Consejos para conducir en invierno: lo que te diría un transportista nórdico

Las frenadas se alargan más de un tercio de lo habitual, con lo que anticiparse a cualquier dificultad es esencial
Se terminan las vacaciones y Sus Majestades los Reyes Magos nos van a dejar copiosas nevadas y un frente frío en todo el país, que durará más y será más frío de lo habitual en estas fechas, según advierte la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Y a pesar de los confinamientos, muchos conductores tendrán que ponerse en carretera para trabajar o trasladarse desde o hasta sus residencias habituales. Para muchos conductores puede tratarse de una situación nueva y un tanto estresante. Por eso hemos reunido una serie de consejos para que disfrutar de esos traslados también sea posible en estas condiciones. Entonces, ¿qué nos diría un conductor nórdico acostumbrado a lidiar con meteorología adversa muchos días del año?.
Conducción
MÁS
Anticiparse a cualquier problema que pueda surgir en la carretera es la norma básica a buscar en cualquier momento en el que estemos en la carretera. Pero en invierno hay que llevarla a un nivel superior, teniendo más prudencia que nunca. Sin embargo, la precaución no es suficiente, ya que la lluvia, la nieve y el hielo hacen aconsejable una forma de conducir algo diferente de la habitual.
Lo primero es ser conscientes de que las frenadas se alargan hasta un 30% más de lo habitual, por eso nuestra conducción debe ser defensiva siempre, al menor atisbo de dificultad, mostrarse muy conservador. Es más importante que nunca tratar de evitar cualquier posible obstáculo -como hojas en la calzada, por ejemplo que son muy resbaladizas y máxime con hielo o lluvia- o dificultad que pueda surgir.
Reducir la velocidad todo lo que sea necesario es el mejor consejo en estas condiciones, incluso parando si es necesario, pero siempre en un lugar seguro y señalizando muy bien nuestro vehículo.

Dejar una gran separación entre vehículos nos ayudará siempre a tomar la decisión más correcta. La frenada hay que hacerla en línea recta siempre y soltando el pedal antes de comenzar a girar, lo que es otra norma esencial en la conducción invernal.
Aumentar la progresividad y suavidad de nuestras acciones de conducción -al mover el volante, frenar, y cambiar- también nos ayudará a evitar problemas. Nos puede ayudar imaginarnos que estamos bailando un vals con el coche, hay que llevarlo suave y dulce. Dosificar la frenada en varios periodos puede ayudarnos mucho a no derrapar.
Si hay que realizar una frenada de auténtica emergencia, pisar el freno con toda la fuerza posible es lo más recomendable según los expertos.
Balsas de agua, tranquilidad. En el caso de balsas de agua, levantar el pie del acelerador y sujetar firmemente el volante es esencial mientras las atravesamos con la típica sensación de flotabilidad. Es muy posible que nos sorprenda el ruido del agua en los bajos y que nos quedemos sin visión un segundo por el líquido que salta al parabrisas, por eso hay que mantener la trayectoria con el volante sin asustarse.
Con hielo, olvidarse del pedal del freno. El hielo resbala siempre mucho más y frente a él lo mejor es usar la marcha más corta posible y dirigir el coche con mucha suavidad. Lo peor que se puede hacer es frenar con el pedal, ya que lo que conseguiremos es que el coche pueda patinar y coja mayor velocidad.

Ojo al efecto pantalla. Con viento hay que tener mucho cuidado con el efecto pantalla que pueden suponer los camiones o autobuses, los muros y en la salida de los túneles. Fijándonos en la vegetación, podemos controlar la dirección del viento para que nos sea más fácil corregir con el volante la dirección. Hay que sujetar el volante con fuerza y si es posible situar todo el peso que podamos lo más cerca del suelo del coche para bajar el centro de gravedad.
No agruparse tras otros automóviles. En malas condiciones climáticas los conductores tienden a agruparse, “fiándose” de lo que haga el coche que les precede. Esta es una mala decisión, ya que lo mejor es dejar siempre la mayor distancia posible para poder reaccionar con suficiente tiempo a cualquier incidente. Repetimos que la distancia de la frenada se alarga más de un tercio respecto a lo habitual.
Evitar las roderas de otros coches. Salvo que la cantidad de nieve sea muy escasa, o veamos que varios coches ya han pasado por delante de nosotros, hay que procurar pisar siempre nieve virgen con las ruedas. Aunque pueda parecer lo contrario, proporciona mayor tracción que si se pisa sobre nieve endurecida y posiblemente ya hecha hielo, de algún coche que haya pasado hace un rato.
Fuera de tránsito
Algunos consejos de mantenimiento que nos pueden hacer la vida más fácil y proteger nuestro automóvil ante las malas condiciones climáticas son:
Levantar los limpiaparabrisas por la noche: Para evitar que se congelen y que la goma pueda pegarse al cristal e incluso que su motor pueda dañarse si los conectamos sin querer antes de quitar del cristal el hielo y la nieve.
Evitar aparcar en descampados: Hay que tratar de evitar tanto la humedad excesiva como las bajas temperaturas para conservar la batería y que no se dañe el motor. Si no se tiene plaza de aparcamiento, hay que tratar de dejar el coche entre calles o arrimarlo a un muro.
Cubrir el coche con fundas, plásticos o cartones. Es siempre interesante comprar una funda y tapar el coche por las noches. No sólo la pintura y la carrocería lo agradecerán, sino también las partes mecánicas. Si no es posible, intentar tapar al menos el capó y el parabrisas con alguna lona, plástico o cartón. No sólo los protegerá, sino que te evitará andar rascando el cristal al día siguiente.
Lavar los bajos con frecuencia: Si han echado sal en las calles o has hecho algún largo viaje por carreteras en las que la han usado para evitar la formación de hielo, es muy bueno proteger tu coche lavándolo con frecuencia. El cloruro de sodio es muy corrosivo para cualquier metal, pero también afea y envejece mucho las superficies plásticas.