Rusia eleva la presión con el gas mientras la UE se prepara para evitar la escasez el próximo invierno

España aprueba este viernes un tope al precio del gas para poder limitar el precio de la electricidad
Europa consigue elevar su nivel de almacenamiento respecto al año pasado pero sigue todavía en niveles muy bajos
Los precios se disparan tras el corte de parte del suministro de gas ruso vía ucrania
Lo previsible ha terminado ocurriendo: el gas asume mayor protagonismo como arma en la guerra de Ucrania. Rusia, el mayor proveedor de energía de Europa, ha anunciado este jueves el cierre total de un gasoducto y Ucrania ha tenido que cortar parte del suministro que llegaba a través de su territorio por los efectos de la invasión. Los nervios han vuelto a apoderarse del mercado con unos precios que han llegado a subir más de un 20% en la sesión.
“La situación está escalando, pero los efectos son manejables", argumentaba Robert Habeck, ministro de Economía de Alemania, uno de los países más dependientes energéticamente de Rusia. "Es evidente que está utilizando cada vez más el gas como arma".
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- La primera decisión del Kremlin es más bien simbólica: la tubería en la que Rusia dejará de inyectar gas, la que atraviesa Polonia, estaba ya bajo mínimos. No se notará casi la diferencia.
- La segunda, es algo más preocupante. Un tercio del gas ruso que llega a Europa a través de Ucrania ha dejado de circular. Rusia niega los problemas técnicos que alega el operador ucraniano, pero en tan solo dos días ha empezado a llegar un 25% menos de gas a Europa por esta vía.
"Va a subir el precio porque este corte introduce elementos de incertidumbre en el mercado", argumenta José Manuel Corrales, profesor de Economía y Empresa de la Universidad Europea. "Es un cierre por causa mayor que se une al que anunció Rusia a finales de abril sobre el suministro a Bulgaria y Polonia".
"Todos somos ahora rehenes de Rusia", afirma rotundo Gonzalo Escribano, principal analista de energía y clima del Real Instituto Elcano. El incidente en el suministro en Ucrania (el primero desde que se inició la guerra) llega en un momento en el que Europa ha conseguido salvar el primer set: el invierno, la época de mayor consumo de gas. Las suaves temperaturas de este año han jugado su papel. Pero ahora preocupa mucho la siguiente temporada invernal: la UE no puede prescindir totalmente del gas ruso.
"El próximo invierno puede ser muy duro, con posible racionamiento de calefacciones y producción industrial, sobre todo en los países del centro de Europa", explica Corrales. "No hay forma de cubrir ese 40% de porcentaje que representa Rusia y eso va a provocar un tensionamiento brutal", pronosticaba Josu Jon Imaz. El consejero delegado de Repsol advertía de un problema de seguridad de suministro en los próximos seis o siete meses que "va a impactar de una forma dramática".
"Hasta ahora no ha pasado nada. Es verdad que pagamos más por la luz y la gasolina, pero luego nos devuelven 20 céntimos. No sirve de nada, va seguir subiendo", augura Escribano. "Hay que lanzar ya un mensaje a los ciudadanos: ahorrar todo lo posible este verano y reducir el consumo".
Las reservas superan al nivel que había hace un año
Un elemento clave en esta crisis energética son las reservas. La estrategia europea es llenar al máximo posible los depósitos de gas antes de que vuelva a llegar el frío; prepararse con antelación y no llegar tan dependientes del exterior como este 2022.
Por primera vez en lo que va de año el nivel de almacenamiento supera al del año pasado. Estamos en una media europea del 37% de la capacidad total. Sin embargo, sigue estando muy por debajo de otros años (2020 está afectado por la pandemia, pero en 2019 las reservas estaban al 50% por esta época).
"Aumentar reservas en tan poco tiempo y con un invierno de por medio es complicado... Ya nos podemos dar por satisfechos. La situación sigue siendo mala pero mucho mejor que en enero", valora Escribano.
Las interrupciones de gas ruso pondrán más difícil y más caro el objetivo europeo de dejar de depender tanto de Rusia. El objetivo de la Comisión Europea en este sentido es doble:
- Reducir en dos tercios las compras de gas ruso de aquí a final de año.
- Llegar al 80% de reservas antes del invierno.
El camino por recorrer no es el mismo en todos los países. En España estamos en niveles que rondan el 64% de nuestra capacidad de almacenamiento, un poco mejor que otros años por estas fechas. Pero Italia, Francia y sobre todo, Alemania, están por debajo de lo que sería un año normal.
El tope al gas en España
España no tiene un problema de almacenaje ni abastecimiento. La mayor parte de nuestro gas viene de Estados Unidos (vía barco) y Argelia (vía gasoducto directo). Tenemos una de las mayores capacidades europeas para procesar el combustible que llega vía marítima con seis plantas regasificadoras. Alemania no tiene ninguna, por ejemplo, y ha planteado construir cuatro en los próximos años.
La crisis ha invertido los flujos de comercio de gas vía Francia también. Tradicionalmente hemos importado más combustible del país vecino, pero en el último mes estamos exportando gas a la máxima capacidad que permite el tubo que nos conecta. No es en absoluto nada habitual.
El problema particular de España son los precios. Este viernes el Consejo de Ministros aprueba un mecanismo para evitar que un gas demasiado caro contagie a todo el sistema eléctrico. Un blindaje temporal durante un año dada nuestra condición de península energética que no nos aislará, sin embargo, del resto de los efectos derivados de la guerra.
"No pensemos que el tema del gas no nos va afectar porque no dependemos tanto de Rusia", expone Corrales. "Si Alemania, la locomotora europea, se constipa, el resto de las economías también lo acusarán".