Electrificación del transporte, tarea de titanes con solo 13 años por delante


A partir de ahora los problemas de movilidad y los energéticos van a correr mucho más en paralelo
Hasta 2035 tenemos que sacar dinero, conocimiento y regulación suficiente, para atender problemas gigantescos de nuestra sociedad
El Parlamento Europeo ha votado a favor del fin de los motores térmicos a partir de 2035. Se trata de una medida drástica, que cierra puertas que podríamos haber usado para reducir más eficazmente las emisiones del mismo transporte. Una agenda más paulatina y organizada contando con todas las tecnologías, sin prohibir de facto aquellas en las que precisamente somos más fuertes en Europa, seguramente nos hubiera permitido avanzar con más seguridad y menos riesgo para nuestra economía.
Ahora nos queda una tarea por delante que nos costará 67.000 millones de euros a nivel global, según la consultora AlixPartners y que pondrá en peligro 500.000 puestos de trabajo en la industria europea según la Asociación Europea de Proveedores de Automoción (Clepa).
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Además, estamos solos. La Corte Suprema de Estados Unidos acaba de limitar la capacidad de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) para regular las emisiones de carbono de las centrales energéticas. Es solo un ejemplo. ¿Y el resto del mundo? Quizá sea mejor no pensarlo.

Labor a realizar
Así que ya no queda otra que ver qué tareas nos quedan por delante para poder salir airosos de una encerrona en la que nos hemos metido nosotros mismos. Además, es importante tener muy en cuenta que la nueva interrelación entre movilidad y energía va a hacer mucho más interdependientes a ambos sectores.
340.000 puntos de recarga para 2030
Es el dato que ofrece Anfac sobre las necesidades de la red de recarga para España de aquí a ocho años. A finales del año pasado, en España había 11.517 puntos, según Anfac. Los objetivos de desarrollo son alcanzar al menos los 45.000 puntos de recarga públicos este mismo año. A partir de ahí, alcanzar los 70.000 para finales del año que viene y 110.000 para 2025.
Resumiendo, no tenemos una red de recarga suficiente, ni mucho menos estamos a nivel europeo. Desde la industria automotriz y también desde las energéticas no paran de apuntar que no se está haciendo lo necesario a nivel político -de regulaciones- para eliminar las trabas burocráticas que pueden demorar en más de nueve meses los permisos de instalación de puntos de carga.
Por otro lado, en nuestro país, aproximadamente el 65% del parque duerme en la calle, es decir, sus usuarios tienen nulo acceso a puntos de carga privados.
120.000 matriculaciones de electrificados
Es el objetivo fijado por el mercado para este año dado que los objetivos del gobierno son contar en nuestro parque con 3 millones de vehículos para 2030. Estos 120.000 eléctricos, suponen doblar la cifra de ventas de eléctricos puros e híbridos enchufables del año pasado. Hasta marzo sólo se han contabilizado 17.704 ventas de este tipo de vehículos. Sólo hay que acercarse a las listas de precios de coches para constatar cómo estos se encuentran a unos niveles difíciles de asumir por las clases medias y casi imposibles por las populares.
Problema energético
Tenemos un grave problema con la generación de energía en general en Europa. En España afortunadamente, gracias a la diversificación -y no a las prohibiciones- estamos mejor que otros países. Parece que avanzamos adecuadamente en energías renovables tanto fotovoltáica como eólica.
Almacenamiento de renovables
Pero sí tenemos un problema que hay que afrontar de forma urgente con el almacenamiento de electricidad procedente de renovables. Los picos de producción de esta última no coinciden con los de demanda energética. El almacenamiento es por tanto esencial para estabilizar el sistema. Las posibilidades pasan por enormes silos de baterías, por ahora inexistentes en nuestro país, o bien por centrales hidroeléctricas por bombeo de las que carecemos. La opción de convertir la electricidad en hidrógeno verde es buena, pero cara e ineficiente en cuanto al aprovechamiento final de la energía. Para que podamos contar con las baterías de los coches en apoyo de esta tarea aún faltan unos años.
Transporte y logística por carretera
Las flotas de transportes urbanos electrificadas son menos que escasas. Hasta hace muy poco no existían los autobuses de hidrógeno. Acabamos de empezar a testar flotas de VTC en coches de hidrógeno. Resumiendo, los transportes públicos de energías alternativas están en mantillas.
Tampoco disponemos de camiones a larga distancia movidos por hidrógeno y mucho menos por electricidad. Ya empieza a haber oferta de furgonetas de reparto de cercanía eléctricas e incluso de hidrógeno, pero están en el germen.
La cadena logística está de todo menos preparada para sustituir las flotas de diésel en el medio plazo. Y no siempre por falta de producto, pero sí en la mayoría de los casos por falta de cadenas de valor bien establecidas y por falta de modelos de negocio que den cobertura a las necesidades profesionales y sean capaces de mantener su rentabilidad.
Baterías
No tenemos producción de baterías propia. Se están comenzando a montar las fábricas que deberán proveernos de las mismas. No sabemos si vamos a disponer de los minerales y materias primas necesarias para fabricar dichas baterías. En Europa casi no las hay. Suponiendo que las conseguimos, dependeremos de nuevo de terceros países, principalmente de China. Y no solo porque muchas de esas materias primas se dan en su territorio, sino porque lleva tiempo comprando producción en África y Sudamérica.
Acondicionamiento de la red eléctrica
Un parque de 25 millones de coches electrificados necesita unos cableados en la red, un mayor número de subestaciones y muchos otros detalles técnicos para los que no estamos preparados. Tampoco los edificios ya existentes podrán asumir que de repente buena parte de sus plazas pretendan tener un cargador.
Reciclaje
No tenemos de momento una cadena de valor establecida para el reciclaje de las baterías, las placas solares, las palas de los molinos eólicos. Será necesario montarlas y conseguir que sean económicamente rentables.
Logística
Mantendremos la dependencia de una cadena logística mundial que ha demostrado ser parte del problema cuando las cosas se han puesto feas.

Gigantesca tarea
Como decíamos al principio, la prohibición será a partir de 2035. Es decir, en trece años, tenemos que sacar dinero suficiente, conocimiento suficiente, regulación suficiente, ¡tiempo! suficiente como para atender problemas gigantescos de nuestra sociedad. Y no solo en España, en toda Europa. A la vez.
Otra pregunta es si vamos a contaminar menos. La evidente respuesta es que no. Vamos a contaminar aún más en los próximos años. Entre otras cosas porque para poder llevar adelante todos estos cambios vamos a necesitar incrementar el consumo energético y mucho. Una vez acometidos es posible que los niveles bajen. Esperemos.