NIUS te explica: por qué sube el precio del gas y afecta a lo que pagas por la luz


El precio mayorista del gas se ha triplicado desde principios de año
El gas determina muchos días el precio de la luz pese a que sólo representa una parte pequeña de la generación eléctrica
Desde Putin a la demanda asiática, diversos factores se combinan en el alza global del precio del gas
“Podemos intentar convencer a Putin de que bombee más gas, pero es poco realista”, decía la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en agosto, cuando la subida del precio de la electricidad empezó a acaparar titulares. ¿Por qué el precio del gas natural se ha triplicado a lo largo del año y cómo está influyendo en lo que pagamos por la luz?
La respuesta final apunta hacia los costes a corto plazo que acarrea la transición energética hacia un planeta verde. Pero el camino que lleva a esa respuesta recorre el sinuoso mercado global del gas: desde un polémico gasoducto en el mar Báltico a los depósitos de gas en Asia, desde barcos metaneros que viran súbitamente en busca del mejor postor a los traders en Holanda o los cruces entre oferta y demanda en el mercado mayorista de la electricidad en España.
MÁS
Todo un mundo complejo e interconectado está detrás de algo tan simple como apretar un interruptor y que se encienda la luz. Que la subida internacional del gas afecta a lo que pagamos por calentar la casa es obvio -aunque ahora el Gobierno haya "topado” el precio hasta finales de marzo. Menos evidente es su impacto en el recibo de la luz. Sobre todo si se tiene en cuenta que el gas representa sólo una pequeña parte de la generación eléctrica en España. Pequeña, pero indispensable. Antes de entrar en las causas del encarecimiento internacional del gas, veamos cómo infla el mercado eléctrico.

Un gas indispensable
Las energías renovables no son capaces de cubrir a todas horas ni todos los días la demanda eléctrica en España. Necesitamos generar electricidad con centrales térmicas de combustibles fósiles como el gas natural, más limpio que el carbón o el fuel. “Son las garantes del sistema eléctrico español, sin ellas, habría apagones”, señalan desde la patronal SEDIGAS.
Todos cobran el precio del más caro
La electricidad generada por el gas sólo ha supuesto el 13% del total en lo que llevamos de año. ¿Cómo tiene tanto peso en el precio de la electricidad? Por el sistema de fijación de precios en el mercado mayorista.
La tecnología más cara, el gas, marca directa o indirectamente el precio de toda la electricidad venga de donde venga e independientemente de su coste (muy bajo en el caso del sol, el viento o el agua embalsada). Y la marca, en particular, cuando escasea el viento y el agua.
Los defensores de este sistema señalan que incentiva la inversión en renovables, porque se demuestran más rentables. Los detractores lo consideran aberrante, desfasado y tramposo. Pero esto es lo que hay. Es el sistema que impera en Europa y no se puede cambiar, aduce el Gobierno.
El efecto multiplicador del gas
De esta manera, aunque la generación con gas sólo represente el 13% de la producción eléctrica en los últimos 12 meses, su encarecimiento se amplifica en el mercado mayorista de la electricidad. “Por cada euro que sube el precio del gas en los mercados internacionales, sube dos euros la electricidad en el mercado mayorista”, dice la ministra Ribera. Un informe del Banco de España publicado en agosto atribuía al gas la mitad de la subida del precio de la luz.
El Gobierno quiere reducir el impacto de este efecto multiplicador en el recibo al “detraer” los “beneficios extraordinarios” que indirectamente se llevan, por ejemplo, la nuclear o la hidráulica, porque se les paga el megavatio a precio de gas. La decisión tomada esta semana –una especie de reforma del sistema de precios por la puerta de atrás- traerá cola en los tribunales... Pero no nos desviemos, volvamos al gas y a las razones por las que se ha desbocado su precio.
El viaje del gas: gasoductos o barcos metaneros
Antes de seguir adelante, conviene aclarar que el comercio internacional del gas viaja por dos vías: gasoductos como los de Rusia, Noruega, el Caspio o Argelia hacia Europa y barcos metaneros que transportan gas natural licuado (GNL) desde Qatar, Estados Unidos, Nigeria o la propia Rusia y Argelia. Por los gasoductos viaja el gas contratado a largo plazo, en teoría, a un precio más estable y a menudo indexado al petróleo (que también está subiendo, por cierto). Por el mar los metaneros navegan rumbo a la mejor oferta.
¿Qué está ocurriendo? Pues que no fluye todo el gas que debíera por los gasoductos europeos y el precio del GNL se ha disparado. “Europa suele utilizar el GNL para cerrar la brecha entre oferta y demanda”, señala Juan Antonio Martínez, analista de la consultora energética Grupo ASE. “Pero ahora la fuerte demanda en China, Japón y Corea está elevando los precios en los mercados europeos”.
El precio del gas oscila con las estaciones, pero lo ocurrido desde finales de 2020 no tiene precedentes: en el mercado ibérico se ha triplicado a lo largo de 2021. El alza resalta más si se compara con el año pasado [ver gráfico más abajo].
La causa es una tormenta perfecta y global en la que hay de todo. “Por motivos geopolíticos o puramente económicos y empresariales hay un estrechamiento de la oferta y un aumento de la demanda y eso lleva a aumentos de precios”, explica Gonzalo Escribano, principal analista de energía y clima del Real Instituto Elcano.

