A mayor democracia, mayor esperanza de vida

Los países con mayor esperanza de vida también son los más democráticos
Mortalidad por problemas cardiovasculares, accidentes de transporte, cirrosis, cáncer… ¿tiene algo que ver la democracia con todo esto? Sí, pero no estaba del todo claro cuánto. Un reciente estudio publicado en Lancet puso cifras después analizar datos de 170 países durante el periodo 1970-2015. Las variaciones de mortalidad por estas causas tenían mucho más que ver con la calidad de las democracias que con el incremento del PIB (Producto Interior Bruto).
La razón teórica por la que una democracia debería aumentar la esperanza de vida de su población está clara: los gobiernos tienen un mayor incentivo a mejorar la salud de las personas y reducir la mortalidad. Un viaje muy largo en el tiempo permite observar esta estrecha relación.
La correlación es evidente, según los datos del gráfico elaborado por Our World in Data. En este caso se ha utilizado un índice de calidad democrática que va del 0 al 1, siendo este último el máximo. Al final del recorrido, en el año 2015, se observa que los 36 países con un nivel democrático por encima del 0,7 tenían una esperanza de vida de al menos 72 años. Por otro lado, todos los 21 países con una esperanza de vida inferior a 60 años estaban asociados a niveles de democracia por debajo del 0,55.
Como en todo, hay excepciones. España, tras el impacto en la esperanza de vida que tuvo la guerra civil, se empezó a situar a la cabeza de los países con mayor esperanza de vida, a pesar de vivir bajo una dictadura. A partir del año 1975 dio un salto en esta gráfica para situarse junto a otros países europeos con unos índices de democracia parecidos. Ahora en el lugar que ocupaba España en los años sesenta nos encontramos con Cuba. (Consejo: hay que darle al pause de vez en cuando para poder seguir el ritmo a los datos)
Correlación no es causalidad
Para poder establecer que la democracia es la causa de una mayor esperanza de vida habría que hacer algún tipo de experimento. En la vida real este tipo de pruebas no son factibles, pero la historia sí que ha producido de manera natural algunas simulaciones.
Fue el caso del voto electrónico en Brasil. Se introdujo solo en algunos estados y eso permitió observar diferencias. Resultó que la gente pobre y menos formada participó más con el voto electrónico (era más fácil no equivocarse. Al parecer el sistema electoral en Brasil es bastante complejo). El investigador Thomas Fujiwara comprobó que en los estados donde se había dado mayor participación también se destinó más dinero al gasto público en sanidad.
Es decir, la experiencia de Brasil sugiere que la prestación de servicios públicos es el canal a través del cual la democracia incide en el nivel de esperanza de vida de la población.