España no destina menos recursos que otros países frente a la crisis, pero debería gastar más


España es el único país europeo que no ha puesto en marcha planes universales de ayudas a fondo perdido para las empresas
La economista Lídia Brun considera "preocupante" el nivel de apoyo directo al tejido empresarial
Todos los gobiernos han adoptado mecanismos de protección del empleo como los ERTE, pero son más eficaces en países con baja temporalidad
Gastar, gastar y gastar. Es la receta unánime para salvar las economías del impacto de la crisis del covid. La barra libre permitida por la Unión Europea ha sido empleado por la mayoría de los gobiernos. Pero la misma medicina no tiene por qué dar igual resultado en todos los pacientes ya que cada país tenía sus 'patologías previas' a la crisis y eso condiciona el resultado de las medidas.
Nuestro país arrastraba una deuda rozando el 100% del PIB, unas cuentas públicas todavía sin terminar de sanear (déficit del -2,8%) y una dualidad en el mercado laboral sin resolver. Ocho meses después desde el primer estado de alarma, la cuestión es: ¿ha gastado España lo suficiente para frenar este shock?
España no hace menos esfuerzo que los demás
“No es justo comparar los distintos paquetes de medidas de cada país sin fijarnos en el contexto y sin tener en cuenta que automáticamente unos van a gastar más que otros”, dice la economista Lídia Brun, que ha realizado una radiografía de las ayudas fiscales de diferentes gobiernos europeos desde el comienzo de la pandemia.
En esta crisis han surgido dos tipos de gasto:
- Los gastos discrecionales (gasto sanitario, ERTE, ayudas a autónomos... ).
- Los estabilizadores automáticos (prestaciones como el paro o la caída de la recaudación que se ponen en marcha sin que el Gobierno intervenga).
“Si los sumamos podemos concluir que España no está haciendo menos esfuerzo que otros países, lo que ocurre es que el impacto de la crisis en nuestro caso es mayor”, sostiene Brun.
Para calcular el estímulo total empleado por cada país esta profesora de la Universidad de Bruselas se ha fijado en el impacto de esos gastos en el déficit público previsto para este año. En total, las cifras son parecidas: si se suman todas las partidas (excepto el déficit/superávit de serie con el que llegaba cada uno a la pandemia), el esfuerzo ronda entre el 7% y el 8% del PIB en las cuatro grandes economías del euro.
Los estabilizadores automáticos (color naranja) han jugado un papel muy relevante del gasto en el caso de España, Italia y Francia. Es un reflejo también del mayor impacto de la crisis (más paro, más empresas sin poder abrir sus negocios). Luego nuestro país, por ejemplo, ha gastado más que ninguno en reforzar el sector sanitario (azul) y Alemania destaca sobre el resto con sus ayudas a las empresas (verde), que en el caso español es testimonial.
Si términos de esfuerzo las cifras son comparables, en su composición no lo son. Es por este motivo por el que Brun cree que habría que plantearse ampliar los recursos. “Si ofreces el mismo estímulo a shocks de tamaño diferente, el que tiene más necesidades está en desventaja”. Conclusión: nuestro país debería gastar más porque la crisis es peor en nuestro caso.
Ayudas a las empresas
De los nueve países analizados por esta economista, España es el único que no ha planteado un programa de ayudas universales a fondo perdido para las empresas. En general estas ayudas oscilan entre los 1.500 y los 25.000 euros y se destinan a los autónomos, microempresas y pymes. “España, e Italia al comienzo de la crisis, apostaron casi al 100% por medidas de crédito mientras que otros como Alemania, Dinamarca y Austria hicieron programas de ayudas a fondo perdido bastante amplios”, destaca.
Esta falta de apoyo directo a las empresas es “la mayor señal de alarma para nuestra economía”, según Brun. “Se han hecho un par de programas muy pequeños y centrados en sectores concretos. Esto va para largo y es muy mal cálculo invertir poco en la economía. A largo plazo si no has ayudado suficiente a tu tejido productivo muchas de las empresas se declararán insolventes”. Una amenaza que según el BCE pende ya sobre uno de cada cuatro compañías españolas, el mayor porcentaje dentro de las economías grandes del euro.
Esta economista considera que los datos demuestran que España en este aspecto ha ido con el freno de mano puesto (sólo 800 millones de ayudas directas), y lamenta que otros países que también estaban fuertemente endeudados hayan apostado por gastar más para proteger los negocios, como es el caso de Italia. Y por encima de todos destaca Alemania, que ha destinado casi 150.000 millones a ayudas directas para sus empresas.
Pero no es el único que ha puesto al tejido productivo en el centro de los esfuerzos. "No es lo mismo enfrentarse a un crisis cuando tu deuda pública está en el 95% del PIB que en el 40%, como en el caso holandés. Pero Italia, con una deuda pública mucho más elevada que España sí ha hecho un gran programa de gasto y lo está aprovechando muchísimo. España no lo está haciendo".
El Gobierno suele argumentar que sus líneas de avales ICO, más de 140.000 millones, han sido utilizadas por muchísimas empresas. Somos el país donde, en términos relativos, más se ha utilizado esta medida. "Es evidente que ayudarlas a endeudarse tiene un límite y lo hemos agotado muy rápidamente. ¿Qué pasará cuando dentro de un año tengan que devolver las ayudas y tengan que competir con empresas de otros países cuyos Estados les han dado ayudas a fondo perdido?”
Gasto para mantener el empleo
Los tipos de ayudas que se han aplicado como los ERTE o los avales públicos a créditos, se parecen mucho en todos los países, han funcionado bastante bien, pero existen diferencias importantes en cuanto al tamaño y al alcance.
“Los ERTE funcionan para cierto tipo de mercados y relaciones laborales. Es España, con una incidencia tan alta de la temporalidad —con contratos que no duran más que dos o tres meses— ¿qué sentido tiene solicitar un ERTE que después, cuando reincorporas al trabajador, te obliga a tenerlo contratado seis meses más?”, reflexiona Brun. De nuevo aparece una de esas patologías previas y propias de cada país que incide en el resultado de la misma medida.
Las decisiones de gasto público definirán cómo sale cada país de la crisis y según Brun, todo indica que aumentará la desigualdad con la que ya se cerró la anterior recesión. "Las distorniones de esta crisis van a ser muy evidentes. También en las ayudas que han recibido las empresas en función del lugar donde estaba su residencia fiscal. En un año o dos vamos a ver que ha habido una asimetría bestial. Las compañías de países que han gastado poco van a quedar tocadas en comparación con las de estados que han recibido muchas más ayudas".
Lo primero es intentar que los negocios (y por lo tanto el empleo) no mueran en el intento. Después llegará el momento de debatir como competir en igualdad de condiciones en el mercado unico europeo.