La epidemia acelerará algunos cambios en la forma en la que pagamos: ¿el fin de billetes y monedas?


España es uno de los países con mayor uso del dinero en efectivo
Las medidas para frenar la pandemia han reducido el uso de billetes y monedas frente al pago con tarjeta
La decisión del Gobierno chino de lavar, desinfectar, e incluso destruir monedas y billetes para evitar la propagación del coronavirus dio la primera pista, el pasado febrero, de que la pandemia podía dejar importantes secuelas en el uso del efectivo. Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) aseguraba un mes después que el riesgo de contagio por esta vía era muy bajo, para entonces ya se había generalizado la recomendación de realizar los pagos con tarjeta o de forma telemática.
Ese distanciamiento del efectivo se podrá confirmar con datos en unos meses, pero ya hay números que marcan la tendencia. Las compras online se han disparado y Bizum, la plataforma de envío de dinero utilizada por la gran mayoría de los bancos españoles, ha sumado medio millón de usuarios en cuestión de semanas. A cierre de abril ya alcanzaba los ocho millones.
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“A comienzos del confinamiento se observó una bajada, pero luego ha habido un aumento de la utilización para usos diferentes a los habituales, como pagar clases online o para abonar la compra que otras personas hacen por ti”, comenta Fernando Rodríguez, director de Desarrollo de negocio de la compañía. “También han crecido los establecimientos que adoptan Bizum como medio de pago. Antes teníamos 300 y calculamos que llegaremos a los 1.000 a finales de mayo”,
La pandemia de COVID-19, explica Rodríguez, ha provocado que el efectivo se vea como algo inseguro. Cambiará algunos hábitos en el corto y medio plazo, pero no cree que provoque el fin del uso de monedas y billetes. “En sistemas como el nuestro seguirán teniendo un fuerte arraigo, pero quizá sea un comienzo para darnos cuenta de que se puede pagar sin efectivo. Hay gente, como los mayores, que están empezando a descubrir esta posibilidad”.
Liderando el pago con efectivo
Lo que dicen las cifras hasta ahora es que los españoles se sienten cómodos (al menos hasta la llegada del coronavirus) con el uso el dinero en efectivo. Según el último estudio del Banco Central Europeo sobre este asunto, con datos de 2016, España, Grecia, Chipre y Malta eran los países con mayor porcentaje de pagos con billetes y monedas.
Los datos decían que en España el 87% de las transacciones se hacían con efectivo. los pagos con dinero contante y sonante representa el 68% del importe de todo lo abonado.
“En España tenemos una suerte de bipolaridad, ya que somos uno de los países de Europa que más utilizamos el efectivo para pagar las compras, pero al mismo tiempo somos el que tenemos el mayor nivel de débito automatizado a través de las domiciliaciones de los pagos mensuales”, apunta Verónica López Sabater, economista de Analistas Financieros Internacionales y experta en medios de pago.
Un aspecto positivo que ha traído la pandemia, según esta economista, es que hemos tomado conciencia de que estábamos realizando los pagos de una manera “poco higiénica”. Estos cambios no eliminarán el efectivo, sino que nos independizarán de su uso. “En España tenemos una población muy envejecida a la que nadie ha acompañado en el uso de medios alternativos a las monedas y billetes”.
Sin riesgos de exclusión
López Sabater tiene dos cosas claras: que veremos un cambio de tendencia a causa de la pandemia y que en este proceso no puede quedar nadie atrás. Ni los más mayores, ni aquellas personas que, por motivos económicos, no puedan tener una cuenta bancaria desde la que hacer pagos. Para evitar el riesgo de exclusión, la UE obligó a los Estados a que las entidades financieras ofrecieran cuentas de pago básicas con comisiones de mantenimiento muy bajas.
Lo que busca Europa, explica esta experta, es que haya muchas formas de pagar para no estar sujetos a riesgos de averías o de actividades de piratas informáticos. Y recuerda que el uso de dinero en efectivo también conlleva peligros. “Se puede robar, se puede perder, si no se cuenta con un recibo se elimina la posibilidad de demostrar que has hecho un pago. Todos esos riesgos se limitan con los pagos electrónicos”.
Economía sumergida y privacidad
Esa posibilidad, la de rastrear todas las transacciones, es una de las ventajas más defendidas entre los que abogan por el fin del efectivo, que ven este escenario como el más favorable para la lucha contra la economía sumergida. En el lado de los contras, el de la pérdida de privacidad que supone que todas las transacciones realizadas dejen huella.
“No creo que sea un inconveniente dejar rastro de lo que estás pagando y comprando, se hace continuamente en el comercio electrónico”, opina Santiago Minguez, profesor de Finanzas de Esade. Esa es la dirección, asegura este experto, para el futuro. El paso de lo físico a lo electrónico y de ahí a lo digital. “Cada vez habrá más jóvenes que quieran pagar con criptomonedas (monedas digitales), por ejemplo, con bitcoins. Tiene ventajas en eficiencias y en reducción de costes, porque los intermediarios serán muy inferiores a los que existen ahora por pagar con tarjeta.”
¿La sociedad sin efectivo?
Este escenario no está tan lejano como podría parecer. En Suecia, el país hay que mirar para imaginar la vida sin monedas ni billetes, ya están empezando a hacer pruebas. Allí apenas el 15% de los pagos se realizan en efectivo. Gran parte de los establecimientos ya avisan en sus escaparates de que no aceptan esa forma de pago.
Ante la aceleración de este proceso, el Banco Central Sueco lleva años estudiando un proyecto de emisión de criptomoneda, la e-Krona, para que la gestión del dinero no quede solo en manos privadas. El experimento se extenderá hasta 2021 y servirá para anticiparse a los problemas que puedan surgir si se acelera el descenso de efectivo.
Algo que llegará antes o después, según Minguez, y que no tendrá que ver con la pandemia de coronavirus. “Es cierto que el uso de los cajeros llegó a bajar un 70% al inicio de la crisis y que la gente ahora no quiere tocar billetes o monedas. Pero cuando el COVID-19 pase, volveremos a usar el efectivo como lo hacíamos antes. Porque a pesar de los cambios de estos meses, el verdadero cambio de tendencia en la disminución del efectivo lo marcará el relevo generacional”. Y eso sí que es imparable.