Lo importante vendrá tras la pandemia: FMI y OCDE, preocupados por la dificultad de acordar reformas en España


El Fondo Monetario Internacional presentará dentro de unos días sus recomendaciones sobre la economía
“España preocupa”. El comentario lo hace alguien que ha estado en contacto esta semana con organismos internacionales. En muy pocos días, el Fondo Monetario Internacional (FMI) compartirá su pronóstico y recomendaciones para la economía española. También la OCDE está recabando datos y opiniones para el informe que publica cada año en otoño. “Son personas muy discretas. Te hacen preguntas y toman notas”, explica el experto. “Pero por las preguntas deduces que les preocupa la falta de un Gobierno fuerte que pueda sacar adelante medidas tangibles cuanto termine la crisis”.
Otra de las cuestiones que ha suscitado mucho interés entre estos organismos es el funcionamiento de los ERTE y la evolución del mercado laboral. España es la primera vez que aplica este esquema de protección del empleo y de la actividad. “Quieren tener información de primera mano sobre esto porque ellos saben de la economía española pero a veces no llegan a tanto detalle. Nos preguntan a nosotros pero también al ministerio de Economía, al Banco de España, a la AIReF...”, añade el economista.
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La preocupación, por tanto, no tiene tanto (o todo) que ver con las cifras de caída provocadas por la pandemia. Los números son las que son (y además han empeorado por el impacto de los rebrotes). España se está llevando la peor parte en las revisiones de las cifras de este año. Este jueves Standard and Poors empeoraba su pronóstico sólo para nuestro país.
Pero se contaba con estos números casi desde el inicio de la pandemia: nuestra dependencia del turismo, del sector servicios, el elevado porcentaje de pymes y la enorme temporalidad del mercado laboral nos situaban ya en una peor posición de partida. Luego la mayor incidencia del virus en nuestro país también repercutió en un confinamiento más severo.
Sin embargo, la economía española venía arrastrando problemas estructurales que requerían reformas, según el FMI. En su conclusiones preliminares de marzo ya se hablaba de: falta de ingresos fiscales para pagar el gasto social, elevada temporalidad y desempleo estructural, baja productividad y el reto del envejecimiento de la población y las pensiones. A todo esto se sumará lo que nos deje la crisis: más paro, más deuda, más morosidad...
Cuando pase lo peor de la crisis, la necesidad de realizar cambios será todavía más urgente, según la mayoría de los economistas. Ahí es donde se centra la preocupación de los organismos internacionales. La normalidad antes de la pandemia permitía a España seguir tirando, por así decirlo, sin hacer grandes reformas. Pero esa inercia ya se estaba agotando.
El crecimiento potencial de nuestro país rondaba el 1,6% del PIB (una cifra tirando a baja) y estaba limitado por el “el estancamiento de las políticas en los últimos años”. Ninguna medida económica reciente había conseguido materializarse en un impulso a este crecimiento potencial, sostenía el informe preliminar del FMI hace siete meses.
“La cuestión es si cuando se inicie la recuperación nos pillará con un plan diseñado”, resume el experto. “Esto es como hacer un viaje muy largo y no hacerle una revisión antes al coche”.
Las posibilidades de contar con ese plan son complicadas. Al Gobierno del PSOE y Unidas Podemos le está costando mucho amarrar los apoyos para los presupuestos de 2021. Si esta tarea está resultando difícil, y de lo que se habla es de unas cuentas para un año, lograr acuerdos para cambios que se extiendan en el tiempo parece una quimera.
Algunos fían el milagro a esos 140.000 millones que vendrán de Europa (y que una parte tendremos que devolver). “En el mejor de los casos, y sin entrar a debatir en qué proyectos vamos a usarlos y si se hará de manera efectiva, esos fondos no llegarán hasta la segunda mitad del año que viene como pronto”, augura Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics. “Son un proyecto de medio plazo. No creo que sea correcto hacer una asociación de los fondos europeos a la recuperación”.
Tanto dentro como fuera de España se cuestiona la capacidad del país para poder absorber esa enorme inyección de fondos. Si se sortean todos obstáculos, el impulso ayudará a salir del bache y, en el mejor de los casos, reorientar el modelo económico español. Pero la necesidad de realizar reformas seguirá encima de la mesa, tal y como ha venido recordando en cada una de sus comparecencias de los últimos meses el Gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. “Tenemos que ser valientes”, les decía a los diputados en junio.
Los números rojos de las cuentas públicas y la deuda pública no se evaporarán fácilmente. Solo en la mitad del año, el Estado ingresó 60.000 millones y gastó el doble: casi 120.000 millones. La factura de la crisis será también doble:
- Por un lado caerá la recaudación.
- Por otro aumentará la necesidad de gasto para sostener el sistema de salud y la actividad económica.
De momento este déficit en las cuentas no inquieta mucho a los inversores. El Banco Central Europeo (BCE) se ha comprometido a seguir actuando para alejar la inestabilidad de los mercados de deuda europeos. La inyección de liquidez, los ERTE, las ayudas a los autónomos, los avales del ICO, etc. están ayudando a amortiguar el golpe.
“Estamos como anestesiados. Pero cuando nos despertemos... ”, resumía hace unos meses un empresario en la cumbre que organizó la CEOE para proponer soluciones. En el número uno de la lista figuraba: “visión de medio y largo plazo”.
El caso es que esa visión, sobre el papel, es bastante compartida. Tanto los empresarios como los principales partidos hablan de cuestiones como transición energética, sostenibilidad, inclusión, digitalización, mejores trabajos, igualdad de oportunidades, I+D... “Hay muchas cosas que nos unen”, resumía la presidenta del Santander. “Aquí el debate va a ser el cómo”.
El país parece que tiene el destino bastante claro. No hay muchas alternativas en ese frente. Lo que preocupa es que la discusión sobre qué carretera coger nos paralice mientras otros nos pasan de largo y nosotros cada vez nos quedamos más atrás.