BYD y Geely, punta de lanza del desembarco chino para hacerse con el sector del automóvil occidental


Dominando la materias primas, la tecnología de las baterías y con mano de obra barata, los chinos asaltan Occidente con sus productos
Adelantarse en la batería de estado sólido, arrebatarles la cadena de suministro y “nacionalizar” las ayudas a la compra, posibles respuestas
China revoluciona la venta y distribución de coches
Sombrerazo estratégico para China. Desde hace años, el gigante asiático decidió que la industria de la movilidad y la automoción eran algo determinante para su país. Lo ha ido dejando patente en cada uno de los 14 planes quinquenales que la dictadura comunista ha desarrollado a lo largo del tiempo.
Sus dirigentes, conscientes de que la tecnología dominante (térmica) estaba dominada por Occidente buscaron una solución: el automóvil eléctrico. Con las mayores reservas de tierras raras, básicas para la fabricación de los imanes de los motores eléctricos dentro del país, uno de los pilares fundamentales estaba solucionado. También disponían de abundancia de otros de los minerales esenciales (litio, níquel...) para la fabricación de baterías. El gobierno decidió que la inversión en electrificación sería estratégica y en unos pocos años se ha creado una de las mayores -sino la mayor- empresas de baterías del mundo. CATL muestra una dominancia tecnológica indiscutible en ese elemento básico y fundamental de la electrificación. Dominancia que no es discutida por ninguna empresa occidental, ni siquiera por Tesla, que les compra sus productos.
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Materiales, tecnología, mano de obra barata, legislación laxa en materia de contaminación... China ha mezclado un cóctel que ahora pretende explotar: un coche eléctrico no solo asequible, sino con tecnología puntera y calidad a la altura de las firmas tradicionales. Ahora lo siguiente es inundar los mercados, sobre todo el occidental, con sus productos para hacerse con la mayor parte del pastel posible, esquilmando los beneficios empresariales de las empresas occidentales. El siguiente paso será adquirirlas, tal y como ya han hecho con Volvo (Geely), en el ejemplo más claro.

Aprietan el acelerador
Y aunque en NIUS llevamos haciendo seguimiento del proceso desde hace mucho tiempo, vamos a confirmar nuevamente lo explicado cn una pequeña relación de las últimas noticias relacionadas:
- BYD hace públicos los precios de sus tres coches eléctricos en Europa, los Atto 3, Hang y Tang que ya se están vendiendo en algunos de los principales países europeos. Otros modelos chinos a la venta en nuestro continente son los Polestar, Lynk&Co (ambas marcas 100% de Geely), smart (50% de Geely junto con Mercedes), MG (SAIC), Aiways, Nio o Xpeng.
- BYD también acaba de firmar un contrato con la firma de alquiler de vehículos Sixt para la venta de nada menos que 100.000 unidades para el mercado europeo en los próximos seis años.
- Hace nada hablábamos de Geely informando de la más que posible compra de una gran parte de su área de vehículos térmicos a Renault
- Igualmente Geely ha adquirido el 7,6% del capital de Aston Martin por 75 millones de euros. Ya explicamos cuáles son las peculiaridades de su estratégia de negocio.
- Xiaomi (sí, la firma de móviles) acaba de anunciar que ha finalizado ya su primer prototipo de ingeniería para el desarrollo de su área de negocios de automoción.
En todo esto hay un detalle curioso. Ninguna firma de automoción china dio beneficios el año pasado salvo el gigante BYD, según informan medios chinos basados en datos de sus asociaciones empresariales. ¿Quién apoya entonces su desarrollo? Es fácil intuir la respuesta, dada la economía “de mercado dirigida” de la República Popular. Y, como está quedando patente, BYD y Geely son sus dos principales puntas de lanza.
¿Qué puede hacer Occidente?
Hay que partir de la premisa de que la fabricación de las celdas a nivel mundial es eminentemente suya (las celdas son el componente del que dependen las baterías, pues su química y materiales permiten el almacenamiento estable de la energía). Nada menos que el 70% de todas las baterías del mundo se fabrican en China, según Benchmark Mineral Intelligence. En este punto solo cabe dar un salto tecnológico y tratar de adelantarse en el siguiente paso: las baterías de estado sólido. Es difícil, ya que las inversiones deberán ser enormes, aunque ya se están produciendo avances.
Otra de las posibilidades es tratar de arrebatarles la dominancia en la cadena de suministro de los minerales esenciales. Su huella ahí es enorme, con una preeminencia de al menos un 50% a lo largo de todos los procesos necesarios.

