Las empresas alemanas, a por el liderazgo en la fabricación de chips en Europa


Bosch e Infineon acaban de abrir dos fábricas y el ministro de Economía alemán se reunió con la industria a la caza de inversores
Se prevé un mercado de más de medio billón de euros ya en 2025 en conducción autónoma, IA, sensores y conectividad, 5G o computación cuántica
“Para que haya 'mobility' tiene que haber 'industry'. Así que en Europa tenemos que seguir batallando por nuestra autonomía industrial. Esto supone mantener íntegras nuestras capacidades no sólo productivas, sino también tecnológicas”. Estas palabras se refieren a un momento productivo casi apocalíptico que la escasez de semiconductores está creando en la industria de la automoción. Y son de Raül Blanco, Secretario General de Industria y Pyme en el evento “Auto Mobility Trends 2021”.
Ya desgranamos hace unos días para cuando se espera que termine esta falta de chips. Además, en esta misma semana el presidente de General Motors decía que cuando el suministro de semiconductores se estabilice lo hará en unas cantidades menores a la demanda. Y ¿qué se puede hacer para paliar estos problemas? Efectivamente, producir más chips y, a poder ser, fabricarlos aquí dentro de las fronteras de la Unión, para poder controlar su producción. Una respuesta sencilla a un problema demasiado complejo, pero que ya que ya tiene como en las épicas batallas un “campeón” dispuesto a arrostrar todos los peligros para conseguirlo: las empresas alemanas.
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Por el interés...
¿Es mantener la autonomía industrial europea su única motivación?. No lo creeremos si sabemos que, por ejemplo los expertos de la consultora IDC pronostican un mercado de más de medio billón de euros (512.000 millones de euros) ya para 2025 en este sector.
Una porción de ese pastel es siempre interesante, pero el objetivo va aún más allá porque los semiconductores van a ser parte esencial de las tecnologías que van a cambiar el futuro de la Humanidad en los próximos años: la comunicación 5G, la Inteligencia Artificial, la conducción autónoma o la computación cuántica son algunas de las áreas en las que estos pequeños circuitos integrados están predestinados a brillar. Y son unas áreas en las que los beneficios no sólo económicos sino a nivel de fabricación, empleo, incluso en cuanto a liderazgo geopolítico se perfilan enormes. Por supuesto, la batalla está servida.
Pulir las armas
Manos a la obra, el ministro de Economía alemán, Peter Altmaier, ya mantuvo conversaciones con 50 representantes de la industria de semiconductores europea el 1 de septiembre para buscar inversiones en su país. Por supuesto, con el apoyo de su Gobierno que aportará ayudas por unos 3.000 millones de euros. “El suministro de semiconductores va a ser un elemento competitivo para cualquier economía que quiera ser exitosa en los próximos años. Tenemos que actuar si queremos preservar nuestra soberanía tecnológica”, dijo Altmaier. Una inversión “enmarcada” en una de las principales herramientas de la Unión Europea para estimular las inversiones, los llamados IPCEI (Proyectos Importantes de Interés Europeo Común).
Y es que en julio la Comisión Europea ya había lanzado una nueva Alianza Industrial: la Alianza para las Tecnologías de Procesadores y Semiconductores, con la pretensión de acaparar el 20% de la producción mundial para 2030. Esta debe “equilibrar la cadena de suministro global de semiconductores asegurando que tengamos la capacidad de diseñar y producir en Europa los más avanzados chips, lo de 2 nanómetros e incluso por debajo de esa medida”, según Thierry Breton, el comisionado para el Mercado Interno Europeo.

Con eso de los nanómetros, Breto se refería a que la rapidez y capacidad a la que estos circuitos integrados trabajan se define por su medida en nanómetros (milmillonésima parte de un metro).
Según la Comisión, Europa debería de avanzar desde la producción actual de chips de 15 nanómetros hacia la de 10 nm para mantener las necesidades actuales. Pero a la vez quiere que se evolucione hacia la frontera tecnológica, que ahora mismo está por debajo de los 5 nm, entre los 3 y los 2 nanómetros e incluso ir más allá “para anticiparnos a las futuras necesidades de la tecnología”. ¿Parece eso posible, dada la posición minoritaria en la producción mundial? Pues parece que sí, ya que existe un centro de investigación a las afueras de Bruselas en el que las mayores empresas del mundo fabrican prototipos para avanzar en la tecnología, incluyendo gigantes como la TSMC, la norteamericana Intel o la coreana Samsung.
Bosch e Infineon, al ataque

Ya hay dos empresas germanas actuando para no dejar pasar la oportunidad de liderar el negocio: Bosch e Infineon. Por ejemplo la última acaba de abrir unas instalaciones para su producción en Austria con destino a los coches, pero también a los centros de datos en la nube y a los sistemas de generación de energías renovables. Esta fábrica ha adelantado su apertura en unos nada desdeñables tres meses, para unir su producción a la que la firma ya poseía en Dresden (Alemania). Esta nueva instalación aportará a Infineon unos ingresos de 2.000 millones de euros anuales, con lo que esos tres meses añadidos de fabricación le aportarán 500 millones, según datos publicados por la propia compañía. Además, su director ejecutivo, Reinhard Ploss espera “un significativo incremento de los precios de nuestros productos”.
También en Dresden acaba de abrir Bosch su propia fábrica en junio. “Solo en este año se espera que la demanda crezca un 11%” decía el director de Bosch en la apertura, mientras señalaba que “son esenciales para el internet de las cosas; sólo gracias a ellos la conectividad es posible”. Un ejemplo concreto es que gracias a ellos “veremos”. Para dar una dimensión del dinero requerido, sensores capaces de medir con una precisión cien veces mayor a la actual. Como referencia de inversión, Bosch ha gastado sólo en el coste inicial de puesta en marcha, alrededor de 50 millones de euros.

Reconquista
Aún así, hay mucho recorrido si de verdad se quiere alcanzar el 20% de la producción mundial. El crecimiento exponencial del mercado significa que la producción deberá casi cuadruplicarse para alcanzar ese objetivo fijado para 2030. Un esfuerzo ingente, que duele más si recordamos que en 1990 Europa tenía una cuota de mercado del 35%, que dejó fue dejando caer con la relocalización hacia Asia hasta el actual 9%.
Y justo ahora, el Gobierno de EE.UU. quiere invertir también unos 40.000 millones de euros. Pero es que la taiwanesa TSMC, el mayor fabricante de chips del mundo, no para de mejorar el diseño y ampliar su producción. Su nueva fábrica para chips de 3 nanómetros hará que estos sean un 15% más rápidos que los de 5 nm, con un consumo de energía hasta un 30% menor. Estos en concreto son los que requerirá por ejemplo la conducción autónoma en un futuro.
En cuanto a Europa, el comisionado Breton hablando de estos temas ha aludido a la ventana de oportunidad que suponen los 800.000 millones de euros que se repartirán gracias al Plan de Recuperación Económica Next Generation.