El mundo habla de un nuevo plan Marshall para superar la crisis del coronavirus


Las ayudas de las que se habla ahora superan de largo el plan Marshall
Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, el club de países más ricos del mundo, ha advertido de que la pandemia del ya está teniendo efectos peores que las de la crisis financiera de 2008 y ha reclamado un plan Marshall para superar los estragos del COVID-19. “Es de ilusos pensar que la economía va a tener un rebote rápido", ha declarado en la BBC. “Los efectos se van a notar durante años”.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha pedido un plan Marshall en Europa. Si el Estado es la última tabla de salvación ante la pandemia, como subraya Sánchez, son muchos los países que se enfrentan a este súbito, inédito e inesperado parón económico sin recursos y con una deuda monumental.
Apostamos por un gran "plan Marshall" para impulsar un proceso de reconstrucción social y económica en la #UE con todas las herramientas a nuestro alcance. Seguiremos defendiendo los intereses de España y Europa, que frente al #COVID19 son los mismos.#EsteVirusLoParamosUnidos pic.twitter.com/F25ygtaGSh
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) 22 de marzo de 2020
Las invocaciones al plan Marshall también se escuchan estos días en el Congreso de los Estados Unidos. El presidente y los legisladores norteamericanos están negociando una inyección a la economía de 2 billones de dólares, más del doble que el paquete empleado contra la crisis financiera de 2008-2009.
¿Qué fue el plan Marshall?
1947. Hacía dos años que la Segunda Guerra Mundial guerra había terminado en Europa, pero la economía del continente seguía destruida. Alemania, el tradicional motor económico de Europa, había desparecido del mercado. No tenía ni siquiera moneda oficial en circulación.
Fue entonces, el 5 de junio de 1947, cuando el secretario de Estado de Estados Unidos, el general George C. Marshall anunció en la ceremonia de graduación de la Universidad de Harvard. el plan que llevaría su nombre en un “discurso dramático e inolvidable”, según escribe Tony Judt en su monumental Postguerra.
“El objetivo era romper el círculo vicioso y restaurar la confianza de los europeos en el futuro económico de sus países”, en palabras de Marshall. Fue un plan desinteresado sólo hasta cierto punto. Los norteamericanos necesitan una Europa recuperada como socio comercial para sostener su propia economía.
Estados Unidos entregaría a los países europeos que se quisieran sumar al plan una cantidad de fondos que superaba toda la ayuda al exterior de Washington durante la guerra. Entre 1948 y 1951, los norteamericanos invirtieron en Europa el equivalente a 200.000 millones de euros actuales, según calcula Judt en su monumental Postguerra..
Invitaron a 22 países. Al final quedó fuera la Unión Soviética y después se retiraron sus países satélites del este de Europa. La oferta no llegó a España, castigada por su cercanía pasada al régimen nazi. La división de Europa ya era un hecho. Marshall defendió su plan como una barrera para frenar la expansión del comunismo soviético en el oeste de Europa.
No sólo fue ayuda en efectivo. También en productos sin coste alguno para ir creando “unos fondos de contrapartida”. El plan Marshall funcionó como un motor de arranque de la economía europea. Después vendrían “treinta gloriosos” años de crecimiento de la posguerra, como lo llaman en Francia.
Las cifras de las que se habla ahora exceden de largo lo que fue el plan Marshall. Pero más que en la cantidad, las diferencias hay que buscarlas en los instrumentos que se utilizan. Estados Unidos estudia una inyección de 2 billones de dólares en la economía y se plantea enviar un cheque a todos los trabajadores afectados por la crisis.
Sánchez habla de 200.000 millones - “la mayor movilización de recursos de nuestra democracia”-. Como en el resto de Europa, los planes combinan avales del Estado para evitar que el parón económico asfixie a las empresas y aplazamiento en el pago de impuestos. Suecia ha llegado a aplazar el cobro de impuestos por un equivalente al 6% de su PIB.
Pero con unos países en el sur endeudados hasta el cuello y otros en el norte con superávit, el futuro de Europa, como en el 2008, depende una vez más de lo que haga o deje hacer Alemania. Esta vez, el nuevo plan Marshall depende de los propios europeos.
En cuanto al anterior plan Marshall, pasó de largo por España y sólo nos dejó una magnífica película de Berlanga. No obstante, sus efectos se notaron cuando las nuevas clases medias que propició la recuperación europea descubrieron el sol de España.