El trigo, nueva arma de Putin en la guerra de Ucrania


Rusia bloquea la salida de 20 millones de toneladas de cereales desde los puertos de Ucrania con salida al mar Negro
La Unión Europea acusa a Putin de estar utilizando "el hambre y el grano para ejercer el poder"
Los precios de este cereal en Europa suben un 40% desde la invasión de Ucrania y no han frenado su escalada
Primero fue el gas. Rusia maniobró con meses de antelación para debilitar la respuesta de Europa a su invasión de Ucrania. Ahora, ha llegado la hora del trigo. Los cereales se han convertido en la nueva arma de guerra de Putin. Rusia bloquea el envío de 20 millones de toneladas de trigo y maíz desde los puertos ucranianos con salida al mar Negro. El Gobierno de Zelenski acusa además al ejército invasor de estar robando el grano y la maquinaria de las zonas ocupadas.
“Rusia está usando el hambre y el grano para ejercer el poder. Su artillería está bombardeando almacenes de cereales en toda Ucrania deliberadamente”, denunciaba la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante su discurso en el Foro de Davos (Suiza) este martes. La ONU alertaba de que el cierre de los puertos en Ucrania era “una declaración de guerra a la seguridad alimentaria del planeta”. Su Programa Mundial de Alimentos compra la mitad del grano a Ucrania para sostener a 125 millones de personas en el mundo.
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Las tensiones se reflejan en los precios de los mercados: el trigo nunca había estado tan caro en Europa. La tonelada ha alcanzado máximos históricos y acumula un encarecimiento del 40% desde que se desató el conflicto. Pero si nos remontamos un poco más atrás, hace un año la tonelada de este cereal costaba 200 euros y ahora supera los 400 euros.
Rusia, al igual que Ucrania, es un gran productor de cereales a nivel mundial. Juntos representan el 30% del mercado. La Unión Europea acusa a Moscú de estar reteniendo sus exportaciones como forma de chantaje para aumentar los precios. La estrategia está funcionando. La crisis alimentaria es ya un riesgo latente que afectará más a los países pobres, según alertan múltiples organismos internacionales. A la guerra se suma además un año de malas cosechas como consecuencia del cambio climático. India, otro gran productor, ha suspendido sus exportaciones de trigo.
Al parecer, Putin estaría dispuesta a proporcionar un corredor humanitario para que los barcos graneros puedan salir de Ucrania, según informó el miércoles la agencia de noticias Interfax citando al viceministro de Relaciones Exteriores. A cambio, Moscú pediría el levantamiento de algunas sanciones. Rusia ha activado otro botón para presionar a Occidente.
El impacto vía precios
Los países europeos han diseñado planes para reducir su dependencia del gas ruso, pero la estrategia para contrarrestar la subida del precio de los cereales está menos definida. De momento, al igual que ocurre con la energía, los efectos se dejan notar en la inflación. El gobernador del Banco de Inglaterra hablaba hace unos días del efecto "apocalíptico" de la subida de los alimentos en los precios. "El principal problema que tenemos en nuestro país es la inflación", aseguraba la vicepresidenta económica Nadia Calviño en una entrevista en 'El Programa de Ana Rosa'.
Energía y comida son los dos factores que más están incidiendo en el incremento del IPC en España (8,3% en abril) y la UE (8,1%). Sirva de ejemplo la inflación que viene del trigo: la pasta y las harinas suben cerca de un 25% en nuestro país. Una cuarta parte de la dieta de los europeos se basa en productos derivados del trigo, según el FMI.
Pero ese grano que cada día es más caro y difícil de conseguir sirve también de alimento al ganado. El efecto del trigo se disemina por toda la economía:
- La subida de los cereales afecta cada vez a más productos de la cesta de la compra.
- El IPC se mantiene elevado porque los precios de la energía tampoco remiten.
- La situación obliga al Banco Central Europeo a mover ficha ante de lo previsto: los tipos de interés subirán en junio.
- Los problemas se acumulan para las economías de la UE si los bancos centrales se ven obligados a actuar para contener la inflación.
Eso en cuanto a las cuestiones a nivel europeo. Las derivas en otros lugares como África o Asia son más dramáticas. Hay muchos países muy dependientes de las importaciones de cereales de Ucrania y Rusia:
- Menos cereales y más caros pueden provocar hambrunas y protestas sociales.
- La inestabilidad podría derivar en movimientos migratorios hacia Occidente.
La situación, como en el caso del gas ruso, no tiene rápida solución. No hay forma de sustituir la producción de cereales de Ucrania en el corto plazo. Incluso aunque terminara la guerra mañana mismo, los problemas continuarían. Lo pueden contar los agricultores de Chernígov, una ciudad al norte de Kiev. Los tractores han vuelto poco a poco a la actividad tras la retirada de las tropas rusas de la zona, pero la siembra del nuevo trigo no se ha podido completar. Los campos están llenos de minas sin explotar o restos de vehículos blindados. La guerra ha reducido en un 30% los terrenos sembrados de Ucrania para el año que viene.