Toni Roldán, EsadeEcPol: “Nada me gustaría más en el mundo que tener a Mario Draghi de presidente”

El que fuera portavoz económico de Ciudadanos insiste en la necesidad de hacer reformas y alcanzar grandes pactos en temas clave para el futuro del país
Quienes trabajan con él dicen que es “energía en estado puro”. Toni Roldán (Barcelona, 1983), exportavoz económico de Ciudadanos y exmiembro de la Ejecutiva del partido naranja, se confiesa “felicísimo” con su nueva vida al frente del EsadeEcPol, un centro de investigación de políticas públicas. Dentro de unas semanas cumplirán su primer aniversario. En este tiempo han publicado informes sobre educación, administración pública, polarización, vacunas, desigualdad, el futuro del trabajo...
“Por un lado queremos hacer labor de think tank, pero por otro también queremos evaluar políticas públicas de manera independiente. Hay muy pocas instituciones de este tipo en nuestro país”, explica al otro lado del teléfono. “Hay una pésima cultura de evaluación. Nadie mira un maldito dato y hay que cambiar eso”.
Pregunta: Los economistas dicen que los problemas de España están sobrediagnosticados, que todos saben cuáles son. ¿Cómo se consigue influir en el debate desde un lugar como EsadeEcPol?
Respuesta: Llevamos veinte años discutiendo qué hay que hacer y quizá lo que hace falta es ir más allá y preguntamos: ¿por qué no se hacen estas reformas? La idea es aterrizar las limitaciones y explicarlas, como hicimos con el primer informe sobre la educación en España.
En un reciente informe decían que la recuperación española será más complicada que en otros países.
Antes de la pandemia arrastrábamos una trayectoria poco favorable: llevábamos años perdiendo competitividad. Ahora la crisis nos golpea más a nosotros. Somos el país que más ha caído de la OCDE. ¿Qué va a pasar? Hay una oportunidad enorme para utilizar el generosísimo apoyo europeo, impulsar reformas y transformar esa trayectoria divergente. Pero mi intuición es que el contexto para las reformas no es particularmente favorable.
¿Por qué?
Porque los países tienden a reformar cuando hay más restricciones, pero cuando no las hay y tienes toda la financiación del mundo a tipos cero, los incentivos de asumir los costes políticos de las reformas disminuyen considerablemente.
Esos proyectos en los que se va a invertir, ¿no pueden transformar el país?
Es muy positivo que se invierta en la digitalización de la administración, en la transición verde, en coche coches eléctricos, el hidrógeno... Pero eso no son reformas, eso es inversión.
Sobre la gestión de las ayudas europeas, la oposición critica que en su gran mayoría vayan a parar a las grandes empresas del Ibex-35.
El reto en sí de la gestión de los fondos europeos es enorme. Luego, si tienes que gastar mucho dinero, es más sencillo aprobar un proyecto de 1.000 que 10 de 100. Sin embargo, no todas las buenas ideas vienen de las grandes empresas y faltan por conocer muchos detalles para que este sistema sea transparente.
Ahora se debate sobre si hay que dar un paso más en el apoyo al tejido productivo y dar ayudas directas. ¿Qué opina?
Llevamos ya mucho tiempo en la crisis y eso tiene unos costes muy grandes. La deuda se ha disparado y tienes que tomar decisiones muy difíciles. Llega el momento en el que tienes hacer unos supuestos y asumir que hay una serie de empresas que no son viables. Por ejemplo, si en el futuro habrá un 10% o un 20% menos de turistas, sostener a algunas empresas tiene un coste muy alto que no lleva a ninguna parte.
Usted ha estado en política: si uno entra con las cosas muy claras de lo que hay que hacer, ¿no se termina dando golpes contra la pared?
Creo que tenemos que pensar más en lo que es posible y no tanto en las políticas perfectas. Para eso necesitas un liderazgo político y mayorías grandes. Los incentivos en la política con el grado de fragmentación que hay son muy perversos. El coste de pactar es más alto si tienes un partido al lado que compite contigo con un mensaje más radical.
¿Pesimista?
Me gustaría creer... Bueno, no lo creo, pero sí que pienso: ¿y si no es ahora, cuándo?
¿Le da envidia el Gobierno de Mario Draghi en Italia?
Hacen falta grandes acuerdos en temas como la educación, el mercado laboral, las instituciones... Que luego los implemente una persona más o menos tecnocrática elegida por el parlamento me parece secundario. Pero nada me gustaría más en el mundo que tener a Draghi de presidente. Comparto su visión sobre los retos a largo plazo a los que se enfrentan los países.
Imposible no preguntarle por el batacazo electoral de Ciudadanos Cataluña.
No me sorprendió muchísimo. El partido cometió un error y esa es la razón por la que me fui. Si estas en el centro para vencer esa política de bloques y participas en ella para construir trincheras, tu valor se deteriora.
¿Se atreve a decir que nunca más volverá a la política?
(Risas) Tendría que pasar mucho tiempo si vuelvo. La política tiene muchos costes en términos personales, de sacrificio, tensión... Ahora tengo más tiempo para hacer muchas cosas que me encantan.
No sé si se le pasa por la cabeza pensar: “Rivera podría ser vicepresidente ahora...”
Dejé el partido por esa razón. Hubo una decisión, en mi opinión sectaria pero con un interés legítimo, por la que Albert Rivera trató de conseguir ser presidente. Yo estaba en política para cambiar España no para que Rivera fuera presidente. Es evidente que en la peor crisis económica en tiempos de paz podríamos haber tenido un Gobierno sólido y reformista. Con Ciudadanos habría ido mejor.