Europa puede sobrevivir sin el gas ruso si es capaz de reducir un 10% su demanda

Un informe de Bruegel asegura que la UE podría prescindir del gas ruso si comienza a prepararse ya y está dispuesta a asumir el coste
El gas licuado (GNL) de países como Estados Unidos o Catar jugaría un papel clave en este movimiento de alejamiento de la UE de su proveedor ruso
La Unión Europea compra cerca de un tercio de todo el gas que consume a Rusia, aunque en algunos países la dependencia energética es muy superior
¿Puede sobrevivir Europa un invierno sin comprar gas a Rusia? De la respuesta a esta pregunta depende en parte la propia efectividad de las sanciones impuestas por el ataque a Ucrania. Aunque algunos analistas consideran casi misión imposible reducir a cero las compras de gas ruso (nuestro principal proveedor con un tercio de cuota), un reciente informe de Bruegel asegura que Europa podría conseguirlo si está dispuesta a reducir entre un 10% y un 15% su demanda de este combustible.
La UE tiene cada vez más claro que hay que prepararse. Rusia podría decidir cortar el grifo en cualquier momento y la dependencia energética debilita la posición europea y refuerza la de Vladimir Putin. “Le pagamos una factura muy alta a Rusia y se está usando para financiar la agresión militar”, declaraba este lunes el Alto Representante de la UE para la Política Exterior, Josep Borrell.
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Aumentar proveedores y reducir demanda
Europa debería empezar ya mismo a prepararse para desconectarse de las arterias que le unen con el gas ruso, según el análisis del centro de investigaciones Bruegel. Habría que estar dispuestos a asumir el coste de esta decisión.
“Incluso en el caso de que las importaciones de otros países se mantuvieran en niveles récord, no sería suficiente para rellenar el almacenamiento de gas antes del próximo invierno. Europa tendría que reducir la demanda como mínimo entre un 10% y un 15%. Eso es posible hacerlo adoptando una serie de medidas excepcionales”, argumenta el informe.
Entre esas alternativas figura reemplazar gas con carbón para producir electricidad, disminuir el consumo industrial, retrasar el cierre de centrales nucleares… Todas las opciones tienen un coste medioambiental, político y/o monetario. “Habrá que gastar mucho dinero rápidamente y tomar decisiones difíciles. En muchos casos, el tiempo será demasiado corto para obtener respuestas perfectas”, según los autores del análisis.
La dependencia Rusia es muy desigual
La UE tiene que planificar bien las medidas que adopte porque la realidad de la dependencia de Rusia es muy distinta por países. Para España, por ejemplo, supone el 10% de todas las compras de gas, pero en muchos países del norte de Europa se supera el 50% de dependencia. Además, según señalan los expertos, hay países como Bulgaria y Polonia que tienen pocas interconexiones.
El invierno terminará con las reservas de gas de Europa en niveles bastante bajos: un 18% frente al 30% de hace un año, según las cifras avanzadas por la comisaria de energía. "En el corto plazo no hay un riesgo de suministro. De cara al año que viene tenemos que reforzar nuestra capacidad para importar gas LNG, hacer el mejor uso de nuestras instalaciones y aumentar las reservas con un mayor número de proveedores", explicaba Kadri Simson tras el consejo extraordinario de ministros de energía de este lunes.
Los meses de enero y febrero las llegadas de barcos cargados de gas licuado a la UE alcanzaron su máximo histórico. El GNL va a jugar un papel determinante en esta hoja de ruta que quiere diseñar Europa y España cuenta con la mayor capacidad de Europa para recibir este gas de países como Estados Unidos, Nigeria o Catar. El problema: la interconexión con el resto de Europa no es buena (las tuberías que son estrechas, por así decirlo). El gas tendría que viajar en camión y eso encarecería su coste.
"Hay que garantizar que llegue la mayor cantidad de gas a Europa y que se distribuya de manera justa entre los distintos lugares de almacenamiento de cada país. Es crucial conseguirlo para reducir la vulnerabilidad de la UE si el conflicto se prolonga", concluye el informe de Bruegel. Europa tiene que prepararse para una batalla larga.