide diciembre), sino por las condiciones. Las bonificaciones por los trabajadores que no se pueden incorporar son cada vez menores. Eso quiere decir que una empresa, que por sus circunstancias de negocio no pueda llamar de vuelta a un trabajador, tendrá que asumir cada vez una mayor parte de las cuotas a la seguridad social de esos empleados. “No se debe incentivar al que le vaya bien, si no proteger a quienes les esté yendo mal”, insistía Marichal de CEHAT.
No todo son ayudas públicas
Los nervios del turismo se entienden todavía más cuando se amplía el foco: no solo dependen de que lleguen esas ayudas públicas que reclaman para sobrevivir, sino que hay algo que ni Gobierno ni ellos pueden controlar: los clientes.
La gran incógnita que también definirá la viabilidad de muchos de estos negocios es si los consumidores volverán a ser lo que eran. La nueva normalidad puede ser muy nueva. Hay análisis que hablan de un impacto permanente en áreas como el turismo de masas, de festivales, de viajes de trabajo, de congresos internacionales… Incluso en el caso de que el turismo español consiguiera superar ese verano sin demasiadas quiebras (en la hostelería vaticinan que 65.000 establecimiento podrían cerrar por la crisis del COVID-19), nada les garantiza que todo volverá a ser lo mismo.
Pero la situación es tan tremenda, que tampoco se puede uno paralizar pensando en el cambio de consumo. Lo urgente sigue siendo lo más inmediato. “La gente sigue con miedo. Y como no lo quitemos, no arrancamos”, sentenciaba el veterano Hidalgo.