¿Por qué se ha encarecido el gas?
El largo invierno vació las reservas en el hemisferio norte (recordemos a Filomena). Asia están acaparando ahora mismo el 70% del GNL global y pagándolo a precio de oro. Europa también tiene las reservas por debajo de lo habitual en estas fechas y está demandando gas para rellenar los depósitos antes del invierno. "También han se ha esperado más a ver si bajaba el precio, que estaba caro, y no ha bajado", añade el analista de Elcano.
Gasoductos a medio gas. El gas no ha estado fluyendo al ritmo que cabía esperar por los gasoductos de Rusia y Noruega, que suministran el 60% del consumo europeo. Es cierto que han tenido problemas de mantenimiento este verano, pero, según Gonzalo Escribano “se puede especular si las paradas noruegas son oportunas justo en el mejor momento para que ellos suban los precios, o se puede especular si Rusia está jugando geopolíticamente para que les abran el Nord Stream 2”, apunta Escribano
La hipótesis conspirativa: Nord Stream 2. Según esta versión, Vladimir Putin bombea menos gas para presionar a favor de la apertura del proyecto energético más controvertido del mundo, según The Economist, el gasoducto Nord Stream 2. Sortea Ucrania y Polonia y discurre por el mar Báltico directamente hasta Alemania. Duplicará la capacidad de exportación de Rusia a Europa, que ya está en un 43%, y también la dependencia europea del gas ruso. A Estados Unidos tampoco le interesa porque reforzaría la posición de Putin y reduciría sus ventas de GNL. Trump llegó a amenazar con sanciones a las empresas involucradas.
Paradas de producción. “El problema del gas comenzó el verano pasado”, señala Juan Antonio Martínez, del grupo ASE. “En julio y agosto de 2020, los precios del gas eran tan bajos en Europa que no era rentable para Estados Unidos producir gas y mandarlo a Europa”.
Muchas explotaciones de gas esquisto (extraídas por medio del fracking) pararon su producción a la espera de que la situación remontara. Pero en otoño e invierno de 2020 se reactivó la demanda y la oferta se quedó corta. “El GNL necesita más o menos tres o cuatro meses para responder a la demanda, siempre va con retraso, sobre todo por un tema logístico, el desplazamiento de los metaneros. A esto se suma que el invierno ha sido frío y largo tanto en Europa como en Asia y el déficit que teníamos a finales del año pasado se ha ido arrastrando durante todo 2021”.
El gas argelino
Un momento… ¿España no recibía el grueso de su gas de Argelia con un precio fijado de antemano con referencia al petróleo? ¿Cómo le afecta todo esto?
Apuntemos brevemente que, para complicar las cosas, Argelia cortará el 31 de octubre el gas que envía a Europa a través de Marruecos por la tensión entre los dos vecinos del Magreb. Queda el Medgaz que llega directamente desde Argelia a Almería y el Gobierno de Argel asegura que el corte no afectará a los suministros a España. Veremos. Otra cosa es el precio.
La apuesta por el GNL
En los últimos años, la ‘revolución’ del gas de esquisto en Estados Unidos abarató los precios del gas natural. España apostó fuerte. “Es el país con más capacidad de almacenamiento de GNL en Europa y ahora mismo el que más metaneros está recibiendo”, apunta Martínez del grupo ASE. Hasta el punto de que durante varios meses de 2019 España importó más gas de EEUU que de su tradicional suministrador argelino. Ahora el 46% viene de Argelia y el 53 en barco como GNL procedente de Estados Unidos, Rusia y Nigeria principalmente.
Un precio influido por el mercado internacional
“No es lo mismo lo que tú pagas por el gas que viene de Argelia que el que viene como GNL”, explica Gonzalo Escribano. “Pero sí, estás pagando un precio internacional por decirlo así. Pero ese precio no es el mismo que está pagando Holanda, Estados Unidos y Corea. Por ejemplo, nosotros tenemos mucho GNL y los alemanes no tienen nada. El que está muy caro es el GNL, luego sí influye en el precio que se genera en el mercado ibérico”.
“El problema es que mandan los precios internacionales, todos los mercados de gas están conectados. Al final, lo que pasa en el mercado japonés termina trasladándose a Europa porque todos los mercados están contagiados”, dice Martínez.
¿Bajará el gas? El mercado de futuros en Holanda así parece indicarlo. “Cuando pase el invierno, los precios teóricamente deben bajar, pero, por ejemplo, este año no lo hicieron. Y si bajan, ¿cuánto van a bajar?”, responde Martínez.
El incierto papel del gas en la transición energética
¿Estamos ante un ajuste temporal entre oferta y demanda o ante un problema de fondo? El gas se solía presentar como un puente entre las energías fósiles más contaminantes y el futuro prometedor de las renovables. ¿Lo sigue siendo?
“Aquí puede haber un problema estructural que provoca estos desajustes. Las energías renovables aún no tienen capacidad para para suministrar energía de forma estable a Europa. Pero nadie está invirtiendo en nuevas explotaciones de gas porque se supone que ya es un sector maldito, que contamina, y nadie está dispuesto a invertir en explotaciones que dentro de 10 años van a desaparecer”, dice Martínez
Escribano añade la alta volatilidad de los precios del gas. “Si un día está por las nubes y otro por los suelos, igual es mejor invertir en una cosa más tranquilita”. Pero más allá de estas oscilaciones, también apunta a los riesgos de la transición energética en la que estamos inmersos.
“Dice la Agencia Internacional de la Energía que si queremos llegar a cero emisiones de Co2 en 2050, ya mismo no se puede invertir un euro más en un campo de gas, un gasoducto o una terminal de GNL”, recuerda. “Pero tenemos una serie de problemas porque seguiremos necesitando gas y petróleo durante esa transición y, si nadie invierte, pues en ese período de transición vas a tener un petróleo y un gas muy caro que planteará un coste económico brutal en esa transición energética. Hay que tomar las medidas para que esos riesgos de transición no nos dejen al aire y acelerar en la parte renovable”.