Un ejemplo evidente es el del litio. Aunque la extracción minera de este material se produce en su mayor parte en Australia, Chile y Argentina, la realidad es que luego se traslada en barcos a China, donde se realiza aproximadamente el 60% del refino mundial del mismo.
El tema del cobalto es aún más significativo. Prácticamente el 100% del cobalto del mundo se obtiene de la República Democrática del Congo. ¿A quién pertenecen la práctica totalidad de sus minas? Efectivamente, han acertado. ¿Dónde se realiza el refinado de ese mineral estratégico en las baterías? Pues el 75% de su procesamiento se realiza en China.
Entonces, parece claro que debería ser prioritario para las economías occidentales revertir esa cadena de suministro hacia sus países. Este movimiento no solo supone inversión y esfuerzo, también requiere tiempo. Y el contrario también juega.
Proteccionismo
Que el proteccionismo perjudica más que ayuda a cualquier economía ha sido hasta ahora una de las premisas dominantes a nivel mercantil. Pero una corriente actual matiza que quizá no perjudique tanto si todos los implicados en el juego no lo hacen respetando las mismas reglas.
Un ejemplo también en el sector ha sido la obligatoriedad de cumplir unas estrictas normas de seguridad en los vehículos. Hasta hace poco esas legislaciones han impedido que las empresas chinas inundasen nuestro mercado con coches muy baratos y también muy peligrosos. Todo eso se ha acabado pues sus productos ahora sí cumplen con las normas y, estando dentro de la legalidad existente, pueden venderse sin ningún problema en nuestros países. Eso no puede considerarse proteccionismo económico.
La administración Biden ha encontrado una “fórmula paralela” para beneficiar a sus productos frente a los de otros países. Solo los vehículos fabricados en los Estados Unidos podrán optar a las subvenciones estatales de ayuda a la electrificación. Esto hará que las marcas con fábricas allí lleguen a su mercado con una clara ventaja en precio.
Esta decisión podría infringir las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), según avisó en rueda de prensa la portavoz de la Comisión Europea, Miriam García Ferrer, que lo calificó de “discriminatorio” y afirmó que “Se está discriminando a los productores extranjeros frente a los estadounidenses. Esto sería incompatible con la OMC. Seguimos instando a Estados Unidos a que elimine estos elementos discriminatorios del proyecto de ley y se asegure de que cumple plenamente con la OMC”.

Hay preocupación por la posibilidad de que esta idea pueda llegar a cuajar también en China, que ya ha demostrado estar dispuesta a mantener su enfrentamiento económico con EE.UU. en cualquier frente. En estos días su Gobierno está valorando extender los incentivos a la compra de eléctricos a lo largo de 2023 y también las condiciones de esa extensión, aunque hasta ahora las ayudas han estado disponibles para los productos de todos los fabricantes.
Francia, dispuesta
Por supuesto, esto ha hecho despertar las alarmas también en la Unión Europea. Tanto es así que incluso el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, ha sugerido que nuestro continente haga lo mismo en la defensa de las empresas europeas. “No se nos ha escapado que Estados Unidos reserva su bono para vehículos producidos en su territorio. Creo que es hora de iniciar esta discusión en Europa y preguntarnos si no deberíamos reservar los bonos para vehículos eléctricos, ya sea para vehículos producidos en territorio europeo, o para vehículos que cumplan rigurosa y estrictamente con los nuevos estándares ambientales. Debemos seguir las mismas reglas si queremos defender nuestras industrias, nuestros trabajos y nuestras tecnologías. Creo que es hora de comenzar a pensar en ello en Europa” dijo en un comunicado sobre el presupuesto 2023 de su país.