Guía para no perderse en la batalla por el dinero europeo

Se reúnen en Bruselas los jefes de Estado y de Gobierno de la UE para cerrar el marco financiero de los próximos siete años
La marcha del Reino Unido deja un agujero de casi 65.000 millones de euros
La propuesta inicial prevé recortes en agricultura y cohesión y mayor ambición climática
Hoy comienza la batalla para negociar el presupuesto europeo de los próximos años. Un auténtico rompecabezas en el que cada país deberá pelear para conseguir mantener las ayudas y defender sus prioridades. Aquí, una guía para entender las claves de esta negociación.
¿Qué es el presupuesto europeo?
El Marco Financiero Plurianual (MFP) es el presupuesto de la Unión Europea a largo plazo. En esta ocasión se negocia para el periodo comprendido entre 2021-2027. En estas cuentas, que se financian principalmente a través de las contribuciones directas de los estados miembros, se establece el límite de gasto para financiar las políticas y programas de la UE, como la agricultura, Erasmus, inversiones o seguridad.
¿Cómo afecta el Brexit?
Con la marcha del Reino Unido la UE pierde a uno de sus mayores contribuyentes, que aportaba casi 10.000 millones de euros al año. La dificultad será determinar cuál será el tamaño del nuevo marco financiero, es decir, si se pone más dinero para compensar el agujero o si se mantienen las contribuciones actuales y, por tanto, se asume que el presupuesto será más restringido.
¿Cuál es la base para negociar?
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que representa a los 27 países de la UE, ha mantenido reuniones bilaterales con cada uno de los Gobiernos para escuchar sus prioridades y líneas rojas. Tras analizarlas, ha redactado un borrador en torno al cual girarán las negociaciones. Y aquí viene la gran sorpresa, o más bien, decepción, para la mayoría: porque este borrador incluye un recorte que dejaría el futuro presupuesto para los próximos siete años en 1,08 billones de euros, muy por debajo del último marco 2014-2020 (1,13 billones) y también de lo que pedían la Comisión Europea (1,13 billones) y el Parlamento Europeo (1,32 billones).
Menos dinero y más ambiciones
El reto al que deben enfrentarse en esta ocasión es mayor respecto a otros años porque por un lado cuentan con menos recursos tras la marcha del Reino Unido y al mismo tiempo se apuesta por financiar nuevas prioridades como la lucha contra el cambio climático, la Agenda Digital, la migración o la defensa. Como soñar es gratis, pero cumplir promesas no, el presidente del Consejo Europeo quiere lograr el equilibrio proponiendo un recorte de las políticas tradicionales como la agricultura y la cohesión, y la incorporación de nuevas fuentes de financiación, por ejemplo, un impuesto al plástico y más apoyo por parte del Banco Europeo de Inversiones.
Presupuestos “verdes”
Todos los actores implicados están de acuerdo en convertir estos presupuestos en “los más verdes” de la historia. Se propone destinar más de un 20% a la lucha contra el calentamiento global, lo que incluye apostar por inversiones sostenibles y por una transición ecológica. Para apoyar a los países y regiones que se verán más afectados por esta transformación (que incluirá el cierre de minas y plantas de carbón o el fomento de renovables), se propone un Fondo de Transición Justa. Y aquí viene otra batalla, porque beneficiará más a los países más retrasados en la descarbonización (como Polonia), que a los que más esfuerzos han hecho en renovables, como se queja España.
¿Hay novedades en los presupuestos?
Sí, y la más llamativa es la propuesta de recortar los fondos estructurales a los países que violen los valores fundamentales de la UE. Es una medida nueva de presión para países como Polonia Hungría, que actualmente tienen abiertos procedimientos de infracción por no respetar el Estado de Derecho.
¿Cuál es la posición de España?
Defiende mantener el mismo nivel presupuestario que el marco anterior o, al menos, sufrir el menor recorte posible. Y sus líneas rojas son los fondos de cohesión y la Política Agrícola Común, de la que España es el segundo beneficiario por detrás de Francia. Además, con los agricultores en pie de guerra, el presidente Pedro Sánchez acude con mayor presión para pelear por estas ayudas. Sin embargo, en la propuesta que van a discutir en la cumbre, se plantea un tijeretazo del 12% y del 14% respectivamente, lo cual ha sido tachado de “injusto” por la ministra de Exteriores Arancha González Laya.
¿España tiene aliados?
Sí, se incluyen en el llamado “Grupo de los Amigos de la Cohesión”. Son Portugal, Grecia, Polonia, República Checa, Chipre, Eslovaquia, Eslovenia y Bulgaria y reivindican un presupuesto que mantenga en la medida de lo posible los fondos estructurales tradicionales. Se enfrentan al grupo de los llamados “Frugales”, que aglutina a Dinamarca, Suecia, Austria y Países Bajos y que aboga por un presupuesto más austero. A estos cuatro se suma Alemania, que reclama mantener los llamados “cheques”, un mecanismo que les permite ser compensados por sus mayores contribuciones al presupuesto.
¿Es definitiva esta propuesta de Charles Michel?
En absoluto. Es la base para negociar. A partir de aquí, las delegaciones se enzarzarán en una ardua discusión en la que entrarán en juego los diferentes intereses políticos de cada país. Se espera una cumbre de fuertes tensiones, reuniones en petit comité, presiones e incluso cierto teatro para mostrar de cara al público de casa que se ha peleado por conseguir lo máximo. Al final todos deben ponerse de acuerdo, porque el presupuesto se aprueba por unanimidad.
¿Y si no se llega a un acuerdo?
La intención de Charles Michel es dejar todo zanjado en esta cumbre. Está dispuesto a permanecer encerrado en el edificio el tiempo que haga falta y para ello ha pedido a los líderes europeos que despejen su agenda para el fin de semana. Sin embargo, entre algunas delegaciones hay poco apetito por negociar hasta la extenuación y emplazan a la próxima cumbre de marzo como última y definitiva oportunidad para cerrar el acuerdo.
¿Qué pasa si no se prorrogan los presupuestos?
Fuentes europeas hablan hablan de “absoluto caos”. Los presupuestos europeos no se pueden prorrogar en su totalidad, por tanto se produciría un vacío legal que impediría continuar con algunos de los compromisos ya adquiridos. De ahí la urgencia en “evitar a toda costa” este escenario.